Después de 80 años, China celebró, por segunda vez en su historia, el fin de la Segunda Guerra Mundial, con la conmemoración de la rendición de Japón el 2 de septiembre de 1945, además del fin de la segunda guerra sino-japonesa, parte del frente asiático de la Segunda Guerra. Y esta vez, con Donald Trump de nuevo en la Casa Blanca y un mundo cada vez más polarizado, la celebración tuvo una explícita dimensión internacional con la presencia del presidente de Rusia, Vladimir Putin, y su par norcoreano, Kim Jong-un.
El gran desfile militar contó con la participación de más de 10.000 soldados y la presentación de 100 armas y equipos militares chinos, bajo la mirada del líder del Partido Comunista Chino, Xi Jinping, y del cuadro célebre de Mao Zedong en el centro de Beijing. En sus palabras de apertura, el mandatario chino pidió a la población "recordar la historia" y honrar a los veteranos que lucharon en el frente de combate contra Japón durante la Segunda Guerra Mundial, además de acercar su "agradecimiento sincero" a aquellos que "hicieron grandes contribuciones a la resistencia nacional" durante los años del conflicto, que duró entre 1937 y 1945.
Además de Putin y Kim, participaron una veintena de líderes internacionales, entre ellos el jefe de Estado cubano Miguel Díaz-Canel. Muchos de ellos se quedaron desde el domingo o el lunes, cuando se realizó la Conferencia de Shanghai, el foro que propone un epicentro de poder internacional alternativo al G7 que encabeza Estados Unido e incluye a sus aliados más ricos. En ese encuentro estuvo presente el primer ministro de India Narendra Modi, una de las potencias regionales más importantes del mundo y el país que hace poco superó a China como el más poblado del mundo.
En medio de esta construcción de un polo de poder alternativo al de Washington y la guerra comercial global que propone Trump, Xi Jinping decidió conmemorar por segunda vez el Día de la Victoria chino sobre Japón, el aliado oriental de la Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial. La primera vez que Beijing había decidido reclamar este rol protagónico de la Historia moderna que Europa -y Estados Unidos- siempre dominaron fue en 2015, casualmente al mismo tiempo que la Casa Blanca empezaba a reconocer públicamente que su rival a enfrentar en la carrera comercial, militar y financiera era China.
Septiembre y no mayo: a victoria que quedó afuera de la Historia occidental
El plan de Beijing detrás de estos actos es proponer una lectura no occidental de lo que fue la Segunda Guerra, la cual es vista como "una consecuencia" de la guerra con Japón, la cual empezó dos años antes que el conflicto en Occidente (cuando los nazis invadieron Austria) y que provocó el cese de la guerra civil entre el Partido Comunista de China y el Koumintang -las fuerzas imperiales chinas-, que se reunieron en lo que fue el Segundo Frente Unido para resistir a Japón.
El objetivo es simple: proponer una fecha que reivindique el sentimiento nacional en el país oriental, pero que también dispute la hegemonía global. Mientras los Estados Unidos y Europa conmemoran el Día de la Victoria en mayo, por motivo de la rendición de Berlín, China pretende celebrar su propia jornada por separado. Además el acto de este miércoles tomó un peso simbólico porque se celebró un día después de la Conferencia de Shanghai.
Trump sobre el acto militar de Beijing y la rápida respuesta de Putin: "No le falta humor"
A tal punto, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se sintió interpelado por la demostración de fuerza de China, que en las últimas horas escribió en su perfil de Truth Social un posteo en el que ironizó sobre la movilización militar en Beijing de este miércoles. "Transmitan mi más cálido saludo a Vladimir Putin y a Kim Jong-un mientras conspiran contra Estados Unidos", publicó el mandatario desde Washington.
Horas después, durante una conferencia de prensa, el presidente Putin le respondió con otra ironía: "Al presidente estadounidense no le falta sentido del humor", dijo.
Después cambió de tema y se refirió a la última reunión que mantuvo con Trump en Alaska, cuando hablaron sobre la guerra en Ucrania. Explicó que mantuvo "buenas relaciones" con el republicano y aclaró: este miércoles "ninguno de los presentes expresamos juicios negativos sobre la administración estadounidense".