"Ojalá este libro me importase menos. Pero me importa muchísimo. Es como alguien de quien me he enamorado. Cuando hablo con ese alguien, me atenaza la timidez, me siento fea y hago gestos raros, forzados. Imposto una voz que no es la mía. Me voy contracturando. Se me engrasa el pelo. Así es como escribo este libro. Escribir antes, escribir mucho antes, en una época en que las mujeres no aprendían a escribir. Es decir no escribir. No solo no tener que hacerlo. No tenerlo permitido", escribe Sabrina Urraca en Diario de Novela (Bosque Energético). Pero no es una escritura en tono de escritora, valga la redundancia, sino que más bien es una confesión, una forma de romper con el estereotipo del autor y mostrar las vulnerabilidades que hay durante el proceso de "creación" de un libro.
Durante varios años, Urraca realizó entradas casi diarias en un cuaderno con un propósito: contar el proceso de escritura de una novela. A lo largo de estas pequeñas reflexiones, la autora recorre sus frustraciones, los bloqueos, su entusiasmo por crear una historia y su necesidad de escribir como si fuera un signo vital fundamental en su cuerpo. Este diario se escribió como un refugio de la propia escritura, porque el problema no estaba en la acción sino en la presión externa e interna que la obligaban a escribir con un objetivo claro y forzoso: que el texto sea bueno.
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¿Qué pasa mientras se escribe?, ¿Cuáles son las posibilidades y límites dentro la escritura?, ¿Es el escritor un animal de costumbre?, esas son algunas de las preguntas por las que directa o indirectamente navega Sabrina Urraca en sus notas. Y es que en este diario, la autora no tiene mayor intención que la de descargarse, mostrar "la otra cara" de la escritura y desmantelar esa imagen, ese rol sublime que se les suele poner a quienes dedican su vida a la escritura. Precisamente, la autora demuestra que hay muchas formas de expresarse a través de la prosa, que no siempre es necesario tener una historia atrapante para contar, sino que también es posible escribir con los pensamientos, las observaciones y las experiencias banales como motor.
Este libro no solo es atrapa por la sensibilidad característica de Sabrina y el relato rítmico acompañado de paisajes y anécdotas, sino también porque pone el palabras experiencias comunes a todas las personas que convierten su expresión artística en tu trabajo, la disyuntiva entre el amor al arte y la responsabilidad, y la necesidad de seguir haciendo arte, de la forma que sea. Un libro ideal para quienes busquen una compañía liviana pero profunda, pero también para quienes busquen entender por qué hacen lo que hacen.
Sobre la autora
(San Sebastián, 1984) es una de las voces más destacadas de la literatura española actual. Creció en Tenerife y vive en Madrid desde hace más de 20 años. Es autora de las novela Las niñas prodigio (Fulgencio Pimentel, 2017; ganadora del Premio Javier Morote, otorgado por CEGAL), Soñó con la chica que robaba un caballo (Lengua de trapo, 2021), Chachachá (Dueto / Comisura, 2023), El celo (Alfaguara, 2024; elegido mejor libro por El Cultural), y Escribir antes (Comisura, 2025). Fue editora residente del sello Caballo de Troya (Penguin Random House) durante 2023 y 2024. En 2020 recibió la beca del MFA in Spanish Creative Writing de la Universidad de Iowa y en 2022 la beca Leonardo para creadores de la Fundación BBVA. Diario de novela es su primera publicación en Argentina.