Qué significa mandar y recibir fotos de animales tiernos con tu pareja o amigos, según un estudio científico

¿Te gusta mandar y recibir fotos de animales tiernos? Así es como afecta a tu cerebro y a tus relaciones, según un estudio científico.

26 de junio, 2025 | 10.09

Mandar fotos de animales a tus amigos, pareja o familiares no es una simple acción cotidiana. Según un estudio científico, tiene un alto impacto en nuestro cerebro y en nuestra forma de relacionarnos con los demás. Seguramente alguna vez te quedaste un largo rato viendo videos de perritos, gatitos, monos, conejos, o algún otro animal en redes como Instagram o TikTok, o bien tenés algún ser querido con el que solés mandar y recibir ese tipo de contenido. Pero lo que casi nadie sabe al respecto es que esto tiene increíbles beneficios para las conexiones humanas.

Un estudio publicado en el Journal of Consumer Research, realizado por investigadores de la Universidad Concordia y la Escuela de Negocios ESSEC, comprobó cuáles son los efectos de mandar y recibir videos y fotos de animales. Los investigadores, Zeynep Arsel y Ghalia Shamayleh, se propusieron entender cómo el contenido de animales tiernos se convirtió en un fenómeno global que no solamente sirve para entretener, sino también para crear lo que llamaron "redes afectivas digitales". Esto significa que al compartir, por ejemplo, un video de un gatito bebé con una persona a la que querés, no es solamente un gesto de humor, sino también de cuidado y cariño hacia esa persona. De esta manera, se contribuye a que esa relación se fortalezca y se vuelve más positiva.

Los efectos en nuestras relaciones de mandar y recibir fotos tiernas de animales

"La creación, el consumo y la circulación de fotos de animales se ha convertido en un fenómeno social. Ya ha ido mucho más allá de los animales que publicitan productos para animales", explicó Arsel. Para este estudio, entrevistaron a 21 creadores de contenido animal y a 12 consumidores. Además, crearon sus propias cuentas de redes sociales donde compartieron imágenes y videos de animales, con el objetivo de experimentar el proceso desde adentro. Mientras los creadores hablaron sobre su relación con el contenido de animales que comparten y el tipo de recursos que utilizan, los consumidores contaron cómo se sienten al ver esas publicaciones y con quiénes las comparten.

Así, los investigadores comprendieron que el contenido de animales pasa por diferentes etapas emocionales. Estos videos y fotos generan emociones como ternura, diversión y sorpresa, y quienes las comparten con sus seres queridos, lo hacen como un gesto de cariño. Este acto se asemeja al "pebbling", un comportamiento animal que implica regalar objetos, como piedras, como parte del cortejo.

El siguiente estado es la “re-indexicalización”. Cuando quien comparte ese video, le suma una carga emocional personal, lo asocia a una experiencia propia o se lo dedica a alguien. Acá es donde se generan relaciones parasociales con los animales del video. Finalmente, surge la etapa de "descontextualización", cuando los videos se vuelven "meme". Por ejemplo, esto sucede cuando le mandás a tu pareja una foto de dos monos abrazándose, dando a entender que son ustedes dos. Ese contenido genera ternura, gracia o diversión, se comparte y el ciclo vuelve a empezar.

"Nuestros hallazgos implican que la capacidad de los animales de compañía para actuar como lubricantes sociales también se traslada al espacio digital, facilitando interacciones y reforzando relaciones mediante contenido de especies compañeras”, concluyen Arsel y Shamayleh. “Al reindexicalizar y compartir contenido de animales de compañía, los consumidores participan en el mantenimiento relacional, fomentando vínculos con sus contactos sociales”, cierran.