Máximo Thomsen, el joven identificado como el líder de la “banda de rugbiers” que mató a Fernando Báez Sosa en la madrugada del 18 de enero de 2020, cumple su condena a prisión perpetua en el penal de Melchor Romero junto al resto de sus amigos que fueron condenados por el brutal crimen en Villa Gesell.
Sin embargo, en las últimas semanas fue separado del grupo y del pabellón y trasladado a una Alcaidía después de una pelea con otro preso hace aproximadamente un mes.
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Los especialistas que trabajan en el lugar señalan que la violencia y la pelea es una de las formas con las que el joven de 25 años busca demostrar que sigue siendo el líder del grupo, como señalaron en el juicio los investigadores del crimen de Fernando.
Durante aquella investigación, se estableció que Thomsen era quien establecía los movimientos de todos los jóvenes que vacacionaban juntos y ese rol quedó señalado cuando se estableció que en los primeros momentos buscó desviar la atención y hasta señaló a Pablo Ventura como quien había atacado a Fernando, una marca más del bullying al que sometía a una de sus víctimas de su Zárate natal. Otra muestra de ese liderazgo fue señalado en el juicio cuando se destacó que las pericias habían determinado que la marca de la zapatilla en el maxilar izquierdo era de su calzado.
Según declaró, él no sabía que a quien había pateado en el piso e intentó siempre instalar que se había tratado de una pelea. Señaló que todo ese día habían bebido, tanto en la playa como luego en una fiesta tipo “previa” donde había mucha gente de Zárate. Después, aseguró que la imagen que todo el país vio cuando es retirado del boliche por los patovicas no fue por una pelea sino que le pidió al personal de seguridad que suelten a un amigo y por eso lo tomaron así, algo muy distinto a lo que dijeron los testigos. Según la versión de Thomsen, cuando lo sacaron y fue adonde estaba ese grupo sintió un golpe en la cara y empezó a dar golpes y patadas. En esa declaración, los fiscales le señalaron videos donde se lo ve tirando patadas y le preguntaron si había alguien en el suelo en ese momento y sólo respondió “quizá arrodillado”.
En febrero de 2023, en sus “últimas palabras” frente al Tribunal Criminal 1 de Dolores, Máximo Thomsen habló y con voz entrecortada dijo “quiero pedir disculpas, jamás en la vida tuve intenciones de matar a alguien” y buscó despegarse de la acusación de que era el líder del grupo al tiempo que repitió los pedidos de perdón. Sin embargo, los investigadores señalaron –como lo habían hecho durante toda la instrucción– que trataba a Fernando como una cosa y ni siquiera lo nombraba. Luego, tanto Máximo como los otros condenados escucharon el veredicto y la sentencia de pie, aunque el joven no terminó de escucharla.
Cuando Máximo Thomsen escuchó que era condenado a prisión perpetua como coautor del homicidio agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas, empezó a tambalearse y se desvaneció. Inmediatamente empezaron a asistirlo y se suspendió la lectura del Tribunal hasta que fue retirado de la sala y cuando terminó de leerse la condena para todos los asesinos, fue trasladado en ambulancia desde los Tribunales.
Desde la cárcel, el año pasado, Máximo Thomsen escribió una carta asegurando que contra ellos quisieron “una condena ejemplar para que deje de haber violencia en los jóvenes”, aunque señaló que “no sirvió en lo más mínimo, porque sigue sucediendo y con más frecuencia”. En ese mensaje, además, contó que tiene “el acompañamiento de su familia y amigos” y que “está en contacto con una chica” aunque aseguró que no están en pareja. Además, aseguró que junto al resto de los condenados “convivimos en un mismo pabellón con el resto de los detenidos compartiendo el patio y las visitas, con seguimiento psicológico una vez por semana”.
Ahora, mientras pasa estos días separado del grupo por la pelea en el pabellón de la prisión de Melchor Romero, Máximo Thomsen participa en talleres grupales de alfabetización jurídica y derechos humanos desde el penal –una de las condiciones que tienen los presos para avanzar en el proceso de la ejecución de la pena, aguardando saber si finalmente la apelación de las tres defensas llega a la Corte, luego de la condena y la ratificación aunque con cambios de la Casación, y se esperanza con que la Justicia defina si la condena a perpetua queda definitiva.
