Por qué proponen cambiar el huso horario de Argentina y qué dicen los expertos: los pros y contras, según especialistas

La Cámara de Diputados dio media sanción al proyecto que establece el UTC-4 como horario oficial permanente. Los impulsores prometen un ahorro energético del 1% del consumo total, mientras especialistas de la salud alertan que afecta a la salud circadiana y que no se toman en cuenta realidades geográficas y sociales tan diferentes como las de Jujuy y Ushuaia, por ejemplo. 

22 de agosto, 2025 | 14.20

Un debate recurrente vuelve a ganar espacio en la agenda pública y legislativa: la conveniencia de modificar el huso horario de la Argentina. La propuesta, que obtuvo media sanción en Diputados, busca abandonar el actual horario oficial (UTC-3) —que rige desde 2007— para adoptar de manera permanente el UTC-4. Sin embargo, uno de sus principales impulsores, el exvicepresidente Julio Cobos (UCR), insiste con una implementación estacional, utilizando el UTC-4 sólo en otoño e invierno y manteniendo el UTC-3 en verano.

El debate se complejiza por un desacuerdo inicial: el senador Julio Cobos (UCR), uno de los principales impulsores, defiende en realidad una implementación estacional (UTC-4 en invierno, UTC-3 en verano), lo que expone la falta de consenso incluso en el oficialismo. Frente a esto, la comunidad científica amplía el foco más allá del ahorro de energía, uno de los principales argumentos: advierte sobre el impacto en la salud circadiana y cuestiona la viabilidad de un huso único para un territorio con realidades geográficas y sociales tan contrastantes como las de Jujuy y Ushuaia.

La iniciativa legislativa deroga expresamente el decreto 1303/2007, mediante el cual se había establecido el uso del horario UTC-3 durante todo el año. No obstante, el proyecto exceptúa de su aplicación a la provincia de San Luis. Como impulsor del proyecto, el Senador Julio Cobos defendió la iniciativa de ajustar el huso horario con un enfoque estacional. Su propuesta consiste en adoptar el UTC-4 desde el primer domingo de abril hasta el primer domingo de septiembre —abarcando otoño e invierno— y mantener el UTC-3 en primavera y verano. "La propuesta nuestra es que Argentina adopte el huso horario -4, que es el que le corresponde de acuerdo a la Convención Internacional, pero solamente en invierno y fines de otoño", explicó. Esto, según afirmó, invalidaría las críticas sobre amaneceres extremos en verano, ya que en esa estación se mantendría el horario actual.

Para Cobos, el beneficio central es doble: ahorro energético y mejora educativa. Sostuvo que "hay un ahorro energético, sobre todo en lo que gastan las escuelas en prender estufas e iluminación", pero enfatizó que la prioridad es alinear la jornada laboral y educativa con la luz solar. "Cuando el cuerpo está en mejores condiciones de trabajar y prestar atención es con luz natural. Los principales beneficiados serán los chicos y docentes", aseguró.

"Un chico en Mendoza que entra a las 7:30 de la mañana en realidad lo llevan a las 6:00 am —y lo despiertan a las 5:00 am—. Si debe tomar dos micros, andar en bicicleta o a caballo, el problema se agrava. La primera hora de clase se pierde". Cobos vinculó esta situación con los resultados deficientes en las pruebas PISA y Aprender, y cerró con una frase reveladora: "Trabajar de sol a sol no es un dicho campestre; nuestro metabolismo está preparado para que la actividad física e intelectual se desarrolle con luz diurna".

La medida, desde el punto de vista energético, sanitario y educativo

Tras ser consultado Gonzalo Iparraguirre, antropólogo especialista en gestión del tiempo, analizó la iniciativa desde tres pilares centrales: energéticas, de salud y educativo.

Sobre el aspecto energético, explicó que "retrasar la hora permite comenzar la jornada laboral con mayor luz solar, generando un ahorro de energía. Si bien se puede consumir más por la noche con artefactos electrónicos, los estudios indican que la ecuación final es positiva". En cuanto a la salud, señaló que "la luz solar es crucial para regular los ritmos biológicos. No tener que levantarse de noche mejora la calidad del sueño y, en consecuencia, la salud general". Por último, vinculó ambos puntos con el rendimiento educativo: "Está comprobado local e internacionalmente que si los adolescentes pueden entrar más tarde al colegio, no lo hacen dormidos y su rendimiento escolar mejora significativamente".

Iparraguirre también amplió la discusión a la reforma laboral y las "Políticas del Tiempo". "Más allá del huso horario, debemos debatir los horarios comerciales, laborales y educativos que mejor se adapten a cada localidad, ya que no es lo mismo Calafate que Iguazú o Salta. Este es un paso hacia una gestión del tiempo más eficiente que hoy no tenemos, que muchos países ya están implementando", concluyó.

La contra: el cambio puede generar trastornos de sueño

Más allá del debate económico y geopolítico, la discusión sobre el cambio de huso horario tiene una dimensión biológica insoslayable: su impacto directo en la salud humana. La alteración del ciclo natural de luz y oscuridad interfiere con el ritmo circadiano, el reloj interno que regula desde el sueño hasta el metabolismo, el estado de ánimo y las funciones cognitivas. Los especialistas en medicina del sueño coinciden en un principio: cualquier modificación horaria debe priorizar el equilibrio biológico sobre otras conveniencias.

Para la Dra. Florencia Angelotti (MN: 130.114), neuróloga experta en medicina del sueño UBA, el argumento del ahorro energético es frágil: "El ahorro de energía me parece que sería relativo: quizá se gastaría menos por la mañana porque amanecería más temprano, pero también oscurecerá antes, y entonces usaríamos la luz artificial antes". Hace especial énfasis en que cualquier sistema que implique cambios periódicos —como el horario de verano/invierno— es perjudicial para la salud. "El horario variable no me parece conveniente porque implica adaptaciones de nuestro reloj biológico de forma periódica que pueden resultar en trastornos de sueño, con impacto sobre funciones biológicas fundamentales cómo la memoria, la producción de hormonas, funciones inmunológicas, entre otras".



Por su parte, el Dr. Facundo Nogueira (MN 84.970), neumonólogo y especialista en medicina del sueño, coincide en la problemática detrás del cambio de horario por una cuestión meramente energética: "Hay mucha evidencia publicada de que cambiar el horario dos veces por año es contraproducente para la salud. Eso genera trastornos en el sueño e incluso hay reportes de aumento del riesgo de eventos cardiovasculares". Sin embargo, analiza el potencial beneficio de un cambio permanente a UTC-4 desde una óptica neurobiológica: "Es muy importante para el funcionamiento intelectual que podamos estar expuestos al sol a primera hora de la mañana, eso nos va a permitir tener un despertar más efectivo y mejorar nuestro rendimiento". Para él, el verdadero problema es la "baja luminosidad en el invierno", y una corrección horaria podría mitigarlo, pero su implementación debe ser analizada con rigor, no solo energético, sino también sanitario y regional.

Andrea Pattini, investigadora del CONICET en el Instituto de Ambiente, Hábitat y Energía (INAHE-CONICET), comenta al respecto: "La eficiencia energética de un cambio de huso horario no es lineal ni universal. Debe analizarse considerando patrones de consumo específicos regionales y sectoriales. En algunos casos, adelantar la hora puede simplemente desplazar el consumo hacia horarios nocturnos, sin generar ahorros significativos. Un diagnóstico riguroso exige evaluar curvas de demanda reales, no supuestos generales"

"Argentina tiene realidades socioeconómicas y geográficas bastante diferentes. Un huso horario único para un territorio tan extenso ignora que el impacto de la luz solar —y por ende, el potencial ahorro energético y el bienestar circadiano— varía drásticamente entre, por ejemplo, Jujuy y Ushuaia. La solución no pasa por una medida homogénea, sino por políticas de gestión del tiempo adaptadas a cada contexto" continuó la especialista.

"El debate del huso horario debería ser la puerta de entrada para discutir 'Políticas del Tiempo' integrales, como ya hacen países europeos. Esto implica repensar horarios laborales, escolares y comerciales de manera flexible y localizada, priorizando la eficiencia energética y la salud circadiana sobre la conveniencia administrativa. Es una oportunidad para modernizar nuestra relación con el tiempo y los recursos", finaliza Pattini.