La motosierra escondida: el plan de Milei para 2026 que no dijo en la cadena nacional

Una lectura más exhaustiva del proyecto de Presupuesto da cuenta de las trampas que le permitirán a Milei continuar en la práctica con la motosierra social, pese a los anuncios de aumentos para salud, discapacidad, universidades y jubilaciones. 

17 de septiembre, 2025 | 00.05

El presidente Javier Milei, en medio de un discurso enfocado a calmar a los inversores, arrojó algunos números al azar sobre partidas vinculadas a la Salud, la Educación y los jubilados. Aseguró, sin mayores precisiones, que el proyecto de Presupuesto 2026 contempla mejoras reales –es decir, descontada la inflación—en esas partidas. Sin embargo, sus afirmaciones, con una lectura más exhaustiva del proyecto, dan cuenta de las trampas que le permitirán en la práctica continuar con la motosierra social.

La primera es subestimar la inflación. Tal como explicó el periodista Rodrigo Nuñez, un supuesto de inflación del 10,1 por ciento anual, cuando el índice mensual arroja variaciones en torno al 2 por ciento, derivará en un ajuste de hecho en cada una de las partidas sobre las que se destina un mínimo porcentaje por encima de la suba de precios proyectada.

“El presupuesto aumenta el gasto en jubilaciones un 5 por ciento y en salud un 17 por ciento, ambas partidas por encima de la inflación. El gasto en educación también aumenta un 8 por ciento por encima de la inflación. Por otro lado, habiendo realizado las auditorías pertinentes, el monto recibido por cada pensionado por discapacidad también aumentará en un 5 por ciento por encima de la inflación del 2026”, lanzó Milei en la presentación del proyecto.

Milei y el FMI siguen en Narnia

La lectura rápida de los dichos de Milei implicaría una mejora asegurada en términos reales, luego del castigo que sufrieron estas partidas, donde en promedio se ejecutaron a la mitad respecto del último presupuesto aprobado (en 2023). Pero ni siquiera habría una recuperación, porque los porcentajes se hacen sobre la base de la inflación estimada por el Gobierno, de 10,1 por ciento para el 2026, un guarismo impensado mientras los precios viajan a un ritmo del 2 por ciento mensual y acumulan en los que va del año un alza de 19,5 por ciento.

El último relevamiento del Fondo Monetario estimaba la inflación de este año, en un promedio entre 18 y 23 por ciento y para el 2026, de entre 7 y 12 por ciento. La inflación interanual medida a agosto se ubica en el 33,6 por ciento.

En criollo, los aumentos de partidas serán fijos en jubilaciones, de 15,1 por ciento; en Salud, de 27,1 por ciento; en Discapacidad, 15,1 por ciento y en Educación, de 18 por ciento. Estos son los verdaderos guarismos en lo que ampliaría los presupuestado en estas áreas. Si la inflación se dispara, algo previsible si se corrige el tipo de cambio, todos estos valores derivarán en una pérdida real (descontado el índice de precios). Pero el gobierno libertario sostendrá que es la inflación la que lleva el ajuste y no una decisión del Ejecutivo.

Milei con y sin dinero

La otra trampa que abre el paraguas al ajuste es lo que podría denominarse la “cláusula de reciprocidad”, que implica el cumplimiento que una obligación o beneficio está condicionado a que la otra parte haga lo mismo o conceda un beneficio similar. En este caso, la contraparte será la recaudación.

“Este presupuesto cuenta con restricciones de financiamiento, impidiéndole al Tesoro financiarse a través del Banco Central, porque esto implicaría emisión monetaria y el retorno al infierno inflacionario. También presenta una regla de estabilidad fiscal, es decir, que si los ingresos caen o los gastos superan a lo previsto se deberán ajustar partidas para mantener el equilibrio fiscal”, dijo el mandatario libertario durante el acto de presentación. En resumen, si la recaudación cae, como está sucediendo en un contexto de recesión y caída del consumo, el Gobierno podrá modificar discrecionalmente la asignación de partidas. Va de suyo, que no será el gasto en vencimientos de deuda donde aplicará su motosierra.

En este caso, los inconsistentes supuestos en los que se basan las estimaciones de ingresos anticipan una nueva ola de ajustes. La recaudación en 2026 de los impuestos nacionales y de aportes y contribuciones a la seguridad social se estima que aumentará un 21,7 por ciento respecto a la proyectada para el 2025, creciendo 0,47 puntos del PIB respecto al año anterior. La presión tributaria pasaría de 21,3 por ciento del PIB en el año 2025 a 21,77 por ciento en el año 2026.

Este cambio responde principalmente a la evolución de algunas variables en el contexto macroeconómico, que contribuyen al alza de los recursos estimados. La suba estimada de la recaudación nominal se explica por los aumentos proyectados de la actividad económica, de los volúmenes del comercio exterior, de la remuneración imponible y los puestos de trabajo, de los precios y del tipo de cambio. En el mismo sentido incidirán los mayores ingresos esperados correspondientes a los regímenes de facilidades de pago”, explicó el informe.

Sin embargo, las cifras actuales y las anticipadas para el año próximo distan de este diagnóstico. En comercio exterior, el propio informe advierte de un déficit crónico hasta 2028, que acumulará un rojo de 18.866 millones de dólares. El tipo de cambio se estima en el proyecto que seguirá atrasado. Le otorga un valor nominal de 1.488 pesos a fin de 2028 (actualmente se ubica en torno a los 1.470 pesos).

La actividad económica se apresta a cerrar el año en recesión, acumulando en los primeros siete meses del año, cinco en retroceso. Y en materia de empleo, en junio se exhibió la peor caída de puestos de trabajo en el sector privado registrado desde el primer trimestre de 2024. Contra noviembre de 2023, la caída acumulada es de 189.609 asalariados formales.