El crimen de Diego Fernández Lima, que permaneció sin resolver durante más de 40 años, volvió a estar en el centro de la escena en mayo de 2025, cuando unos obreros hallaron sus restos enterrados en el jardín de una casa del barrio porteño de Coghlan. Diego, de 16 años, había desaparecido el 26 de julio de 1984 y desde entonces su familia lo buscó sin descanso. Hoy, el principal señalado por la Justicia es Cristian Graf, excompañero de escuela de la víctima y actual residente de la vivienda donde se descubrió la fosa.
Las sospechas sobre Graf se intensificaron desde el momento mismo en que apareció el cuerpo. El fiscal Martín López Perrando, a cargo de la investigación, sostiene que sus reacciones y maniobras posteriores al hallazgo constituyen claros indicios de encubrimiento. Entre su preocupación inicial, sus excusas contradictorias y su silencio posterior, el acusado dejó una serie de actitudes que hoy son analizadas en detalle por la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°61.
Actitudes sospechosas de Cristian Graf tras la aparición del cuerpo de Diego Fernández Lima
- Intentó frenar tareas en la obra vecina: antes del hallazgo, pidió a los obreros que no cortaran un árbol cercano a la medianera que dividía su propiedad de la casa en construcción.
- Conducta temerosa y evasiva: según el fiscal, se mostró preocupado desde que comenzaron las excavaciones en el terreno lindero, temiendo que saliera a la luz la verdad.
- Excusas contradictorias el día del hallazgo: el 20 de mayo de 2025, sugirió que los restos podían provenir de una antigua iglesia donde se habrían enterrado personas, y luego dijo que tal vez habían llegado ocultos en tierra usada para rellenar su terreno.
- Silencio absoluto: no brindó explicaciones públicas ni privadas sobre el caso, pese a la magnitud del descubrimiento y a que el cuerpo estaba enterrado en su jardín.
- Negación de vínculos relevantes: aunque se determinó que fue compañero de Diego en la ENET N°36 y compartían la afición por las motos, negó cualquier relación significativa con él.
- Maniobras para desviar la investigación: sus declaraciones buscaban, según la fiscalía, garantizar la impunidad de quienes cometieron el homicidio.
Por qué, aunque lo declaren culpable, Cristian Graf no iría preso
A pesar de la contundencia de los indicios, el paso del tiempo juega a favor de Cristian Graf. El fiscal López Perrando solicitó que se lo indague por "encubrimiento agravado y supresión de evidencia", delitos cuyas penas van de uno a seis años de prisión y de un mes a cuatro años, respectivamente. Sin embargo, la acción penal por el homicidio prescribió, lo que significa que, aunque la investigación lograra probar su participación directa o indirecta en el asesinato, no podría recibir una condena por ese crimen.
El objetivo actual de la causa no es sólo establecer el rol de Graf en el encubrimiento, sino también reconstruir la secuencia de hechos que llevaron a la muerte de Diego. La identificación de los restos, sumada a la reaparición de testigos y la evidencia recuperada, permite acercarse como nunca antes a la verdad. No obstante, el desenlace judicial tendrá un límite legal: el tiempo.
Así, el caso de Diego Fernández Lima no sólo refleja una tragedia familiar y un crimen atroz, sino también las consecuencias irreversibles de la demora en la resolución de un homicidio. Hoy, la verdad podría estar más cerca que nunca, pero la justicia penal, por la prescripción, no se aplicará.