Radiografía económica del año electoral: recesión, salarios en caída y ganancias récord concentradas

El rumbo económico priorizó bajar la inflación, pero el costo se refleja en desempleo, estancamiento y una distribución cada vez más desigual. ¿Quiénes pierden y quiénes ganan en el modelo libertario?

09 de septiembre, 2025 | 00.05

El escenario económico pre-electoral puso sobre la mesa el impacto de un modelo que priorizó sostener la desaceleración de la inflación pero a costa del fuerte deterioro de indicadores clave de la economía real. En este marco, la economía se acerca a octubre amenazando con una recesión, mientras se agrava la crisis del mercado laboral con menos empleo, más precariedad y caída de los ingresos, y pierde dinamismo el crédito que amenaza a un ya golpeado mercado interno. Sin embargo, en la vereda de enfrente, la elite empresarial se beneficia de la crisis con ganancias desmedidas de su cúpula.

Al respecto, las principales actividades generadoras de empleo evidencian severos signos de estancamiento e inestabilidad (sobre todo industria y construcción) a la vez que empeoraron todos los indicadores laborales: creció el desempleo, la subocupación y la precarización. Por otro lado, la vulnerabilidad de la economía nacional, ocurre en simultáneo con los desmedidos incrementos en la rentabilidad de algunos sectores privilegiados (energético y de servicios, financiero, y alimentario-agroexportador). De esta manera, la política económica del gobierno de Javier Milei profundizó el carácter regresivo de la distribución del ingreso iniciado en 2016, ampliando la capacidad que tiene el capital privado para apropiarse de excedentes económicos: desde que comenzó la administración libertaria el costo salarial de toda la economía se redujo en 66,1 billones de pesos. Así, 48,8 billones salieron del bolsillo de los asalariados hacia las ganancias del capital. 

En este panorama, las proyecciones para los próximos meses no son las mejores: “la política económica tan enfocada en lo electoral no será gratis y el propio Milei lo ha reconocido públicamente: la actividad económica ya venía estancada en el primer semestre de 2025 (el nivel desestacionalizado del EMAE de junio estaba por debajo del de diciembre 2024) y nos sorprendería enormemente que no haya un descenso relevante del PBI en el 3T25 con respecto al 2T25”, anticiparon desde la consultora 1816. En relación, los últimos datos del Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) que difunde el Banco Central estimaron una inflación mensual de 2,1% para agosto (+0,4 puntos vs. el REM previo), a la vez que proyectaron que el PBI retrocederá (-0,3%) en el tercer trimestre del año, y el tipo de cambio se ubicaría a fin de año en $1.441 % (+3,5 puntos contra el REM previo). 

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Perdedores del modelo

En términos generales, el Gobierno de Javier Milei llega a las elecciones de octubre con un deterioro sostenido de los principales indicadores productivos, laborales y de condiciones de vida de la mayor parte de la población. “La búsqueda de desinflación no es inusual en meses preelectorales, aunque esta vez resalta la fragilidad del tipo de cambio y el costo de priorizar la estabilidad de precios sobre lo real”, destacó un informe de la consultora C-P. En relación, estimaron que el uso del ancla salarial implicó una caída del 4% del salario real del sector privado en 2025 mientras que el ajuste fiscal de 2024 consolidó bajos niveles en los salarios públicos jubilaciones y programas sociales. Se configura así “un escenario atípico para los ingresos en un año electoral”.  

Por otro lado, si bien el crédito privado se expandió con fuerza en los primeros meses de este año, los efectos negativos del descalabro monetario de estas semanas comienzan a ser visibles: “el crédito de las familias y empresas muestran signos de agotamiento y la mora alcanza máximos registros históricos, incluso antes de la suba de tasas”, puntualizaron. 

En este panorama, ¿quiénes pierden con el modelo de Milei? En primer lugar, desde el punto de vista de la actividad económica, el sector más golpeado en los últimos dos años es la industria manufacturera que perdió en torno a 174 mil puestos de trabajo, seguido de la administración pública, defensa y seguridad social (-131 mil empleos). Se trata de sectores muy relevantes en términos de la calidad del empleo al tener una elevada tasa de asalariados formales. En un escalón más bajo aparece el servicio doméstico (-81 mil empleos) y el sector construcción (-70 mil empleos). 

Sobre ello, un documento presentado por el Centro de Estudios Metropolitanos (CEM) analizó en detalle el impacto de la política económica actual en el mercado laboral: entre el primer trimestre del 2023 e igual periodo del 2025 aumentó la tasa de desocupación (del 6,9% al 7,9%), la cantidad de ocupados sobre la población total disminuyó (de 45% a 44,4%), la subocupación demandante pasó de 6,3% al 7%, el pluriempleo -personas con más de una ocupación- pasó de 8,6% a 9,7%, el universo de trabajadores registrados se achicó (-37,2 mil) y el poder adquisitivo de los asalariados registrados cayó (-5,5% desde noviembre del 2023).

Sobre esto, sin dudas, uno de los sectores más golpeados por las políticas de La Libertad Avanza (LLA) es el sector asalariado formal. Hasta mayo del 2025 se destruyeron 184 mil empleos asalariados registrados mientras, en contraste, creció el cuentapropismo (autónomos +35,2 mil y monotributistas +112,6 mil), impulsando un proceso de precarización del mercado de trabajo. “No solo se han reducido los puestos de trabajo en el sector público, también constituye uno de los sectores que más poder adquisitivo ha perdido desde noviembre del 2023 (-14,3%)”, agregaron desde el CEM y sumaron que, en el caso del empleo de casas particulares, se contrajo en 22,6 mil empleos (-5% del total del empleo en ese sector). Este dato es relevante dada la alta tasa de feminización del sector y porque se pierde trabajo registrado en uno de los sectores con mayores asalariados informales.

“Todos estos datos muestran un deterioro generalizado de las condiciones laborales de los trabajadores y una agudización de las principales problemáticas del mercado de trabajo en los últimos dos años”, señaló el centro de estudios.  Asimismo, en tiempos de crisis, hay grupos poblacionales más desprotegidos que sufren de manera desigual las políticas económicas. En esa línea, por segmentos de la población, se destacó el caso de las mujeres, uno de los principales universos afectados, según se evidenció en el aumento de la tasa de desempleo (pasó de 7,8% en 1T2023 a 9% en el 1T 2025) a diferencia de los varones quienes tuvieron la misma tasa de desocupación en el 2024 y 2025. Por el lado de los ingresos, hubo un aumento de la brecha salarial que pasó de representar 23,3% en el 2023 a 25,8% en 2025. 

También se indagó en la situación de las y los jóvenes de 18 a 24 años. Actualmente, el 20,6% se encuentra desempleado, cuadruplicando la tasa en adultos (5%). Un dato preocupante es que el 69,6% de los jóvenes ocupados tiene un empleo informal (incluyendo asalariados y trabajadores independientes) mientras que el 30,2% trabaja en unidades económicas o productivas informales y que no tienen ningún tipo de registro o facturación. Se observó así, “un proceso de precarización de la fuerza de trabajo juvenil en los últimos años”, alertaron. 

Desde la perspectiva regional, se encontraron jurisdicciones que vienen sufriendo más que otras. El caso más resonante es el Gran Buenos Aires por su peso específico en materia de empleo y producción a nivel nacional: mientras en 2023 la tasa de desocupación era del 7,7%, para inicios de este año llegaba a 9,1%, una diferencia negativa de 1,5% en dos años. En términos absolutos esto significó un aumento de 133 mil nuevos desocupados en la región. Otras dos regiones golpeadas por la crisis es el Noroeste y Noreste cuya tasa de desocupación pasó de 4,5% a 6,1% y de 4,5% a 5,7% respectivamente. “Si bien en todas las regiones (incluido Cuyo, Patagonia y Pampeana) ha aumentado su desocupación, el Gran Buenos Aires por su elevada tasa de desempleo y peso relativo en términos absolutos prevalece como la región más perjudicada”, dijeron desde el centro económico.

Al desagregar la situación de los trabajadores asalariados registrados en cada provincia, tanto la provincia de Buenos Aires como la Ciudad Autónoma de Buenos Aires encabezan los distritos con mayor pérdida de puestos de trabajo: -33,1 mil para el primer caso y -14,8 mil para el segundo. Le siguen provincias de la zona núcleo del país como Córdoba (-7,4 mil) y Santa Fe (-8,5 mil). 

Ganadores del modelo

Las frecuentes crisis económicas, la mayor inestabilidad financiera y volatilidad cambiaria no afectan a todos por igual y, aún más, hay quienes resultan ganadores: un conjunto de empresas del sector energético y de servicios, financiero, y del sector alimentario-agroexportador están entre los grandes ganadores. Al respecto, la política económica del gobierno libertario profundizó el carácter regresivo de la distribución del ingreso iniciado en 2016, ampliando la capacidad que tiene el capital privado para apropiarse de excedentes económicos. Desde que comenzó de la administración libertaria el costo salarial de toda la economía se redujo en 66,1 billones de pesos. En detalle: 48,8 billones fue lo que salió del bolsillo de los asalariados hacia las ganancias del capital. Sumado los 11,6 billones que dejó de percibir el Estado por aportes y contribuciones, en tanto que las obras sociales perdieron 4,7 billones y los sindicatos, 1 billón de pesos, según estimaciones del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE). 

En ese sentido, un informe presentado por el centro CIFRA-CTA mostró que la contracara del proceso de regresividad distributiva es el aumento de la rentabilidad empresaria. Si bien el excedente empresario en relación al PIB se mantuvo estable entre 2023 y 2024, ello esconde la heterogeneidad que también existe en el seno empresarial y una forma de aproximarse a esta cuestión es indagando los balances de 12 grandes empresas que cotizan en la Bolsa de Valores. Los datos indicaron que “la utilidad neta sobre ventas fue en promedio de 19,4% en 2024, revirtiendo la pérdida que habían declarado en 2023 (-0,9%). Se trata de un nivel que es significativamente superior al que internalizaron desde 2015, cuyo nivel a su vez fue superior a la rentabilidad obtenida por la cúpula empresarial (las 200 empresas de mayor facturación anual)”, precisaron. El ranking de utilidades incluyó principalmente a energéticas, concesionarias de infraestructura aeroportuaria, alimenticias, operadoras de servicios públicos y de las comunicaciones, entre las principales. 

Es decir que, mientras el escenario se presenta cuanto menos difícil para la actividad productiva, “para los grupos económicos concentrados -el capital financiero y para los grandes conglomerados vinculados a la exportación de alimentos o materias primas- las crisis recurrentes y cada vez más frecuentes y agudas, se presentan como una oportunidad especial para obtener rendimientos extraordinarios en sus actividades”, señaló un informe del MATE y la Fundación Friedrich-Ebert-Stiftung (FES). Mientras tanto, "otros sectores empresariales, muchos de ellos atados al mercado interno, también logran obtener, en el contexto de inestabilidad, resultados importantes en el corto plazo, principalmente por la caída del costo de la mano de obra en sus cuentas". 

Una de las actividades sobre las que pusieron el ojo fue el sector financiero. Según detallaron, la rentabilidad del sector despegó a comienzos de 2024 y alcanzó un nuevo récord. Así, la devaluación de diciembre del 2023 apenas asumido el gobierno actual “produjo un fuerte salto de la ganancia, que alcanzó un máximo absoluto para el sector”, y ello fue a costa de una pérdida en la participación del componente salarial que “llegó a su punto mínimo”.

Un segundo sector analizado fue el energético. Sobre los resultados económicos, las firmas se vieron favorecidas por el incremento de tarifas que mejoró los ingresos de las transportistas y distribuidoras de gas natural y energía eléctrica: “los resultados muestran un incremento de la porción de valor apropiada por el capital, en detrimento de las participaciones del trabajo y el Estado”. Se agrega el sector agroexportador que cumple un rol determinante en la economía argentina por su gravitación en las exportaciones del país y, por lo tanto, como fuente principal de ingreso de divisas. Si bien el peso de los salarios en la facturación de la actividad fue históricamente mínimo, cayó a niveles aún más bajos en el periodo analizado, “finalizando en tan solo el 1,2% de las ventas”. Otro aspecto que destacaron es que “las empresas tienen un fuerte nivel de endeudamiento en moneda extranjera, que en algunos casos duplica y hasta cuadruplica el patrimonio de las firmas”.

Por último, los beneficios acumulados, tarde o temprano, terminan presionando sobre las divisas y encontrando algún camino para fugarse hacia el exterior. Desde que se liberó parcialmente el “cepo”, el sector privado formó capitales externos (fugó) más de 14 mil millones de dólares. Es decir que, en 4 meses se fue completo el nuevo préstamo que el FMI le otorgó al gobierno de Milei.