El misterio de Coghlan, que durante cuatro décadas mantuvo en vilo a una familia, tuvo recientemente una confirmación clave: los restos hallados en una obra en construcción en avenida Congreso 3746/48 pertenecen a Diego Fernández Lima. El adolescente de 16 años había desaparecido el 26 de julio de 1984 y, desde entonces, su familia emprendió una búsqueda incansable. Entre los pocos objetos que sobrevivieron a aquellos años de incertidumbre, una libreta negra del papá de Diego, Juan Benigno “Tito” Fernández, se convirtió en una pieza central para reconstruir la historia y entender lo que pasó.
Ese cuaderno, que en realidad era una agenda de 1983, parecía común hasta el día de la desaparición. Pero a partir de entonces se transformó en la bitácora de una investigación personal: allí “Tito” anotó teléfonos de amigos, compañeros de colegio, recorridos de colectivos, contactos de otras familias que buscaban a sus seres queridos y recortes de “solicitud de paradero”. Hoy, esa libreta está en manos de la fiscalía y es considerada un documento clave para intentar dilucidar cómo y por qué Diego terminó asesinado y enterrado en el jardín de una casa de Coghlan.
Por qué la libreta del papá de Diego Fernández Lima es clave para entender el misterio
La libreta negra de “Tito” Fernández no sólo guarda la memoria de la búsqueda, sino también las pistas originales que siguió la familia en los primeros días. Allí figuran nombres y datos de personas que en aquel momento pudieron aportar información, aunque algunos nunca fueron contactados por la Justicia.
Sin embargo, lo más llamativo es que Cristian Graf, el joven que vivía en el chalet de avenida Congreso 3742 y cuyo jardín fue el lugar donde hallaron el cuerpo, no aparecía entre esos registros. Graf había sido compañero de segundo año de Diego en la ENET N° 36, aunque no eran amigos cercanos. Ambos compartían la pasión por las motos, un detalle que podría ser relevante para entender el contexto del crimen.
El documento fue preservado durante décadas por Irma Lima, madre de Diego, y recuperado por su hijo Javier tras la confirmación del hallazgo en mayo de este año. La fiscalía comenzó a escanear la agenda para analizarla en detalle, en busca de conexiones que, con la tecnología actual y nuevos testimonios, puedan aportar luz sobre los últimos movimientos del adolescente.
La investigación avanza con la declaración de ex compañeros, como un testigo que desde México brindó nombres de otras cinco personas que serán citadas. El fiscal Martín López Perrando busca establecer un móvil que explique el homicidio, ya que hasta ahora no hay certezas sobre por qué Diego fue asesinado de una puñalada y enterrado en el lugar.
El caso de Diego Fernández Lima es también un retrato de las falencias en la respuesta policial de la época: la denuncia inicial fue rechazada con la excusa de que se trataba de una “fuga de hogar”. A pesar de la desidia oficial, sus padres continuaron la búsqueda durante años, con reuniones junto a otras familias y recorridos por distintos lugares donde creían haberlo visto.
Más de 40 años después, el hallazgo fortuito de unos obreros permitió cerrar la pregunta sobre el paradero de Diego, pero abrió otra no menos dolorosa: quién lo mató y por qué. La libreta de su padre, ahora convertida en evidencia judicial, podría ser la llave para finalmente responderla.