José María Muscari, íntimo: "Soy una versión súper lograda de mí"

El director teatral y dramaturgo habló con El Destape sobre su presente laboral y sus futuros proyectos. José María Muscari contó cómo es su vínculo con su hijo Lucio y reflexionó sobre la cultura de la cancelación.

18 de junio, 2025 | 19.40

José María Muscari es fiel a su costumbre de tener varias obras en cartel: actualmente dirige Irreverentes en el Teatro del Pueblo, Sex, El Show en Gorriti Art Center y Sex, La Obra que está de gira por el país. En diálogo con El Destape, el director teatral y dramaturgo habló sobre estas piezas, su presente personal como padre de Lucio y los discursos de odio impartidos desde la derecha gobernante.

El artista se refirió a la obra en homenaje a Mirtha Legrand que dirigió este año, reveló cómo fue trabajar con Moria Casán en el pasado y analizó el lugar de Susana Giménez en la industria. Además, Muscari habló también sobre la cultura de la cancelación y aludió a su decepción ante la clase política argentina.

Irreverentes y el paso del tiempo

¿Cómo surgió Irreverentes? ¿Qué podés decir sobre esa obra?

- Irreverentes surgió del deseo de trabajar con personas talentosas, mayores de 60 años, que no hayan tenido reconocimiento o popularidad; que no fueron tocados por la varita mágica de la suerte de la fama. Surgió un poco a través de la pregunta: casi siempre en mis obras actúan figuras conocidas que por alguna razón dejaron de estar en circulación y yo los vuelvo a traer al candelero, ¿qué pasa con los que nunca fueron famosos?

A partir de esa pregunta armé un casting masivo el año pasado y las condiciones eran que sean personas de 60 años en adelante, que no sean famosas pero sí profesionales y formadas. Vinieron 500 talentos y de ahí elegí a 27, que son los que estrenaron la obra en noviembre del año pasado. Hasta el día de hoy seguimos en el Teatro del Pueblo con las funciones agotadas. 

Es una obra de teatro en la que te reciben en la vereda, te convidan una copa de vino, están regalando flores, tiran vaporizados apenas el público entra porque dicen que no quieren que se sienta el olor a viejo. Van a estar bailando el último tema de Tini tratando de hacer un TikTok y nos les sale, toman Monster, son lo antiviejo. Es como entrar a una especie de parque de diversiones lisérgico de gente de la tercera edad.

¿Notás alguna diferencia en trabajar con figuras de renombre a hacerlo con gente que no es famosa?

- No, en mi metodología no. Sí, por supuesto no son los mismos los reparos y los cuidados que tiene alguien expuesto que alguien que no lo es. Pero mi metodología no cambia en nada: me manejo igual con los actores de Irreverentes que con Julieta Ortega y Diego Ramos en Sex.

Irreverentes se burla un poco de los mandatos sociales en relación a la adultez mayor, ¿cómo vivís vos el paso del tiempo?

- Me gusta. Tengo 48 años y siento que soy una versión súper lograda de mí, estoy mucho mejor y más conforme conmigo que a los 30 años. No voy a ser tan pelotudo de decir que no pasa nada, obvio: a los 30 engordaba un kilo y tardaba mucho menos que hoy en bajarlo, o cuando iba al gimnasio no me dolían las rodillas. Pero fuera de eso, que sería lo físico, siento que la acumulación de experiencia, la vivencia superpuesta me convierte en una muy buena versión de mí. 

En cuanto al paso del tiempo y esto que decís de los físico, más que nada en cuanto a lo estético, ¿sentís que hay más mandatos que tiempo atrás? Un poco en relación con las redes sociales y la cantidad de tratamientos que hay para “no envejecer”.

- Creo que sí para las mujeres, para los hombres no. O sea, yo lo vivo bastante chill al paso del tiempo, pero no sé, te podría decir que creo que para Gloria Carrá y Julieta Ortega, que son actrices generacionalmente parecidas a mí, no es lo mismo subir una foto a una red social, la iluminación, la exigencia que hay alrededor de cómo tienen el cuerpo. me parece que todo eso no nos pasa a los varones y en ese sentido creo que para la mujer es más duro, más despiadado. Son pocas las mujeres, las actrices que pueden zafar de lo hostil de ese sistema.

Irreverentes.

Mirtha, Susana y Moria: las tres divas argentinas para Muscari

Este año también dirigiste la obra en homenaje a Mirtha, ¿cómo fue eso?

- Estuvo buenísimo. Fue la primera vez que hice una obra de teatro sobre una persona real, viva y existente. La experiencia estuvo buenísima; nunca había hecho una obra de teatro que tuviera que convivir con la existencia real de una persona que de golpe se sienta en la platea, viene y mira el espectáculo. Es muy loco eso. Fue un espectáculo mucho más clásico que lo transgresor o polémico a lo que suelo estar asociado. Eso me gusta a mí, me lleva a un lugar diferente.

Mirtha es una de las divas del espectáculo argentino, ¿creés que el concepto de diva ya no existe en las nuevas generaciones?

- Sí, para mí las divas de la Argentina son Mirtha, Moria y Susana. Creo que hay algo generacional: una especie de aura que ya no existe. Determinado tipo de carreras que tampoco existen ya, muy relacionadas a la ficción. No te olvides que Mirtha se consagró en la diva que es siendo una estrella del cine, de la época dorada del cine. En el caso de Moria y Susana también, estuvieron en el auge del cine de entretenimiento, el pochoclero. Cuando existía la calle Lavalle y Corrientes, y el sábado a la noche había que hacer cola porque había gente para ver obras y para ir al cine hasta la madrugada. 

Todo ese mundo ya no existe y por eso tampoco hay resultados de ese mundo. No porque me parezca que no hay mujeres que pudieran ocupar ese lugar, sino porque ya no hay un sistema que lo sostenga.

Recién nombrabas a Susana, ¿cómo la ves a ella como diva? ¿En algún momento tuviste vínculo?

- No, no tengo. Nunca fui a su programa y creo que nunca fue a ver nada mío al teatro. Nos habremos cruzado en algún evento, muy amorosa como es ella. Siempre me saludó pero no tengo una mayor cercanía. Fueron los elencos de varias obras mías a su programa, los actores de Casa Valentina, las Extinguidas, y estuvieron muy divertidos. Ella me divierte, me parece lo más.

¿Nunca la tuviste como una opción para un proyecto tuyo?

- No, porque sé que no es habitual que ella haga teatro y creo que, cuando lo hace, lo hace con Yankelevich que es su mano derecha. Entonces, yo soy muy práctico, tampoco me pongo a soñar algo que es irrealizable o con alguien que sé que no voy a conseguir. 

Con Moria sí trabajaste. ¿Cómo es trabajar con ella?

- Es extraordinario. Yo la amo, soy muy fan de ella: hicimos dos obras de teatro. Una fue Tres Mitades, que fue muy “escandalosa” porque era la primera vez que ella actuaba con Sofía Gala. Moria era pareja de Mario Pasik y se enamoraban de la misma mujer, Sofía. En la obra se daban un piquito y fue muy escandaloso ese pico entre madre e hija, hace mucho. Hoy sería una pavada. 

Con Moria también hicimos Julio César que fue un hitazo: el primer día que salieron a la venta las entradas se agotó toda la temporada. Y después nos seleccionaron para ir a representar a Argentina en el Festival de Teatro Clásico de Mérida, España; fue la primera vez que un elenco argentino representó el teatro clásico. Fue una experiencia extraordinaria, muy controversial porque el Julio César que yo hice era muy particular, muy atípico, cibernético. No era un Julio César clásico y estuvo buenísimo el trabajo con Moria, yo la amo, la amo como persona.

¿Cómo director te significó un trabajo extra hacer que la figura de Moria no se coma al personaje?

- Yo pienso al revés: cuando llamé a Moria para que haga Julio César no intenté que ella se deslindara de Moria para convertirse en Julio César. En realidad, armé todo un dispositivo para que la obra asumiera que ella era Moria encarnando a Julio César. De hecho, fue una obra en la que mezclé los géneros, troqué las sexualidades y me parece que lo más atractivo de Moria es que siempre hay algo de ella que la habita y eso para la obra fue extraordinario.  

En tu carrera tuviste muchos elencos puramente femeninos, ¿por qué creés que se da eso? ¿Cómo es trabajar con mujeres?

- Me encanta trabajar con mujeres. Creo que a las mujeres les cuesta mucho menos que a los varones mi tipo de teatro, porque es bastante arriesgado y sanguíneo, pasional. Los hombres en general somos más pensantes, más calculadores: yo le digo a una actriz “hacé tal cosa” y va y lo hace, cuando se lo digo a un hombre me pregunta por qué lo tiene que hacer, quiere la respuesta primero. Entonces hay algo de mi teatro que convive mucho más con esa parte arriesgada que tienen las actrices. 

Sex y lo disruptivo en su carrera teatral

Sex ya tiene seis años en escena y funciona igual de bien que siempre, ¿cómo se vive eso?

- Es increíble. Es muy raro, muy particular, atípico. Uno nunca hace una obra de teatro pensando que va a durar seis años: superamos la pandemia, nos reinventamos virtual, volvimos en un autocine, tuvimos tres temporadas a la vez. Ahora también se transformó en otro formato: el show de CABA en el Gorriti Art Center, su casa de origen, y otro formato diferente que se llama Sex La Obra, una especie de spin off que se convirtió en una obra de texto, de discurso, que gira a nivel nacional con Diego Ramos, Gloria Carrá, Julieta Ortega y Nicolás Riera. Y están agotando en todos lados.

No puedo creer que hago una obra que tiene tres funciones de sábado agotadas cuando ya no hay funciones trasnoche de obras de teatro en Argentina, no solo en Buenos Aires. Es un fenómeno extraordinario al que estoy súper agradecido y a la vez feliz de que siga tan vivo. Muta siempre, le inyectamos novedad al espectáculo. 

Ahora tiene dos upgrade que son la zona roja y el cuarto oscuro, que son cuartos privados a los que acceden solo 20 espectadores por función, que compran un plus. Ahí pasan cosas más cercanas, más zarpadas, más explícitas y jugadas. Por ejemplo, en un principio esos cuartos estaban ideados para que no hubiera figuras y después las figuras dijeron que querían ir porque la gente estaba loca con eso. Entonces ahora está Romina Richi, El Tucu López, Adabel Guerrero; a ellos les da mucha líbido que el espectáculo esté mutando. Para ellos es fundamental que el espectáculo se renueve, se oxigene.

¿Cómo definirías a Sex?

- Es una oda a la diversidad; el sexo no tiene que ver con que tengas un cuerpo 90-60-90. Hay un gran monólogo de Bimbo Godoy en la obra que dice “en la cama no nos gusta lo que nos dijeron que nos tenía que gustar, nos gusta lo que nos gusta”. Entonces, esa comprensión del afuera a Sex como un espectáculo de cuerpos diversos permitió que figuras como Verónica Llinás, Bimbo, Brenda Mato, Luca Martin, Juan Palomino aceptaran la propuesta. El sexo no tiene que ver con cuántos kilos pesás o cuál es tu silueta, en Sex hay un montón de gente que no tiene un cuerpo hegemónicos y son muchísimo más sexuales y generan más fantasías que determinados personajes estereotipados que están en los medios y que jamás llamaría para Sex.

Desde tus inicios, tuviste muchos proyectos relacionados con lo sensual, lo sexual. ¿Por qué creés que fuiste por ese lado?

- Desde siempre, mis espectáculos fueron tildados de “transgresor, polémico, mordaz” y en varios de ellos a veces aparecía un condimento que tenía que ver con algo sexual. En una obra quizá dos varones se besaban y eso generaba un revuelo, en otra una mujer hacía un topless y eso era todo una novedad, o habían escenas de sexo, pero siempre como condimentos. Al darme cuenta de esto, un día dije “quizá está bueno hacer una obra que toque el tema del sexo como eje transversal” y así surgió Sex

Uno de tus primeros proyectos televisivos fue en Playboy TV, el programa Circo Rojo. ¿Cómo fue eso?

- Fue una ficción que cree para Playboy, me llamaron y se me ocurrió escribir una ficción en un circo. Creamos un circo, contratamos un montón de artistas que venían de ese mundo -trapecistas, malabaristas, acróbatas, magos- y le buscamos la parte sexual a cada uno. Hicimos una serie que fue, creo, de las más exitosas que tuvo Playboy, que suena hasta el día de hoy. 

Su vínculo con su hijo, Lucio, y su etapa heterosexual

¿Cómo está tu vínculo con Lucio? ¿Cómo se sienten después de casi dos años?

- En diciembre cumplimos dos años de familia. Estamos muy bien, bárbaro, el vínculo es muy fluido, muy orgánico. Está buenísimo tener un hijo adolescente con todas las particularidades de la adolescencia, que yo ya me había olvidado. La verdad que tengo un hijo que es muy capo, muy compañero, sensible, pensante, amoroso, eso hace todo mucho más genial. 

Yo lo conocí a él con 14 años y lo adopté con 15. Ahora ya tiene 17 y creo que hay algo muy a favor de nuestra historia, como en cualquier historia de adopción, que es poner en juego la voluntad: en esta historia de adopción, a mí nadie me obligó a adoptar a Lucio y viceversa. Por suerte, él tuvo muchas posibilidades: se anotaron 140 familias para adoptarlo y la jueza hizo una preselección en la que yo estuve y todo fluyó para que yo sea su papá. Pero si no estuviera conmigo, estoy seguro de que estaría en otra familia igual de feliz, porque creo que había un montón de voluntades de que eso suceda. Cuando un niño o un adolescente también elige a qué familia sumarse por su voluntad, eso también colabora un montón al vínculo. 

¿Estás trabajando en un proyecto artístico sobre tu vínculo con Lucio?

- Sï, va a ser una obra de teatro que se llama Lucio y yo, que habla sobre todo de nuestros primeros meses juntos. Ese fenómeno extraño en el que una persona desconocida llega a tu vida y algo decreta que es tu hijo, llegás a la vida de una persona -en este caso, un adolescente-, sos nadie para él y por arte de magia pasás a ser su padre. Hay que empezar a habitar y oxigenar ese vínculo para que se convierta en realidad, porque no es por la declaración, por el sello o por la adopción, sino que hay que ponerle laburo. Es una obra re sensible que seguramente voy a dirigir el año que viene.

¿Ya tenés pensado elenco?

- No, no sé quién va a hacer de mí ni de Lucio. Tienen que ser dos personas muy particulares.

Como papá abiertamente gay de un hijo adoptivo, ¿cómo se vive en la sociedad esa realidad? ¿Se avanzó realmente en el último tiempo lo que se cree?

- Mirá, para las nuevas generaciones, tu género o sexualidad ya no son un tema. Lo veo en Lucio y en toda la gente que lo rodea. Por lo cual vuelvo a esto que te conté antes, cuando Lucio aceptó o eligió que yo sea su papá ya sabía sobre mi sexualidad, que yo era un hombre solo y que era gay, por lo que tampoco fue una sorpresa o algo a hablar con él.

Por otro lado, tener un hijo heterosexual siendo un padre gay para mí está buenísimo porque me acerca un montón a una aparte más “cis” por así decirlo que siento que, al estar tan rodeado del mundo del espectáculo, mis amigos gays, mi familia que lo tiene tan incorporado, es volver a esa época mía adolescente en la que yo tenía una mirada muy hetero sobre todas las cosas. 

¿En tu adolescencia nunca te habías cuestionado la sexualidad?

- No, cero. Tuve novias hasta los 19. Seguramente dentro mío me habitaría pero se ve que no me permitía verlo. Tuve varios años de sexualidad hetero hasta que me enamoré de un hombre, tuve mi primer novio entre los 20 y los 23. Cuando me separé de él volví a estar con mujeres un tiempo y me di cuenta que sexualmente iba bien pero emocionalmente no me enamoraba. Ahí dije: “Es con varones”.

Su posición ante los dichos de Milei sobre las adopciones de parejas gays, su decepción con los políticos y su apoyo al INT

También como papá de un hijo adoptivo, ¿cómo viviste las declaraciones de Javier Milei en Davos, cuando vinculó a la adopción por parte de parejas homosexuales con los abusos?

- Creo que el tema ya fue como muy tocado, personalmente yo descreo mucho de la clase política: de los que están ahora, los que estuvieron antes y seguro de los que van a venir. Si revisás mi archivo no vas a encontrar una declaración asociándome o potenciando alguna figura política, no por decisión sino porque no lo encuentro. No les creo, creo que es toda gente que está muy tocada por la ambición, el poder, el protagonismo. Muchas personas que gobiernan tienen ese poder de decir determinada cosa y que eso se magnifique, me cuesta mucho pensar que una persona como Cristina o Milei o Néstor en su momento hagan una declaración sin saber todo lo que eso va a traer después, por lo cual nunca tomo esas declaraciones tan desacertadas y tirabombas como un acto de ingenuidad. Creo que quizá están queriendo mover el avispero, que hablemos mucho de eso para tapar otras cosas. Trato de no colaborar con ese sistema.

Por último, muchos artistas marcharon por el desfinanciamiento al Instituto Nacional del Teatro, ¿qué tenés para decir sobre esto como personalidad del teatro?

- Que me parece terrible. Ya se intentó hacer otras veces y siempre me pareció mal. Está todo mi apoyo para el INT, es una institución fundamental para la actividad teatral: algo que no hay que olvidarse y no deberían olvidarse nunca ninguna de las personas que manejan el país es que Argentina está a la altura de los dos lugares más importantes en relación a la actividad teatral mundial, que son Londres y Nueva York. Tiene la misma cantidad de espectáculos, la misma circulación cultural; es un gran valor argentino, una marca. En la calle Corrientes tenés la misma actividad que en Nueva York o en Londres, más todo el teatro independiente y oficial. A eso hay que sostenerlo con acción, y el teatro off y el independiente se sostiene a través de instituciones como el INT.