Drogas y política: "Se deshumaniza a las personas con problemas de consumo"

Ignacio O’Donnell, licenciado en sociología con un Magister en Tratamiento y Prevención de las Adicciones, se queja de la estigmatización y afirma que “por la falta de información no se sabe que la mitad de los que acceden a un tratamiento tienen éxito en parar de consumir”.

03 de junio, 2025 | 17.51

Ignacio O’Donnell es licenciado en sociología con un Magister en Tratamiento y Prevención de las Adicciones. Fue subsecretario del SEDRONAR (Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina) y director del Hospital Laura Bonaparte. En una entrevista con El Destape, afirma que “desde la pandemia en adelante hay un crecimiento exponencial en el consumo de drogas” y se muestra particularmente preocupado por “la cantidad de chicos adictos a la marihuana que llegan con brotes psicóticos”. Se queja de que “por la falta de información no se sabe que la mitad de los que acceden a un tratamiento tienen éxito en parar de consumir”. Para O’Donnell, el mayor problema no es alguna sustancia en particular. “Lo que más mata es el estigma”, sentencia y no se le caen los anillos por hablar en primera persona. “En mi caso no paraba de drogarme. Llegué a tener un intento de suicidio y a estar internado. Hoy hace 31 años que no consumo. Se cree que el adicto es irrecuperable y muchos pudimos cambiar nuestras vidas”, explica.

- ¿Cuánto influye la crisis económico-social que vive el país en la problemática de las adicciones?

- Mucho. Argentina es un país muy inestable. La crisis es económica, es social, es cultural. Es global. El materialismo; la competencia; la falta de empatía y objetivos comunes; el aislamiento; el algoritmo y las redes sociales que venden una realidad manipulada… todo en conjunto contribuye a que la gente se apoye en cosas externas. Estamos en un mundo que cuando se vuelve menos espiritual más se consumen las bebidas “espirituosas”. La marihuana está haciendo estragos a nivel de brotes psicóticos, de profundizar este aislamiento. El consumo de alcohol en Argentina es el número uno en Latinoamérica. En Brasil consumen mucha cerveza, pero acá los pibes de 14 compran vodka y fernet, con mucha más graduación. Les están limando el coco. A mí me molesta que no haya ninguna campaña que le diga a los pibes que no tienen que fumar porro, que no tienen que tomar alcohol. Evidentemente nadie se quiere tirar contra la artillería pesada de las empresas que producen bebidas alcohólicas. Con el tabaco por ejemplo sí se tomaron medidas, se prohíbe la publicidad. Las campañas en sí no es que resuelven el problema, pero sientan posición, marcan referencia. En relación a campañas contra el consumo de drogas la última que se acuerda todo el mundo es la de Fleco y Male. Capaz hubo alguna otra, pero nadie se acuerda….

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- En un sector de la política, lejos de pensar en campañas de prevención, se deshumaniza a las personas con problemas de consumo y se los llama “fisuras”.

- Va en línea con la política que hay para con las personas con situación de calle, de revolearlos. Quién va a gastar plata en los locos y en los drogadictos si se cree que se drogan porque quieren. Al drogadicto se lo trata como a un hijo de puta, que quiere joder a la familia, que es un inmoral que elige drogarse. Pero del otro lado, ojo, que el progresismo se equivoca en temas delicados como el de la marihuana, a la que venden como que te salva de todo y no me canso de decir que nos llegan cada vez más pibes que se brotan a partir del consumo cotidiano.

- ¿Qué tipo de campaña entendés que hay que hacer?

- En primer lugar, una campaña implica poner el eje en la prevención. Hay casos exitosos como el de Islandia, donde pusieron mucha plata, invirtieron en la educación, en actividades extracurriculares artísticas, expresivas, deportivas. En prevención a partir de los 12 años. Sé que es un país muy distinto al nuestro, pero sirve de ejemplo. Pusieron subvenciones para que los padres estén más tiempo en la casa con sus hijos. Acá eso es muy difícil. Hicieron una campaña en la que contrastaban la vida feliz que te vendían las empresas de bebidas alcohólicas con la realidad de vivir dado vuelta o terminar hecho pelota en un choque. Acá ni siquiera se hacen las campañas, o sea, no es sólo un problema presupuestario. Deben creer que no da rédito político hacerlas.

- Sin embargo, es un tema que cruza a muchísima gente entre las personas que sufren la adicción y sus familiares….

De la pandemia para acá crece la cantidad de casos en forma exponencial. Por supuesto, lo económico tiene mucho que ver porque en villas y asentamientos se consume cinco veces más pero el problema alcanza a todas las clases sociales. Es complicado si no hay información. Lo que más mata es el estigma. En mi caso vengo de buena familia, mis hermanos María y Santiago son periodistas prestigiosos, y yo, sin embargo, no paraba de drogarme. Mi mayor satisfacción fue haber podido decir en una nota como director del Hospital Bonaparte que en el pasado me había tocado estar internado, que había intentado suicidarme. Hablaba de mí que no soy “un negrito de la villa ni Chano”, es decir, que no cumplo con los estereotipos, que soy un profesional. Y pude cambiar mi vida, no consumo hace 31 años. No soy una excepción, la mitad más o menos de los que nos tratamos, paramos de consumir.

- ¿Una campaña no tendría que empezar quizás por ahí, con que con tratamiento se puede salir?

-Por eso te digo lo del estigma, porque se “informa” que el adicto es irrecuperable. SI hacés un cálculo, el 7 por ciento tiene problemas de consumo de la población adulta. Uno de cada 12 chupa de más o se droga. De ese siete por ciento, el 3,5 se recupera. Esas personas tienen tres familiares directos. Sueño que de esta enorme cantidad de gente involucrada un día salga la marcha a Plaza de Mayo por políticas públicas en el área.

- ¿Cuál debe ser la principal consigna para una marcha a Plaza de Mayo como la que soñás?

- Hace falta una ley específica para el tema de adicciones. Por la Ley de Salud Mental sólo puede haber internaciones de adictos en hospitales públicos. ¿Al pibe adicto lo vas a tirar en una cama? ¿Qué hace todo el día? Entiendo que la ley busca ir contra la lógica del manicomio, pero la adicción necesita un tratamiento específico, no se arregla con equipos interdisciplinarios. Por ejemplo, los adictos en recuperación son claves en los tratamientos. Los grupos también. Lo ideal es una internación breve, porque hay pibes a los que si no se los interna se mueren. Después centros de día en conjunto con casas de mitad de camino. El tratamiento en grupos de Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos da muy buenos resultados. Pero repito que lo primero es la información. Recién a los 30 años en promedio alguien accede a un tratamiento para recuperarse, la gente no sabe adónde dirigirse y se pierde un tiempo muy importante.