Durante abril de 2025, vivir en la Ciudad de Buenos Aires y formar parte de la clase media exigió ingresos cada vez más elevados. Según datos oficiales de la Dirección General de Estadísticas y Censos porteña, una familia tipo —dos adultos y dos menores— necesitó ganar entre $1.840.530 y $5.889.696 mensuales para ubicarse dentro del segmento medio de ingresos.
Ese rango marca los ingresos de lo que el informe clasifica como "clase media plena". Por debajo de ese umbral, se encuentra el sector medio frágil, que incluye a los hogares con ingresos mensuales de entre $1.472.424 y $1.840.530.
En el otro extremo, una familia que superó los $5.889.696 mensuales fue considerada como parte del sector acomodado, es decir, con ingresos superiores a cuatro veces la Canasta Total del Sistema de Canastas de Consumo porteño. El mismo informe también reveló que en abril una familia necesitó al menos $1.167.271 para no ser considerada pobre, y $630.787 para no caer bajo la línea de indigencia.
Este contexto se dio en un mes en el que la inflación fue del 2,8%, marcando una leve desaceleración respecto a marzo. Sin embargo, la presión sobre los ingresos familiares sigue siendo alta: en los primeros cuatro meses del año, los precios acumularon una suba del 47,3%.
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En comparación con abril de 2024, los ingresos necesarios para cubrir las necesidades básicas en la Ciudad de Buenos Aires aumentaron de forma significativa. Hace un año, una familia tipo necesitaba $495.583 para no caer en la indigencia, mientras que el umbral de pobreza se establecía en $825.809. Para ser considerada dentro de la clase media, el mismo hogar requería $1.011.529 mensuales.
Doce meses después, esos valores escalaron hasta $630.787 (línea de indigencia), $1.167.271 (línea de pobreza) y $1.840.530 (inicio del rango de clase media), reflejando el impacto directo de la inflación en el poder adquisitivo porteño.
La Dirección de Estadísticas porteña aplica un sistema de estratificación socioeconómica que permite no solo identificar a los hogares pobres, sino también segmentar con mayor precisión a los sectores no pobres. Esta metodología considera no solo los ingresos, sino también la composición del hogar y la tenencia de la vivienda.
Así, por ejemplo, una pareja joven sin vivienda propia necesitó $1.070.750 para alcanzar el nivel de clase media, mientras que una pareja de adultos mayores propietaria debió contar con $764.194. Para una persona sola, la Canasta Total se estimó en $521.749.
Los ingresos también muestran una fuerte brecha entre los diferentes estratos: mientras que los hogares más vulnerables no alcanzaron los $630.787, aquellos considerados de clase media contaron con ingresos que partieron desde 1,25 veces la Canasta Total, sin superar las cuatro veces ese valor. Los sectores acomodados, en cambio, superaron ampliamente ese umbral.
Este tipo de segmentación no solo ayuda a entender mejor las transformaciones en el entramado social de la Ciudad, sino que también es clave para diseñar políticas públicas más específicas y efectivas.