El gobierno tiene previsto privatizar de manera parcial la empresa Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima (NASA), que opera las tres centrales nucleares del país Atucha I, Atucha II y Embalse. La intención del gobierno de Javier Milei es vender el 44% de NASA y dejar un 5% como propiedad participada para trabajadores. El Destape entrevistó al físico Rodolfo Kempf, especialista en combustibles nucleares y residuos radioactivos, docente de la UBA e investigador de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), entre otros antecedentes en el sector nuclear, que analizó el impacto de la privatización en el conjunto de empresas e institutos del área nuclear.
Kempf, que también es coordinador de Energía Nuclear para Fines Pacíficos de la Federación Internacional de Energía e Hidrocarburos de América Latina y el Caribe, denunció además que por la falta de financiamiento “la tasa de licencias sin goce de haberes en el sector es de 30 personas por mes. Esto es un paso previo a la renuncia y migración de científicos del área nuclear del país. Hay alrededor de 150 cuadros técnicos que migraron de la CNEA hacia otros países”.
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-¿Cuál es la situación actual del sector nuclear argentino?
Es grave. En primer lugar, hay una tendencia que crece que es la migración de cuadros técnicos a empresas canadienses, estadounidenses o de otros países. Fundamentalmente porque el denominado Plan Nuclear del gobierno de Javier Milei, a cargo de Demian Reidel, no implica desarrollo en casi ninguna área o en muy pocas áreas del sector nuclear y, además, porque los salarios son bajísimos. Ingenieros o ingenieras tomando tareas profesionales no logran sostener un alquiler, alimentación y llegar a fin de mes, mucho menos si tienen chicos. Además, en el cierre del proyecto de la Central Argentina de Reactores Modulares (CAREM) toda la ingeniería se fue a otros lugares de la CNEA o forman parte de los que directamente se fueron de la CNEA.
Hay tareas que se vienen llevando adelante como la remediación de la minería de uranio en el Complejo Minero Fabril San Rafael o las tareas de la planta piloto de enriquecimiento de uranio en (el Complejo Tecnológico) Pilcaniyeu, o como hacen los trabajadores y trabajadoras que han quedado a cargo del mantenimiento en Lima (cerca de Zárate) en el CAREM, específicamente sobre los materiales estructurales porque la obra civil se paralizó. En el CAREM tienen salarios bajos y una situación de incapacidad de trabajo porque no hay servicio médico ni transporte, se frenó todo.
Estoy describiendo particularmente la entidad madre que es la CNEA, que se fundó hace más de 75 años, pero también ocurre lo mismo en NASA, que sabemos que cuadros técnicos con las licencias pertinentes para llevar adelante la extensión de vida a la central Atucha I quedaron afuera. Otro punto a destacar es el avance muy lento del reactor multipropósito R10, un reactor de investigación de 30 MW eléctricos que se está construyendo en el Centro Atómico Ezeiza para la producción de radioisótopos y que nos podría permitiría escalar en magnitud la producción actual y el dopado de semiconductores, es decir, un servicio para monocristales de silicio que sirven para la industria electrónica. El CAREN-32, nuestro Reactor Modular Pequeño (SMR, por sus siglas en inglés), tiene la obra civil y la ingeniería paralizadas. No se están haciendo tareas de ingeniería, salvo la producción del combustible nuclear. Otro punto a destacar es que con este gobierno la cuarta central nuclear quedó totalmente paralizada. Era un acuerdo en el que se estaban negociando las condiciones con China. Tampoco se inició la puesta en marcha de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP).
-Además del decreto que habilita la venta parcial, ¿qué se sabe hasta el momento en el sector nuclear sobre la privatización de NASA? ¿Cuáles fueron los últimos movimientos del gobierno en este sentido?
Con la privatización del 44% de NASA ofreciendo un 5% como propiedad participada para trabajadores, un primer punto a destacar es que el conjunto de los sindicatos del área nuclear y en particular a las centrales nucleares se han pronunciado en contra. No compraron el anzuelo de la propiedad participada, como sí ocurrió en la década del 90. Algo que llama la atención es que previamente a privatizarse NASA se tiene que tasar y no ha sido tasada. La tasación tiene que pasar por el Banco Central, así que estamos haciendo el seguimiento si esta tasación existió. Hasta el momento NASA no fue tasada. Recordemos que es la empresa que opera las tres centrales nucleares, es una empresa superavitaria por alrededor de 200 millones de pesos mensuales.
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-¿Conocés si hubo interesados en comprar el 44% de NASA?
Hasta el momento no aparecieron ofertas. En su momento, cuando se aprobó la Ley Base, se había hablado de la empresa Westinghouse. Ahora el rumor es que la empresa Arc Energy, un consorcio estadounidense, habría ofertado. Es una empresa a la cual se le regaló IMPSA (Industrias Metalúrgicas Pescarmona S.A., estatizada en 2021 por un acuerdo del Estado Nacional y Mendoza), que tienen en sus galpones todavía el recipiente de presión del reactor CAREM. También se podría sumar como interesado el Grupo Perez Companc y también podría estar interesado Eurnekian, pero hasta el momento no aparecieron ofertas.
-¿Qué implica para el sector nuclear argentino una privatización parcial de NASA, sobre todo con desarrollo protagónico que tuvo a partir del Estado?
Implicaría la fragmentación del sector nuclear argentino, que ya tuvo un primer intento con la dictadura. Luego en la década del 90 se desagrega la central nuclear de una planificación centralizada a cargo de una única institución. A pesar de esas dos intentos, el sector nuclear pudo lograr mantenerse ordenado y coordinado. Si avanza la privatización podría haber una colisión de intereses entre la utilización del combustible nuclear en la central nuclear y la fabricación de combustible y la gestión de residuos radioactivos que, por ejemplo, quedaría solamente a cargo del Estado, tal cual como está ahora, pero sin ningún tipo de garantía, porque no está explícito de que el privado tenga que inyectar en un fondo fiduciario o una forma presupuestaria para mantener la gestión segura de los residuos radioactivos. Sin financiamiento, va a ser el Estado Nacional el que tenga que hacerse cargo de la gestión de residuos radioactivos y las ganancias exclusivamente serán para un privado, porque no está estipulado la creación de un fondo fiduciario para eso. Es decir, la CNEA, que fue fundada por Perón el 31 de mayo de 1950 y donde se crea la Comisión Energía Atómica y surge el sector nuclear, perdería el círculo virtuoso con la principal mercancía que genera, que es la venta de energía eléctrica, que está en el orden del 8% de la matriz eléctrica a nivel nacional.
-¿El impacto de una privatización parcial de NASA se sentiría en el conjunto del sector nuclear?
Desde su fundación, el sector nuclear argentino logró resolver los cuatro desafíos del átomo: logró dominar el ciclo combustible; el reprocesamiento de los combustibles quemados o aficionados; la fabricación del agua pesada; y, por último, el enriquecimiento de uranio. Hoy estos cuatro aspectos están siendo atacados con la privatización parcial de NASA, que es la principal área o producto que ofrece a la sociedad y que genera ganancias.
La otra área del sector nuclear es la producción de radisótopos, donde la Argentina es un jugador importante a nivel internacional y que aún se mantiene a nivel estatal en la CNEA. La Argentina tiene mucho desarrollo y autonomía en la producción para uso medicinal, tanto en terapia como en diagnóstico. Esta área tiene tres centros de investigación: el Centro Atómico Bariloche, donde funciona el Instituto Balseiro; el Instituto Sábato (Centro Atómico Constituyentes), y el Centro Atómico Ezeiza, donde funciona la sede del Instituto de Tecnología Nuclear Dan Beninson, donde se hace formación en aplicaciones nucleares. Al mismo tiempo, en la producción de rectores de investigación, no estaría claro que se mantenga una vinculación virtuosa en la principal área de venta de generación de ganancias y renta a nivel estatal, y tampoco se plantea la vinculación de la empresa INVAP asociada con CNEA, donde estas dos pudieron no solo hacer funcionar nuestros reactores de investigación, sino que se lograron exportar seis reactores a Perú, Argelia, Egipto y Australia. Todo esto corre peligro con la privatización en el sector nuclear, sin contar con la principal vinculación con la sociedad que es la venta de energía eléctrica, que es energía abundante, de base, no intermitente y segura.
-¿Podría haber modificaciones en el precio de generación de energía de las centrales con el ingreso de un actor privado?
Con la privatización el precio va a tener que incrementarse. Un privado va a tener que poner el foco en el incremento de la tasa de ganancia. La energía nuclear en este momento tiene un precio de 58 dólares el megawatt hora (US$/MWh), un poco por arriba de la hidroeléctrica y por debajo de las renovables. Podría llegar al orden de la renovable, que es de alrededor de 70 US$/MWh.