De cara a un fin de semana largo o bien para aprovechar el periodo de vacaciones, muchas personas optan por hacer una escapada y viajar a distintas partes turísticas de país. Una de ellas es una maravilla escondida conocida por ser la ruta del vino argentino y no queda ni en San Juan ni en Mendoza, que ya son destinos conocidos por su industria vitivinícola.
La Rioja redobla la apuesta turística y pone en valor su potencial vitivinícola. Chilecito y Famatina se consolidan como polos clave de esta ruta alternativa, que combina paisajes imponentes, historia y etiquetas de alta calidad. En los últimos años, el vino riojano comenzó a salir del anonimato nacional y a disputar protagonismo en el mapa turístico con propuestas que van más allá de Mendoza o San Juan.
Con la flamante Ruta del Vino en la región de los Valles del Famatina, la provincia de La Rioja busca impulsar el desarrollo económico local a través del turismo enogastronómico, apostando a su tradición vitivinícola y a una experiencia que conjuga naturaleza, cultura e identidad. Este circuito recorre los departamentos de Chilecito y Famatina e incluye más de 20 bodegas, muchas de ellas, de gestión familiar o cooperativa.
Entre las más destacadas, se encuentran La Riojana, Chañarmuyo y Bodega Valle de la Puerta, que abrieron sus puertas a turistas con degustaciones, visitas guiadas, propuestas gastronómicas y actividades culturales. En algunas incluso se puede participar de la cosecha, vivir la vendimia de cerca o recorrer los viñedos a pie o en bicicleta. Cabe destacar que La Ruta del Vino riojana se encuentra en plena expansión y forma parte de un plan provincial más amplio que busca posicionar a La Rioja como un destino estratégico dentro del turismo nacional.
Además del vino torrontés, ícono de la región, las bodegas de Chilecito y Famatina ofrecen etiquetas que sorprenden por su calidad: bonarda, malbec, syrah y hasta algunas cepas no tradicionales que se adaptaron con éxito al clima seco y soleado del oeste riojano. Sumado a esto, los paisajes imponentes del cordón montañoso de Famatina, la cercanía con el Parque Nacional Talampaya y la calidez de sus pueblos convierten a esta zona en una "maravilla oculta". De esta manera, La Rioja se convirtió en una opción cada vez más atractiva y lejos del turismo masivo, ofrece una experiencia íntima, enriquecedora y profundamente ligada a las raíces del lugar.
Estas termas están a pocas horas de CABA y tienen propiedades únicas
El Parque Termal Mar de Epecuén, en Carhué, queda a unas seis horas en auto. Este lugar se caracteriza por sus aguas termales ricas en minerales, reconocidas por sus propiedades terapéuticas. Es un lugar ideal para aliviar tensiones físicas y mentales, ofreciendo una experiencia integral de relajación.
El entorno natural que rodea al parque ofrece un ambiente tranquilo e introspectivo, ideal para quienes buscan una escapada sin complicaciones y con todos los beneficios del turismo de bienestar. Su ubicación estratégica y su oferta de servicios lo convierten en una escapada ideal para un fin de semana o unas mini vacaciones.