El descubrimiento científico sobre el comportamiento de las palomas que alerta a los humanos

El hallazgo no solo permite estudiar el comportamiento de las palomas, sino que también alerta a los humanos y propone un fuerte avance en ciencia y estudio de las aves.

11 de diciembre, 2025 | 15.35

La ciencia logró un importantísimo avance en el estudio de las aves y desterró una creencia de décadas, que marcaba a los humanos y a unos pocos mamíferos como poseedores de conciencia. Un reciente hallazgo determinó que especies como las palomas y las gallinas serían mucho más evolucionadas de lo que se creía.

Dos investigaciones publicadas en la revista Philosophical Transactions of the Royal Society B señalaron que aves como las gallinas, las palomas y algunas especies de aves más complejas tienen vidas interiores muy desarrolladas y sus cerebros, aunque son diferentes a los humanos, son capaces de procesar experiencias subjetivas, tomar decisiones conscientes y, en casos especiales, reconocerse a sí mismas.

La investigación se basó en comportamientos de determinadas especies como las palomas y las gallinas, en torno al uso de herramientas, resolución de problemas y planificación a largo plazo en una forma de aprendizaje u instinto. Con el descubrimiento de que las aves son capaces de sentir, los científicos se abrieron a nuevas preguntas como cuáles son los mecanismos para que un ave logre este desarrollo sin una corteza cerebral similar a la de los mamíferos.

Un hallazgo que cambia para siempre a las aves como las pensamos

Esta pregunta científica parece haber encontrado respuesta, ya que aunque el cerebro de un ave no se parece al de un humano sí tiene una región llamada nidopallium caudolaterale (NCL), que cumple funciones muy similares al córtex prefrontal humano, procesando la conectividad neuronal y el procesamiento flexible, patrones de un sistema que lleva a la conciencia.

Los científicos sugieren que la conciencia de las aves en algunos casos puede llevar a una autoconciencia en determinadas especies. Para ello hicieron estudios de campo para evaluar si los animales se reconocían en su propio reflejo, prueba superada por córvidos como la urraca y los gallos.