En el corazón de la ciudad, un espacio desafía las etiquetas tradicionales y redefine la experiencia de la gastronomía. Con un enfoque audaz y creativo, este restaurante se convierte en una opción destacada dentro del mapa de a dónde comer en Buenos Aires, donde convergen sabores, arte y música en un ambiente único.
Cocina sin reglas: sabores locales con mirada contemporánea
El proyecto gastronómico de Dieztreinta propone una cocina libre de moldes. Su menú se construye a partir de ingredientes de estación, técnicas modernas y una clara vocación por lo inesperado. Cada plato está pensado para sorprender sin alejarse del disfrute ni del equilibrio. Entre sus propuestas se destacan combinaciones como el crudo de pesca, el tataki de bife de chorizo y el arroz cremoso de hongos y parmesano.
El enfoque no se limita a una categoría o estilo específico. Tampoco hay etiquetas que condicionen al comensal. En cambio, se busca una experiencia que invite a compartir y a dejarse llevar por los contrastes. Entre los platos más celebrados también figuran las berenjenas glaseadas, los hongos en texturas, el curry de langostinos y la pesca del día, todos con un sello propio que evita lo predecible.
La carta de postres mantiene el mismo espíritu, con preparaciones originales como el cremoso de chocolate, elaborado con mousse, cítricos, aceite de oliva y sal ahumada. Cada paso del menú está pensado como una invitación a explorar lo sensorial desde una mirada sin fórmulas.
Vinos alternativos y curaduría cuidada
El universo del vino en Dieztreinta acompaña el mismo criterio que la cocina: autenticidad, rebeldía y diversidad. La selección incluye alrededor de 30 etiquetas de baja y mediana intervención, todas provenientes de pequeños y medianos productores de distintas regiones del país.
No se trata de una carta tradicional. La propuesta se aleja de las bodegas comerciales y apuesta por proyectos con identidad propia, donde el proceso de elaboración refleja la expresión del terruño y la creatividad de los enólogos. Los vinos naturales, orgánicos y biodinámicos ocupan un lugar destacado, en sintonía con la filosofía general del espacio.
Esta curaduría permite recorrer la riqueza vitivinícola argentina desde una mirada alternativa. Blancos, naranjos, tintos ligeros y espumantes conviven en una carta que se renueva según disponibilidad y cosechas. El vino aquí no es un acompañamiento, sino un protagonista más de la experiencia.
Arte, vinilos y estética industrial: un lugar para quedarse
Dieztreinta no es únicamente un restaurante, sino un punto de encuentro donde el arte independiente, la música y la gastronomía dialogan con libertad. Con una estética industrial y cálida, el lugar invita a relajarse, explorar y habitarlo sin prisa. La ambientación combina murales, objetos de diseño y una selección musical curada en vinilos que suenan durante toda la velada.