El último periodo del año está lleno de balances, pendientes y autoevaluaciones que pueden volverse una fuente de estrés y agotamiento mental cuando se combina con la exigencia de mantener el rendimiento. Para evitar alcanzar el burnout, los expertos en salud revelaron una herramienta clave: adquirir prácticas de relajación.
Relajación y técnicas de respiración: la clave para evitar el cansancio mental a fin de año
Durante el último trimestre suelen combinarse demandas laborales, compromisos sociales y pensamientos autocríticos puede derivar en un desgaste progresivo del bienestar emocional y físico. “La fatiga mental y física es una señal de alarma que no debe minimizarse”, advierte Liliana Acuña, psicóloga de Boreal Salud (MP 4379). Entre los principales síntomas se encuentran la irritabilidad, pérdida de energía, insomnio, dolores musculares, dificultades digestivas y falta de concentración. Además de una desmotivación y una sensación de agotamiento que impide disfrutar logros obtenidos.
En ese sentido, uno de los grandes consejos de la especialista es incorporar como hábito prácticas de relajación o respiración consciente. Desde Medline Plus, el sitio de salud de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, recomiendan usar la siguiente técnica de respiración profunda:
- Sentarse o acostar y colocar una mano sobre el estómago y la otra sobre el corazón.
- Inhalar lentamente hasta que se siente que su estómago se eleva.
- Aguantar la respiración por un momento, se puede contar hasta tres.
- Exhalar lentamente y sentir el estómago descender.
Además de esta existen múltiples formas de respiración consciente o de meditar, ya sea con ejercicios de yoga, taichí o de relajación progresiva que consiste en pensar en distender cada uno de los músculos del cuerpo hasta relajarse por completo.
Qué otros consejos brindan los especialistas para no caer en el burnout
Además de adoptar técnicas de relajación y respiración, la especialista recomienda las siguientes estrategias para preservar el bienestar emocional:
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Organizar prioridades y distribuir mejor las tareas.
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Reservar momentos diarios para actividades placenteras.
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Poner límites saludables a los compromisos y demandas.
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Mantener rutinas saludables de descanso, ejercicio y alimentación. Es clave, dormir las horas necesarias para recuperar energía.
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Fomentar vínculos positivos y redes de contención.
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Reemplazar pensamientos rígidos o negativos por otros más realistas.
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Pedir ayuda o acompañamiento cuando sea necesario.
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Cultivar la amabilidad hacia uno mismo y reducir la autoexigencia.
No se trata solo de “bajar el ritmo”, sino de incorporar hábitos que fortalezcan la salud mental y permitan gestionar mejor el estrés acumulado
