Se acelera la inflación: los límites de la política de precios con efecto en la producción y el consumo

El modelo económico de La Libertad Avanza muestra señales de agotamiento. Tras una fuerte redistribución regresiva del ingreso, el freno inflacionario no se traduce en reactivación, mientras el consumo, la producción y el poder adquisitivo siguen en caída libre. 

09 de agosto, 2025 | 00.05

La gestión de la Libertad Avanza se enfrenta a las consecuencias de su programa cortoplacista: no poder avanzar en una etapa sostenida de reactivación económica sin afectar su objetivo de reducir el ritmo inflacionario. Desde la mega devaluación del inicio del gobierno de Javier Milei, tuvo lugar una profunda redistribución regresiva del ingreso que, sumado al fuerte ajuste y a la política cambiaria, desencadenó una redefinición de precios relativos con un importante traslado de ingresos en favor de los grupos económicos más concentrados. En ese marco y con la mayor volatilidad cambiaria y financiera actual, el desequilibrio externo y la suba del tipo de cambio ponen en duda la sostenibilidad de la desaceleración inflacionaria de cara a las elecciones de octubre, y ya son varias las voces que  alertan por el grado de traslado a precios y los limites del ancla salarial. 

En tal coyuntura, pese a que el dato de inflación de junio mostró un menor ritmo de suba mensual (+1,6%), consultoras privadas anticipan que en julio -el IPC-INDEC se conocerá el miércoles próximo- hubo una aceleración en los precios al consumidor, aunque la mayor presión se sentiría en el mes en curso. Sobre ello, un informe del centro CIFRA-CTA remarcó que, debido a la apreciación cambiaria y la apertura desregulada, se generó una modificación en los precios relativos en detrimento de los bienes transables y a favor de los servicios, cuyos precios aumentaron 40% por encima de los bienes.

En relación, a pesar de ciertos signos de recuperación en las ventas, la demanda no logra recomponerse lo que, sumado al creciente uso de financiamiento para la compra de bienes básicos, pone sobre la mesa el deterioro en las condiciones de vida de las familias argentinas, en un contexto de golpe al poder adquisitivo y elevada incertidumbre económica. Así las cosas, el salvataje del Fondo Monetario Internacional (FMI) solo pudo frenar la corrida que se había desatado en marzo, pero no pudo generar las condiciones para impulsar una nueva burbuja financiera, como quedó en evidencia en estos días, atravesados por la la falta de reservas internacionales que hoy escasean. 

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Salarios, dólar y lo que viene 

El objetivo central de la política económica del gobierno nacional se focaliza en la desaceleración inflacionaria a partir, según el oficialismo, de la contracción de la oferta monetaria, la estabilización del dólar oficial, la apertura y desregulación económica. Sin embargo, un elemento central en el proceso de desinflación es la propia recesión económica y los bajos niveles de consumo.

Sobre esto último, tras la fase recesiva del primer semestre de 2024, a partir de la segunda mitad de ese año la actividad económica tendió a recuperarse, en parte, por la recuperación del salario real. Sin embargo, en lo que va de 2025, se advierte un cambio de tendencia: el salario registrado en el sector privado (SIPA) cayó, en términos reales, casi 4% entre diciembre de 2024 y abril de 2025 y en el caso del sector público, no solo se ubica por debajo de diciembre último (-0,2%) sino que, con el fuerte ajuste fiscal mediante, resultó 15,5% inferior a noviembre de 2023.

Otra de las características de la etapa es que, pese a la recuperación mencionada de la actividad, el impacto en la generación de empleo fue escaso. Si se compara el primer trimestre de 2025 con igual período de 2023, los tres sectores que tuvieron mayor expansión (minas y canteras, sector agropecuario e intermediación financiera) generaron apenas 72.000 puestos de trabajo con tasas de crecimiento que superaron el 10%, y nulo efecto en el empleo registrado. Por el contrario, la industria y la construcción, que cayeron 9,4% y 14,9%, tuvieron una pérdida de 244.000 puestos de trabajo.

Este cuadro de situación evidencia, al mismo tiempo, que la apreciación cambiaria con apertura comercial provoca cambios en la estructura de precios relativos en detrimento de los bienes (transables), que subieron menos que el IPC, y a favor de los servicios (no transables) que aumentaron por encima. Sobre ello desde el centro CIFRA-CTA señalaron que “pese a que la retórica oficial se reduce a la cuestión fiscal, la política antiinflacionaria que desplegó el gobierno no solo comprendió el ajuste fiscal sino, fundamentalmente, el ancla cambiaria y la apertura comercial, a lo que se agregó el ancla salarial en 2025".

De esta manera, se logró reducir el nivel de la inflación minorista del 8,2% mensual entre enero y diciembre de 2023 hasta el 1,6% en junio, aunque esa reducción en el ritmo inflacionario no fue sistemática en el tiempo. En ese sentido explicaron que “debido a la apreciación cambiaria y la apertura, este proceso generó una modificación en los precios relativos en detrimento de los bienes transables y a favor de los servicios, cuyos precios aumentaron 40% por encima de los bienes”.

Por otro lado, un informe reciente de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA planteó que “la tendencia descendente de la inflación viene dándose con un importante cambio de precios relativos, en que los servicios crecen a un ritmo muy superior al de los bienes. Los primeros treparon 64% anual (42% trimestral anualizado) y los últimos lo hicieron en apenas 30% anual (19% trimestral anualizado)”. Según los economistas, esta dinámica se corresponde con la apreciación cambiaria, “ya que los bienes se retrasan por estar más ligados al dólar, y suele darse en todas las grandes desinflaciones”. En esa línea, sostuvieron que “es llamativo que este orden no haya cambiado con la reciente suba del dólar”.

El cambio de precios relativos en favor de los no transables es una constante del actual gobierno. ¿Qué explica la aceleración de los servicios por encima de los bienes? Según el informe realizado por Joaquín Waldman, investigador del IIEP- UBA se destacan cuatro cuestiones principales: “el rezago del tipo de cambio oficial luego de la devaluación que retuvo la suba de los bienes; el salto de tarifas y transporte público; el abaratamiento de los importados; y la reducción de la brecha cambiaria, que motivaba el sobreprecio de las importaciones por devaluación esperada”. De esta manera, los servicios vienen siendo claros ganadores del alza en los precios, liderados por los servicios públicos (agua, gas, electricidad y transporte), que subieron 99% real. También se encarecieron sectores de servicios privados, hoteles y restaurantes. 

Respecto a qué esperar para los meses que restan del año, Pablo Manzanelli y Leandro Amoretti de CIFRA, analizaron que “el desequilibrio externo y la suba del tipo de cambio en el mes de julio –ascendió 7,2%– ponen en tela de juicio la sostenibilidad de la reducción en el ritmo de inflación y de los efectos de la apertura importadora y el ancla salarial”. Para los investigadores, “más allá de que parezca el ‘largo plazo’ por los acuciantes problemas de coyuntura que atraviesa la economía argentina, es evidente que en los próximos años esta situación se complejiza sustancialmente por una innegable crisis de deuda que se acrecienta si se consideran los vencimientos totales de la deuda en moneda extranjera”.

Desde Económicas, por su lado, destacaron que “la apreciación excesiva del dólar lleva al deterioro de las cuentas externas, incrementando los riesgos de crisis cambiarias. Este vínculo se ve agravado por la falta de reservas internacionales, que hoy escasean”. A su entender, “la clave a monitorear, sobre todo luego de la volatilidad cambiaria y financiera vista la semana pasada, es el grado de traspaso a precios internos, para discernir si la suba del dólar se traduce en un tipo de cambio real más alto o únicamente en una mayor nominalidad”.

Tarjetas y compras más chicas

La demanda de bienes aún no muestra señales claras de recuperación. Si bien las ventas en supermercados arrojaron una mejora, no fue suficiente para compensar la caída acumulada -cerca de 10%- desde inicios del gobierno. “Esto genera que la caída acumulada en las ventas de supermercados durante la gestión sea cercana al 7%”, indicó un relevamiento del Centro para la Recuperación Económica (Centro RA).

Por su lado, las ventas mayoristas profundizaron su retroceso desde el cambio de gobierno, acumulando una contracción cercana al 19%. “Esta divergencia podría estar reflejando un proceso de desacumulación de stocks por parte de los supermercados, que estarían vendiendo mercadería adquirida en períodos anteriores sin reponerla vía compras mayoristas, en un contexto marcado por la incertidumbre y poca probabilidad de recuperación de la demanda en el corto plazo debido a la pérdida de poder adquisitivo de los salarios”, agregaron los especialistas.

Además, un aspecto relevante a destacar es el creciente uso del crédito para financiar el consumo en supermercados. Entre diciembre de 2023 —inicio de la gestión de Milei— y mayo de 2025, el uso de tarjetas de crédito para realizar estas compras se incrementó significativamente, pasando de representar el 39% al 46% del total. “Esta dinámica sugiere que una proporción creciente de los hogares estaría apelando al endeudamiento para cubrir consumos básicos mensuales, como alimentos, productos de higiene y artículos de primera necesidad” dijeron los economistas. 

En definitiva, los datos ponen en evidencia las cada vez mayores dificultades que enfrenta el mercado interno y el creciente deterioro de la calidad de vida de las familias argentinas bajo el modelo libertario.