Paraguay es un país que no suele atraer la atención de los medios nacionales y regionales, sin embargo, esta semana, se convirtió en el escenario de un viaje oficial de Javier Milei y, Santiago Peña, su presidente, en el último anfitrión internacional del mandatario argentino. ¿Quién este líder sudamericano que busca tener un buen vínculo con el libertario?
En el país vecino, el Partido Colorado es la fuerza hegemónica que gobierna desde hace más de 30 años con la excepción del corto período de Fernando Lugo, entre 2009 y 2012. La salida de Lugo dio paso a un nuevo espacio dentro del Partido Colorado: el cartismo. La presidencia del empresario Tabacalero y amigo personal de Mauricio Macri, Horacio Cartes, generó una línea interna que fue protagonista durante los diez años siguientes.
Hoy, el partido tiene tres corrientes: el cartismo encarnado en Honor Colorado, Fuerza Republicana y Añetete del ex presidente Mario Abdo Benítez. De estos frentes depende el futuro de Paraguay, una lógica de partido único que deja en la testimonialidad a los espacios opositores que hoy representan el Partido Radical Liberal Auténtico (PLRA) (que además se dividió en otra rama llamada Nuevo Liberalismo) o el Frente Guasú.
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En ese contexto político, llegó a la Presidencia Santiago Peña, ex ministro de Cartes y una figura joven que prometió darle un aire de renovación al partido que sigue en manos del propio Cartes. Su primer desafío fue demostrar que su liderazgo tendrá independencia de su jefe político.
En ese camino, Peña juega a la ambigüedad y el pragmatismo que por momentos desconcierta. El primer viaje que hizo como presidente electo fue a Brasilia para reunirse con Lula, una demostración de pertenencia al Mercosur y al esquema sudamericano que conduce el líder brasileño. Con el tiempo, esa relación se desgastó por un caso de supuesto espionaje de la Agencia Brasileña de Inteligencia en Itaipú pero no llegó a un esquema de ruptura como el que propone Milei.
El consultor paraguayo, Camilo Filártiga Callizo, dijo a El Destape que "la agenda de política internacional de Peña responde a los intereses estratégicos y a las alianzas de Horacio Cartes con el escenario internacional. Está completamente condicionada a esos actores y a esas alianzas de Cartes y a operar en torno a arreglar la situación internacional de Horacio Cartes, sobre todo con los Estados Unidos que lo declararon significativamente corrupto".
"Con Brasil y Lula, pese a lo que le hubiese gustado, tiene que hacerlo porque Brasil es el gigante vecino y tenemos demasiados intereses en juego y no tiene demasiadas chances Peña con Lula, en el sentido de que no tiene mucho margen para optar por otro tipo de posición", agregó.
Ambigüedad explícita
Esta semana fue un ejemplo de la lógica pendular de Peña. En primer lugar, Paraguay colaboró con el gobierno de México para la detención y posterior extradición de Hernán Bermúdez, líder de La Barredora, vinculado al cártel Jalisco Nueva Generación. El operativo vino acompañado de un cruce de elogios con la presidenta Claudia Sheinbaum.
Dos días después, fue anfitrión de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) en Asunción, donde dijo que "Paraguay es conservador y antiglobalista". La línea dura del cartismo expresa eso, pero Peña utiliza esa narrativa muy de vez en cuando. Por ejemplo, en un desayuno con periodistas en Buenos Aires, antes de asumir la Presidencia, había destacado la relación con Axel Kicillof cuando ambos eran ministros de Economía, en un gesto que podría ser importante para los tiempos futuros. Mientras tanto, se abraza con Milei y los suyos lo condecoran en el Congreso.
¿Cuál es el verdadero Peña entonces? Filártiga consideró que "en toda su gestión, con algunas excepciones, hay una un sometimiento, un condicionamiento total a la venia, al visto bueno de Cartes para el diseño de Gobierno y para la gestión política. Peña no ha podido resistirse a estos embates autoritarios que han venido desde el oficialismo de Honor Colorado, como la creación de la Comisión de Investigación Bicameral que investigó a la sociedad civil el año pasado y otro tipo de manifestaciones y acciones del oficialismo colorado que se hicieron mas allá de la opinión del presidente".
"La pérdida de investidura o la expulsión de la senadora Katia González del Congreso también se hizo pese a lo que opinaba el presidente Peña. Había una orden, una decisión tomada y eso se cumplió más allá de lo que le pareciera a Peña. Entonces lo que eso refleja es que hay un doble comando en la gestión política del gobierno y muchas de las decisiones del gobierno están en realidad condicionadas a la voluntad y al capricho de Horacio Cartes", agregó.
Por último, Camilo Filártiga destacó "el nombramiento de Gustavo Leite como embajador en Estados Unidos, que explica de alguna forma este interés del Gobierno paraguayo de someterse completamente a la agenda de Trump, buscando arreglar la situación del presidente Carter. Leite es un operador político de primera línea para el cartismo y es uno de los promotores de este viraje del Partido Colorado hacia una posición mucho más conservadora y reaccionaria".
"Toda esta alianza del Partido Colorado y el protagonismo que el Partido Colorado está teniendo en la red de partidos y movimientos y organizaciones de ultraderecha que se está reuniendo a nivel mundial forma parte de una estrategia donde Leite es uno de los principales operadores y donde acercan al Paraguay diplomáticamente a regímenes autoritarios, el caso de Víctor Orban y de otros referentes mundiales que lógicamente está completamente subordinada a la política de Trump en Estados Unidos y de Israel", concluyó.
En todas las caras posibles de Peña lo que emerge es una posición de debilidad que busca ser ocultada con un supuesto pragmatismo que desorienta a muchos de los hombres de confianza que no quieren que sea una marioneta de Cartes.