"Mezcla virtuosa de naturaleza y civilización": cómo es la "comunidad oceánica" a 30 minutos de Mar del Plata que fundó el creador de Reef

Fernando Aguerre y el nuevo sueño en Chapadmalal: contagiar su estilo de vida en un lugar distinto, sustentable, con el cuidado por la Naturaleza y el amor por el mar y la playa. Su esencia hecha barrio.

12 de septiembre, 2025 | 13.12

“Lo que hice toda mi vida fue crear comunidades y ésta es la última creación”. Parado al lado de unos de los pinos del nuevo barrio, que el paisajista Carlos Thays le dijo “tienen olor a mar, a agua salada”, Fernando Aguerre reflexiona sobre el nuevo desafío en su vida. Y hace una comparación con los otros que enfrentó, desde aquel primer torneo de surf que organizó hace 46 años. Pero este marplatense no se detiene, aunque ya haya cumplido los 66. No importa que antes haya creado una marca mundial (Reef) o pudiera lograr lo imposible, como fue incluir a su amado deporte en los Juegos Olímpicossu esencia es hacer. Y por eso, feliz, sigue, con la misma energía e ilusión de toda su vida.

Pasaron 26 años desde aquella mañana de 1999, cuando en compañía de su hermano Santiago, iba a surfear por la ruta interbalnearia N° 11 que une Mar del Plata con Miramar. De repente, ambos, vieron que alguien estaba subiendo un cartel de “se vende” a un campo. Era en el bosque que vieron crecer de chicos. Un impulso hizo que se detuvieran y preguntaran… A la vuelta, sin pensarlo tanto, terminaron señando el terreno, 100 hectáreas en el extremo norte de Chapadmalal. “Pasó igual que con el surf olímpico: todos me dijeron que estaba loco, que con ese dinero me compraba una manzana en el barrio Los Troncos en Mar del Plata. En aquella época era una zona a la que muy pocos iba. No había casi nada, pero seguramente por eso nos atraía… Nosotros siempre buscamos el paraíso en otros lugares, como puede ser Hawai, Tahití o California, pero aquel día me di cuenta que estaba acá, en Chapa”, recuerda hoy.

De a poco, ambos se construyeron sus casas de vacaciones. Claro, en esa época, ambos vivían en su California adoptiva y sólo pasaban semanas en su Mardel natal. Unos años después Fernando decidió afincarse nuevamente en su ciudad, luego de 35 años yendo y viniendo, y fue durante la pandemia cuando le cayó la ficha. “Todos me decían ‘qué suerte tenés de pasarla en un lugar así, déjame poner una casa rodante, vendeme un lote’. Y ahí me apareció la visión, de poder compartirlo con otra gente que tuviera los mismos valores, estilo de vida… El mar, el campo, cerca de Mar del Plata. De chico, pasábamos bastante tiempo en un campo que mi padre tenía en Rauch y quería repetir ese estilo de vida, pero ahora cerca de las olas”, cuenta quien se asoció, como en muchos otros emprendimientos, con su hermano Santiago, otro fana del surf.

A orillas del mar y a media hora de Mar Del plata, la comunidad oceánica propone un ritmo de vida distinto.

Así arrancó la idea de armar un nuevo barrio, distinto, con otra impronta, que llamaría, como no podía ser de otra manera, Olas de Chapadmalal. Armó un grupo de especialistas para empezar a trabajar con “algunas intenciones que teníamos claras y no era negociables, que se apoyaban en no construir arrasando sino pidiendo permiso a la naturaleza. El bosque en esa tierra fue plantado en 1948 por la familia Bemberg, con cerca de 6.000 árboles, a los que hay que sumar otros 6.000 que plantaron los hermanos Aguerre en los últimos 20 años.

En el lugar nunca hubo ni ganadería ni agricultura, por lo que jamás estuvo en contacto con agroquímicos. Tierra sana. El plan fue y es, preservar eso, y ahí poder “armar una nueva comunidad, al lado del mar, entre árboles, con lotes amplios, para poder vivir otra vida, despertando con el cantar de los pájaros y el ruido de las olas golpeando las barrancas de Chapa. La idea es que, acá, florezcan los vínculos familiares que un poco se están perdiendo en las grandes ciudades”, explica Aguerre.

Se trata de un proyecto ambicioso, en un lugar que tiene una laguna, un arroyo y humedales. También tendrá una huerta comunitaria de cultivos orgánicos, con plantas comestibles, aromáticas y hasta medicinales. Una idea que ya prendió en propietarios, “El otro día me llamó uno que plantó paltas y ahora siguen con moras”, revela Fernando, a quien se ve tan emocionado con este proyecto como en aquel otro, que pareció una remada interminable, el lograr que el COI aceptara que el surf fuera un deporte olímpico.

En total son 350 lotes, cada uno de 1.500 metros cuadrados, que comercializa la inmobiliaria Robles y tuvo que arquitecta a Victoria Salas. En la primera etapa salieron a la venta 150, con un ticket de entrada que inicia en 100 dólares el metro cuadrado -con posibilidad de financiar en cuotas-. En Olas no hay calles asfaltadas y la mitad que estaban trazadas las convirtieron en biosenderos peatonales. 

Los espacios son amplios: habrá 40 metros de distancia entre las casas. "Era más fácil hacer un barrio de 1.000 lotes, pero no es lo que queríamos", dice Aguerre. En marzo los primeros propietarios tendrán la posesión de sus terrenos para empezar a construir sus casas -por ahora, solo están las dos viviendas originales. "Hay un plan a largo plazo, pero no incluye ni zonas comerciales ni edificios multifamiliares. Esto es una mezcla virtuosa de naturaleza y civilización", explica Fernando.

Este año ya se terminó el acceso principal al barrio y en julio comenzó el tendido de la red eléctrica bajo la inspección de DEA, igual que la construcción del Club House y la impermeabilización de la laguna. Todo quedará finalizado en marzo de 2026. Olas será el primer barrio de Chapadmalal que contará con gas natural y todos los servicios de una ciudad, pero en lugar único a 50 metros del mar. Con calles de nombres hawaiianos y toda la impronta surfera que ama Fernando Aguerre. Una comunidad oceánica. O, en realidad, otra comunidad.