Federico Bianchini, tras la historia de Claudia Poblete: la mentira que duró más de 20 años, el frente de lisiados peronistas y la pista de los casettes familiares

El periodista y escritor Federico Bianchini publicó Tu nombre no es tu nombre, un registro emocional de la historia de la nieta restituida Claudia Victoria Poblete Hlaczik.

23 de junio, 2025 | 21.14

Claudia Victoria, hija de Gertrudis Marta Hlaczik y José Liborio Poblete Roa, nació el 25 de marzo de 1978, y fue robada de sus padres durante la última dictadura cívico militar. Bajo la identidad falsa de Beatriz Landa -nombre que le dieron sus apropiadores, el matrimonio de Ceferino Landa y Mercedes Beatriz Moreira- vivió más de 20 años, hasta que el 6 de febrero de 2000 recuperó su historia, gracias a la lucha de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. Pero, ¿cómo se resuelven 20 años de crianza que fueron una mentira?, ¿qué haría uno en el caso de que le digan que toda su historia es una gran ficción? Estas preguntas impulsaron al periodista y escritor Federico Bianchini -autor de la excelente crónica Antártida: 25 días encerrado en el hielo (2016)- a contar la historia de Claudia Victoria.

Tu nombre no es tu nombre (Marea Editorial) no es un libro más sobre la dictadura, sino que va más allá y propone un perfil emocional (y emocionante) a partir de la historia de Claudia. La crónica acerca a los lectores al capítulo más sangriento de la historia argentina reciente desde una lograda y buscada intimidad con la protagonista, lo que da por resultado momentos reveladores. “Sentía que había temas, como lo qué pasó con los nietos restituidos, que de algún modo habían quedado restringidos a cierto nicho militante y que no se estaban narrando. Por eso decidí hacer este libro”, sostuvo Bianchini en diálogo con El Destape por el reciente lanzamiento en Argentina.

Foto de portada de Tu nombre no es tu nombre. (Gentileza Federico Bianchini).

¿Fue difícil acceder a las zonas más dolorosas de la historia de Claudia?

- A Claudia le aclaré desde el principio que yo tenía un interés y que si bien siempre iba a tener respeto por lo que me contase, iba a preguntar. La idea inicial era contar una historia sobre nietos restituidos para un podcast de Chile, pero ví que su historia tenía excelente potencial para ser una crónica. Claudia tiene una forma de pensar lo que vivió de una manera que era muy productiva a los fines narrativos. Estamos hablando de una persona que se encuentra a los 21 años en un lugar del que no sabe si quiere salir o no por lo complejo de la situación...

En un momento de nuestras charlas le planteé que su historia me emocionaba mucho, por su potencia a nivel narrativo, y eso me descolocaba de mi lugar de entrevistador atento. Me ganaba la emoción. La manera que encontré para salir de esto fue decírselo: “¿cómo puede ser que yo esté así y vos estés contando tu historia como si le hubiera pasado a otra persona?”. Y ella respondió que la única herramienta con la que podía meterse en ese tema era si lo narraba como si fuera otra persona. También me planteó que si yo le pedía fotos, ella me iba a dar unas fotos determinadas y otras no me las iba a dar. Entonces, mi idea fue tratar de sacarla de ahí y llegar a aquellas cosas que a veces prefería no contar. Eso se logra no por las preguntas que uno hace, sino por la empatía y la confianza que uno puede llegar a lograr con el entrevistado o entrevistada.

El libro dedica una buena parte a rescatar archivos de Abuelas sobre la historia de Claudia y sus padres. ¿Cómo accediste a ese material?

- No me interesaba hacer un libro de escritorio, recopilando cuestiones, sino que lo que buscaba era lograr un recorrido emocional sobre lo que ella le había pasado: qué había sentido, cómo había tomado las decisiones que tomó, qué obstáculos se le habían ido interceptando en el camino. Y para eso necesitaba mucho de su presencia y de sus respuestas. Al principio, cuando le dije que quería hacer un libro con su historia, Claudia me pidió tiempo para pensar la idea y como justo estábamos entrando en la pandemia hubo un año no volví al tema.

Después de un tiempo le volví a escribir y le conté las motivaciones que tenía para hacer este libro y accedió a que nos volviésemos a encontrar. Cuando nos vimos ella, apareció con estos cassettes. Para mí, ese gesto fue una manera de decir “sí, hagamos el libro”. Cuando escuché esas grabaciones de la familia de Claudia, su abuela Buscarita y los amigos de su papá y su mamá sentí que estaba ante un registro emocional de su historia, más allá de ser un documento histórico y periodístico valiosísimo.

Lo que desconocía por completo era la historia del Frente de Lisiados Peronistas (FLP), donde militó el papá de Claudia. 

- Yo había leído una crónica de Martín Caparrós de los ‘90, en donde él se sube a un colectivo y queda al lado de un ciego que reparte sus poesías y que le cuenta su historia con el FLP. Forn (Juan) también había escrito una contratapa en Página 12 y después está el libro Los rengos de Perón, de Alejandro Alonso, que cuenta la historia del Frente. Ese libro me ayudó a completar uno de los vacíos de la historia: la desaparición de los padres de Claudia.

José Poblete, Trudi y Claudia. (Imagen de archivo).

Cuando le pregunté a Rafecas (Daniel) si había alguna forma de investigar dónde están los cuerpos de los padres de Claudia Poblete, me dijo que no hay ninguna forma de poder saberlo. Rafecas habla de una rígida cortina probatoria que se cierra sobre los hechos: a José Poblete lo ven en el centro de detención clandestino del Olimpo, lo ven en su silla de ruedas, después ven la silla de ruedas tirada y hay un traslado, pero la gente que lo vio ahí no sabe más nada, los que testificaron en el juicio se fueron hacia atrás, los militares que testificaron en la televisión nunca dieron su versión en la Justicia y la gente que podría saber algo nunca habló. Entonces, narrar una desaparición -y esa en específico- es como describir un silencio. Y el libro de Alejandro Alonso me ayudó, ya que él fue testigo de los momentos inmediatamente posteriores a la desaparición, cuando ellos llegan a la casa de Guernica y descubren que está todo tirado, que falta una máquina de escribir, que no hay rastros ni de Trudy ni de la bebé. Son detalles que permiten conocer algo de la escena.

¿Los apropiadores de Claudia están vivos?

- En un momento de su historia Claudia rompió el vínculo con ellos y tiempo después un sueño la llevó a googlear el nombre de su apropiador descubriendo así que había fallecido dos o tres años antes. De su apropiadora lo último que sé es que estaba viva -es una mujer muy mayor-, pero Claudia no tiene relación con ella.

¿La buscaste para entrevistarla?

- Esa fue una de las cosas que me plantee mientras estaba haciendo el libro, entrevistar a Mercedes Moreira y a “El Turco” Julián, que estaba preso en Campo de Mayo, pero por el punto de vista que adopto en el libro decidí que no, porque es un recorrido emocional muy cercano a Claudia y ella, de algún modo, había decidido romper con eso.

Tu nombre no es tu nombre, de Federico Bianchini puede conseguirse en librerías.