Las tensiones se mantuvieron hasta el final pero hubo acuerdo de madrugada. El peronismo bonaerense puso a prueba su nuevo equilibrio interno en un cierre de listas que estuvo varias veces al borde de la zozobra en las horas finales y mostró dos sectores claramente diferenciados que recelan uno del otro. Las definiciones locales, en municipios donde la convivencia interna resulta conflictiva, y el reparto de las cabeceras en las boletas de cada sección, demoraron el desenlace hasta más allá de la hora límite, con amenazas de quiebre y comunicados de por medio. El encuentro “para ganarle a Milei” terminó primando sobre las tensiones, después de varias horas de negociaciones a varias bandas, aunque el futuro sigue plagado de incógnitas.
El sábado quedó en evidencia que aquella dicotomía entre “unidad” y “listas conjuntas” que se discutía en las semanas previas se zanjó en favor de la segunda opción. A pesar de haber firmado las mismas planillas, la distancia entre el sector que orbita alrededor de La Cámpora y el Movimiento Derecho al Futuro que responde a Axel Kicillof nunca fue tan grande. En el trámite dilatado del cierre de listas se notó la falta de una conducción unificada. Desde San José 1111, Cristina Fernández de Kirchner intervino directamente. En La Plata, el gobernador bonaerense oficiaba de anfitrión de las reuniones de las que participaban Sergio Massa, por el Frente Renovador, y Mayra Mendoza y Facundo Tignanelli en representación de un ausente Máximo Kirchner.
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No fue un cierre sino que fueron 135 cierres, uno por cada municipio, y ocho más por las ocho secciones electorales, lo que dificultó la tarea de zurcir cada juntura (y anticipa lo que va a pasar el 7 de septiembre cuando se empiecen a contar los votos). El celo de los intendentes sobre el control de sus territorios hizo volar por los aires la fórmula acordada en la previa, que suponía un reparto generoso de lugares entre todos los sectores internos, garantizado por un sistema de vetos cruzados. No funcionó. De uno y otro lado, los jefes comunales tabicaron sus listas, dejando afuera a sus rivales internos y amenazando con llevar boletas cortas, desentendidas de la elección seccional, si la junta partidaria rechazaba sus propuestas.
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También hubo una dura pulseada hasta pasada la medianoche sobre las listas seccionales. La Cámpora esperaba llenar el primer casillero en la populosa Tercera Sección con el nombre de la intendenta de Quilmes. Esto abría dos frentes de conflicto simultáneo. Con el gobernador, que esperaba definir los lugares principales en las secciones más importantes de la provincia. Y con otros intendentes del sur del conurbano, aliados clave de Kicillof, como Jorge Ferraresi, de Avellaneda, o Juan José Mussi, de Berazategui, que vetaban a Mendoza por internas no resueltas en sus municipios. Mussi, en la presentación de su lista de candidatos a concejal, sin lugares para el camporismo, dio un discurso donde habló explícitamente de la posibilidad de ir con boleta corta.
Esa posibilidad reflotó dramáticamente el sábado después de las siete de la tarde. Tras una conversación poco fructífera entre Kicillof y Cristina Fernández de Kirchner, los referentes de Movimiento Derecho al Futuro en cada distrito recibieron el mensaje de armar listas puras para presentar por afuera de Fuerza Patria. Cuando parecía que todo naufragaba las gestiones de Massa reflotaron los canales de diálogo que parecían perdidos. Las conversaciones siguieron hasta casi las tres de la mañana, aunque un rato antes de las doce ya se sabía que hubo fumata blanca y que finalmente el Movimiento Derecho al Futuro se había quedado con la cabeza de las boletas seccionales más importantes y los intendentes habían depuesto sus amenazas de abrirse. Un triunfo para el gobernador.
De cara a octubre
Resuelto este punto, el peronismo se enfrenta a un nuevo desafío. Mientras que en la provincia de Buenos Aires mañana mismo comienzan 135 campañas diferentes en cada uno de los municipios, en el resto del país tendrá que coordinar para convertir las 24 elecciones de octubre en una gran campaña nacional contra Javier Milei. Eso es lo acordado entre conversaciones de las que también participan otros gobernadores y representantes del sindicalismo y los movimientos sociales. Ya consolidado como el sello de la unidad en la carrera bonaerense, Fuerza Patria ahora buscará encontrar su réplica en todas las provincias. En algunos casos, como por ejemplo CABA o Tucumán, con el mismo nombre. En otros, no.
En Tucumán se lanzó la semana pasada Fuerza Patria, con el senador Juan Manzur y el diputado Pablo Yedlin como padrinos. El ex intendente de Tafí Viejo, Javier Noguera, será el primer candidato a diputado en octubre. En Salta el que anunció su candidatura, pero a senador, al frente de una alianza análoga con sectores del kirchnerismo, los movimientos sociales y la CGT, es el ex gobernador Juan Manuel Urtubey. La misión allí no será solamente mantener las bancas en juego en el Congreso sino también proteger el sello del PJ salteño, que el actual mandatario, Gustavo Sáenz, aliado del presidente Javier Milei, intenta apropiarse para consolidar su hegemonía en la política local.
En Córdoba, por otra parte, con la confirmación de la candidatura de Juan Schiaretti en el marco de un armado de centro, hermanado con la experiencia de SOMOS en la provincia de Buenos Aires, y la división del voto afín al gobierno nacional entre las propuestas del radicalismo que encabeza Rodrigo De Loredo y el PRO que tiene como referente a Luis Juez, se profundizan las conversaciones para unificar la oferta opositora detrás de la candidatura de Natalia De La Sota. En Neuquén también jugará la marca Fuerza Patria, mientras que en Río Negro las tribus que responden al senador Martín Doñate y el diputado Martín Soria ya acercaron posiciones.