El presidente Javier Milei, quien se presenta como un “experto en crecimiento con y sin dinero”, anunció este lunes un proyecto de Presupuesto para una economía recesiva y sin dinero. En un mensaje a espaldas de las demandas sociales y de cara a los mercados, anunció los lineamientos de la ley de leyes económicas para el 2026, con supuestos de comportamiento para el próximo trienio. Entre ellos se destaca la profundización de una economía desbalanceada incapaz de generar dólares genuinos –producto del comercio exterior—el cual acumulará hasta 2028 un déficit de 18.866 millones de dólares.
Este rojo comercial, que justifica en una supuesta mejora de la actividad económica demandante de insumos y maquinaria importada, seguirá presionando sobre las reservas del Banco Central. Sólo el año próximo el saldo comercial será negativo en 5.751 millones de dólares, mientras que este cerraría con un rojo neto de 2.447 millones. El Ejecutivo espera compensar esa falta de divisas con mayor endeudamiento público, mientras el riesgo país vuela por encima de los 1.100 puntos. La otra apuesta es a la inversión, que, como sucedió en lo que va de este año, se encuentra en mínimos históricos.
Como sus discursos, las premisas planteadas en los supuestos de los próximos años son inconsistentes y contradictorias. El planteo de una economía creciendo de manera constante en torno al 5 por ciento anual hasta 2028 es incongruente con una mercado interno derrumbado, un dólar que el propio Presupuesta sostiene se mantendrá atrasado –deteriorando la competitividad de las exportaciones y, por ende, las decisiones de inversión—, e importaciones que llegarán a más que triplicar las exportaciones.
MÁS INFO
Genuino versus efímero: los dólares que se van año a año
El Gobierno no sólo no escuchó las urnas sino que tampoco es capaz de leer al mercado al que quiere seducir. Los hombres de negocios consideran que el modelo está agotado y la falta de reservas, cada vez más evidente, requiere de mayores controles a la salida de divisas y estímulos a la generación. Sin embargo, el modelo de apertura indiscriminada parece haber llegado para quedarse en lo que dure la administración libertaria. El programa endeudador que lleva adelante la dupla que integran el ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, continuará a toda máquina en los próximos años. De acumular reservas de forma genuina, ni hablar.
De acuerdo con el apartado de supuestos presupuestarios, “las cantidades exportadas de bienes y servicios se estiman con un incremento de 10,6 por ciento en 2026, manteniendo una trayectoria de crecimiento en 2027-2028, mientras que el volumen importado también continúa en alza, impulsado por la expansión económica”. “El valor exportado de bienes y servicios aumenta 9,1 por ciento y el valor importado 12 por ciento en 2026, resultando en un déficit comercial de 5.751 millones. Hacia adelante, dicho déficit se estima en 3.707 millones para 2027 y en 6.961 millones para 2028”, según el proyecto presentado.
Se trata de un déficit acumulado de 18.866 millones de dólares en tres años, que se suma a los compromisos de deuda que asumió el Gobierno, tanto el pago al Fondo Monetario como a acreedores privados y a los gastos de los hogares, tanto por viajes como para atesoramiento y compras en el exterior. La canilla sigue abierta. De hecho, buena parte de la supuesta recuperación del consumo –algo difícil de imaginar con la actual pauperización de ingreso de los hogares—se sustentaría en bienes importados.
Para este año estima que las importaciones crezcan un 33,3 por ciento; en 2026, un 11,1 por ciento; en 2027, un 6,2 por ciento y en 2028, un 9,1 por ciento. Las exportaciones siempre creciendo en ese período por debajo, asegurando un déficit comercial. Los cálculos se basan en un dólar atrasado, que recién llegaría, para el Presupuesto, a los niveles en que opera actualmente en 2018 (estima un promedio de 1.488 pesos).
El otro punto donde podría haber ingreso de dólares en inversiones. De acuerdo con el proyecto de Presupuesto, este año el nivel de inversiones crecería un 26,5 por ciento, el año próximo un 9,4 por ciento y luego se estabilizaría en ejercicios posteriores en este último guarismo. Ni siquiera es posible pensar en una mejora este año en términos de inversiones. Desde que asumió la gestión libertaria de Javier Milei una decena de firmas multinacionales se fueron del país. Entre las empresas que han abandonado el país se encuentran nombres emblemáticos como Mercedes-Benz, Telefónica, Walmart, Falabella, HSBC, Itaú, Procter & Gamble (P&G), Clorox, Petronas, Enap Sipetrol, ExxonMobil y Makro.
Sobre la base de los datos de los balances publicados a junio en la Comisión Nacional de Valores –en su mayoría consignados por El Destape-, la inversión de las empresas denominadas “grandes” del “sector no energético” (que incluye Adeco Agro, Aluar, Arcor, Central Puerto, Cresud, Holcim, Ledesma, Loma, Mirgor, Molinos, Telecom, Ternium, TGS y TNG) está un 25 por ciento por debajo del último trimestre de 2023 y un 50 por ciento por debajo del pico de Macri. Un reciente informe elaborado por economistas de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA advierte que el país perdió terreno en el mapa global de la IED, registrando en los primeros meses de 2025 el menor ingreso desde que se inicia la serie en 2006
Entonces, el manoteo será a los bolsillos de los inversores. Sin posibilidades reales de acumular reservas, el Gobierno seguirá ajustando y tomando deuda. “Las fuentes financieras ascienden a 294 billones de pesos en 2026 y son explicadas por el endeudamiento público e incremento de otros pasivos en 288 billones y por la disminución de la inversión financiera en 6,2 billones”, detalla el proyecto de Presupuesto 2026. En su discurso obvio, como otras tantas cosas, la ampliación en 20 mil millones de dólares para deuda, pasando del 1,2 por ciento del PBI actual a un 2,2 por ciento que deberá se cubierto con ajuste primario.