Los servicios ferroviarios se paralizaron el jueves en todo Portugal, se cancelaron cientos de vuelos y se cerraron escuelas, mientras los sindicatos iniciaban el primer paro general en más de una década, en protesta por las reformas laborales propuestas por el gobierno conservador.
El Gobierno minoritario de centro-derecha afirma que los cambios propuestos, que modifican más de 100 artículos del código laboral, pretenden impulsar la productividad y estimular el crecimiento económico. Sin embargo, los sindicatos lo acusan de inclinar el poder hacia los empresarios en detrimento de los derechos de los trabajadores, a pesar de la fortaleza de la economía y la baja tasa de desempleo.
Se espera que el proyecto de ley, aún pendiente de presentación al Parlamento, sea aprobado con el respaldo del partido de extrema derecha Chega.
Paro general en Portugal contra la reforma laboral
Algunos transportes públicos funcionaron debido a los servicios mínimos impuestos por las autoridades, pero las calles de Lisboa estaban notablemente más tranquilas. Aunque los hospitales permanecieron abiertos, la mayoría de las consultas y citas han sido aplazadas por el paro del personal de enfermería.
"Haremos una gran huelga general (...). Nuestro llamamiento es que todos los trabajadores utilicen este día como medio para rechazar la reforma laboral", dijo a la prensa Tiago Oliveira, secretario general del sindicato paraguas CGTP en uno de los piquetes.
La aerolínea de bandera TAP solo operará un tercio de sus 260 vuelos diarios desde y hacia Portugal durante la jornada de huelga.
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Qué propone la reforma laboral en Portugal
Convocada por los sindicatos mayoritarios CGTP y UGT, es la primera huelga general desde junio de 2013, cuando Portugal estaba sometido a duras medidas de austeridad impuestas por un rescate internacional que recortó los salarios y elevó los impuestos.
Las reformas laborales prevén flexibilizar el despido procedente en las pequeñas y medianas empresas y eliminar los límites a la subcontratación. Otras medidas polémicas son la limitación a dos años de los derechos de trabajo flexible para las madres lactantes.
El Gobierno se niega a dar marcha atrás e insiste en que los cambios aumentarán la productividad y, en última instancia, beneficiarán a todos los portugueses.
"El Gobierno respeta el derecho de huelga, ha sido un Gobierno de diálogo (...), pero es un Gobierno con espíritu reformista y no renunciará a ser reformista y transformador", dijo el miércoles el primer ministro, Luís Montenegro.
Algunas de las personas que acudieron a trabajar el jueves dijeron que no tenían otra opción, aunque simpatizaban con la huelga.
"No tengo contrato indefinido. No puedo hacer huelga", dijo a Reuters João Silva, de 32 años, trabajador de una papelería.
"Quieren despedir a la gente mayor para poder contratar a gente más joven y, obviamente, con salarios más bajos... ¿Por qué (los cambios laborales) siempre tienen que ir a favor de los beneficios de las empresas?", dijo.
Con información de Reuters
