El cuidado de la piel es una de las rutinas más importantes para mantener un rostro saludable y joven. Más allá de las cremas o tratamientos estéticos, en Japón existe una técnica milenaria que promete una piel de porcelana con solo dos pasos: el método Saho. Este ritual, inspirado en el protocolo de la tradicional ceremonia del té, es fácil de aplicar, práctico y muy popular entre las mujeres japonesas por los increíbles resultados que ofrece.
El método Saho se basa en tres pilares: doble limpieza, doble hidratación y doble aplicación. En la primera fase, se combinan dos limpiadores: uno a base de leche o aceite, ideal para remover impurezas y restos de maquillaje, y otro en espuma, que elimina en profundidad cualquier suciedad acumulada.
La segunda fase es la doble hidratación. Para ello, se recomienda usar una toalla caliente que ayude a abrir los poros y prepare la piel para absorber mejor los productos. Luego, se aplica un sérum o contorno de ojos y se sella con una crema hidratante para mantener la frescura y elasticidad del rostro.
El último paso es la doble aplicación, que consiste en calentar una pequeña cantidad de crema hidratante entre las manos y aplicarla con masajes circulares en el rostro. A continuación, se repite la acción con presión suave, para estimular la circulación y potenciar la absorción del producto.
Cuándo debe implementarse el 'Método Saho'
Si se realiza el Método Saho por la mañana, es fundamental completar la rutina con protector solar. Además, este ritual se complementa con hábitos saludables: una alimentación rica en colágeno y vitamina E, beber al menos dos litros de agua diarios y mantener actividad física regular.
De esta manera, el Método Saho no solo es un ritual de belleza, sino también una filosofía de cuidado integral que ayuda a mantener la piel luminosa, fresca y sin arrugas.