Un estudio científico reveló qué le pasa a las personas que dicen muchas malas palabras

Un estudio británico exploró cómo el uso de insultos influye en las personas. 

26 de diciembre, 2025 | 13.17

Decir malas palabras siempre cargó con un estigma como la falta de educación, enojo o el descontrol. Sin embargo, una investigación reciente publicada en American Psychologist sugiere que, en determinados contextos, podrían tener un efecto inesperado en el cuerpo.

El estudio, dirigido por el psicólogo Richard Stephens en la Universidad de Keele (Reino Unido), mostró que insultar durante esfuerzos físicos breves permite sostener la fuerza unos segundos más, una diferencia pequeña en apariencia pero relevante en situaciones de alto rendimiento.

Para llegar a esta conclusión, el equipo trabajó con 182 personas adultas que realizaron una prueba simple pero exigente como mantenerse en posición de flexión con el cuerpo apoyado sobre los brazos durante el mayor tiempo posible, con un límite de seguridad de un minuto. Cada participante repitió el ejercicio dos veces. En una ocasión, debía repetir cada pocos segundos una palabrota elegida por él mismo; en la otra, una palabra neutra. Cuando usaban insultos, los voluntarios lograban resistir entre 2,5 y 3 segundos más. Esa variación, aunque mínima, fue constante en los resultados.

Por qué decir insultos durante el ejercicio físico puede ser beneficioso

Los científicos buscaron respuestas sobre qué ocurre en el organismo durante ese impulso adicional. Descubrieron que el efecto no proviene de un aumento de adrenalina ni de una activación muscular más intensa, sino de una modificación psicológica. Insultar parece liberar ciertas barreras internas que actúan como freno y que, al desaparecer por unos instantes, permiten acercarse un poco más al límite real de fuerza. Los investigadores hablan de “desinhibición del estado” ya que el cerebro relaja el autocontrol que suele mantenernos contenidos, reduce las distracciones y genera una sensación de mayor seguridad para seguir adelante con el esfuerzo.

Insultar durante esfuerzos físicos breves permite sostener la fuerza unos segundos más.

Si bien el estudio no sugiere que decir malas palabras sea una fórmula mágica ni una herramienta aplicable a cualquier situación, abre preguntas sobre cómo el lenguaje influye en el cuerpo y la mente. Los autores son prudentes, no está demostrado que este efecto se mantenga en actividades prolongadas ni que tenga impacto más allá de esfuerzos breves. Tampoco buscan justificar el uso indiscriminado de insultos, especialmente en contextos donde pueden resultar ofensivos.