Existe un destino turístico ideal para poder conocerlo y disfrutar de vacaciones o escapada de fin de semana largo. Allí se puede observar una naturaleza imponente que no solo se puede apreciar en las distintas excursiones disponibles para hacer, sino también en la ruta, por lo que lo transforma en un viaje imperdible. Todos los detalles en torno a esta maravilla que queda en Argentina.
Hay caminos que no son simples trayectos, sino experiencias que marcan. En el norte argentino, existe una ruta que une dos postales inolvidables: los cerros multicolores de Purmamarca y el paisaje onírico de las Salinas Grandes. El viaje es corto en kilómetros, pero inmenso en sensaciones. Un recorrido que combina cultura, altura, belleza natural y una calma que parece detener el tiempo.
Todo comienza en Purmamarca, un pueblo que parece detenido en el tiempo. Sus calles de tierra, el aroma a comida regional, las construcciones de adobe y la feria artesanal rodeada de farolas al anochecer arman la postal perfecta. El famoso Cerro de los Siete Colores impone su presencia desde cualquier rincón, mientras que el Paseo de los Colorados invita a adentrarse en paisajes casi lunares.
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Cómo viajar desde Purmamarca a Salinas Grandes
Al tomar la Ruta Nacional 52, la aventura toma altura: la Cuesta de Lipán despliega sus curvas como un desafío entre montañas y cielos inmensos. El punto más alto del camino es el mirador del Abra de Potrerillos, a 4170 metros sobre el nivel del mar. Desde allí, el aire se hace fino y el paisaje más imponente. Y justo cuando uno cree haberlo visto todo, aparece un mar blanco en medio del desierto: las Salinas Grandes.
Este recorrido de apenas 43 kilómetros puede hacerse durante todo el año, aunque se recomienda consultar el estado de la ruta antes de emprender el viaje. Es fundamental ir bien hidratado, respetar las paradas para aclimatarse y no subestimar la altura. El norte argentino regala, en este tramo breve pero intenso, una muestra perfecta de su identidad geográfica y cultural. Ideal para detenerse, respirar hondo y dejarse maravillar.