El alquiler con opción a compra se presenta como una alternativa cada vez más elegida por quienes quieren tener su casa propia pero todavía no cuentan con el dinero necesario para comprarla directamente.
Esta modalidad permite pagar un alquiler mensual, similar al de un contrato tradicional, con la posibilidad de adquirir la vivienda en un plazo pactado.
Al firmar el contrato, se establece un período en el que el inquilino tiene el derecho de comprar la propiedad, con un precio y condiciones fijadas desde el inicio. Al concluir ese plazo, la persona puede decidir si efectúa la compra o no, lo que ofrece flexibilidad y tiempo para reunir los recursos necesarios.
Esta fórmula resulta beneficiosa para ambas partes: el inquilino puede vivir en la casa y evaluar si quiere comprarla, mientras que el propietario recibe ingresos constantes durante el tiempo que dure el alquiler.
Es importante entender que este tipo de contrato combina dos acuerdos en uno: un contrato de alquiler y una promesa de compraventa. Por eso, es más complejo que un alquiler típico y requiere dejar claros varios aspectos para evitar confusiones o problemas futuros.
Los puntos importantes de los alquileres con opción de compra
Por un lado, el alquiler se regula por la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), y la compraventa se rige según el Código Civil. El contrato debe detallar el precio final de la vivienda, qué porcentaje del alquiler mensual se descontará del precio de compra y la seña inicial que el inquilino debe entregar, que suele estar entre el 5 y el 10 por ciento del valor total.
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Si la compra se concreta, ese monto se descuenta del precio final; si no, no se devuelve. Además, el inquilino puede ejercer su derecho de compra antes de que termine el contrato siempre que tenga el dinero, y tiene prioridad frente a otros interesados.
En cuanto a la duración, la ley establece un plazo mínimo de cinco años para este tipo de contratos, aunque se pueden pactar extensiones que deben quedar claramente registradas.
Entre los beneficios más destacados, el alquiler con opción a compra permite acceder a una vivienda sin necesidad de una fuerte inversión inicial, mientras se asegura un lugar para vivir. Además, el inquilino puede ir acumulando parte del alquiler como crédito para la compra final, lo que facilita el ahorro.
Por su parte, el propietario mantiene ingresos durante el período de alquiler y tiene la posibilidad de vender la propiedad a un comprador interesado, reduciendo riesgos y tiempos de venta.
