Rocco Carbone: “La fuerza que anima a Milei es un capitalismo que llegó a un momento de delirio”

El filósofo conversó con El Destape sobre la publicación de su último libro Ultra, aristocracia tecnofinanciera, capitalismo mafioso y fascismo global, editado por Sudamericana. 

24 de septiembre, 2025 | 14.44

El último libro del filósofo italiano radicado en Argentina Rocco Carbone podría inscribirse dentro la filosofía de la praxis: aquella que se escurre entre la academia y la calle. Algo así como la definición que acuñó León Rozitchner sobre que la filosofía piensa en tanto y en cuanto el pueblo lucha. ‘Ultra, aristocracia tecnofinanciera, capitalismo mafioso y fascismo global’, editado por Sudamericana, intenta pensar las experiencias ultrareaccionarias, principalmente en la Argentina de Javier Milei, un proyecto que el autor no duda en definir como una nueva versión del fascismo en el siglo XXI.

Ultra, Aristocracia tecnofinanciera, capitalismo mafioso y fascismo global editado por Sudamericana


- Hay cierto rechazo a denominar como fascista a la experiencia libertaria, pero no en tu caso ¿Qué rasgos del gobierno de Javier Milei considerás que se ajustan a esa definición?

- El poder fascista está configurado por dos dimensiones antitéticas. Siempre es dos cosas al mismo tiempo. Es como el lobo de Caperucita Roja: un lobo que se convierte en cordero. Es Auschwitz, que en nombre de la libertad del trabajo te arroja al campo de concentración.

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Es Milei cuando dice que va a cambiar el tono de su discurso pero al mismo tiempo afirma que los ejes de su programa económico son inamovibles. Este último cambio en las “formas” de Milei es parte de un elemento estetizante que sirve para confundir. Es un elemento distractor de tipo narrativo para encubrir la acción política que va a seguir siendo la misma. Milei se puede volver amoroso y peinar como Alberto Fernández pero la racionalidad política del poder que lo anima es un capitalismo que rompió el límite de su reaccionarismo y llegó a un momento de delirio. 

Y el otro rasgo que organiza el poder fascista es el antagonismo absoluto, la intolerancia dentro del ámbito de la politicidad. Que el otro no tenga derecho a hablar, a comunicarse, a hacer política y eso lo veo en la respuesta sistemática del Gobierno, con palos y gases, todos los miércoles a los jubilados y a las jubiladas. Es una denegación de la otredad.

- ¿Por qué crees que hay resistencia a denominar la experiencia mileísta como fascista? 

El rechazo más problemático es el que se da en el ámbito nacional popular y eso se debe a múltiples factores. Una primera dificultad es que fascismo es una palabra que genera temor, que vinculamos con el campo de concentración, con la experiencia del siglo XX de la Shoá. Y en Argentina hay un segundo tipo de dificultad, dado que históricamente la palabra fascismo fue empalmada con la experiencia del peronismo. Las ideologías de izquierda vinculadas con el Partido Comunista, con el Partido Socialista y con el radicalismo construyeron una homología entre peronismo y fascismo. Entonces, cuando se escucha la palabra fascismo una parte conspicua del peronismo piensa en sí mismo. Eso es un error histórico, porque el fascismo no tiene nada que ver con el peronismo; el facismo es un poder que cuando se hace del Estado, implosiona la estatalidad y la destruye, como también destruye a la comunidad. Entonces, cuando no entendés el devenir del capitalismo, que tiene 500 años, no entendés el fascismo y otro error que ocurre es la vinculación mecánica con la experiencia italiana. Error. El fascismo es un poder transhistórico, una latencia presente permanentemente en la historia de los pueblos que oportunamente estimulada se magnifica. Esa latencia estaba presente en el pueblo argentino. El poder fascista forma parte de la historia política nacional. En los años 30’ en Argentina existía un Partido Fascista Argentino. 

- ¿Esa latencia fue estimulada por Milei?

- La Libertad Avanza la estimuló en un momento de crisis. Porque el fascismo es una herramienta del capitalismo en crisis. Cuando el capitalismo no puede dominar la fuerza productiva de un país rompe los límites reaccionarios y se vuelve ultra reaccionario. Eso es lo que pasó durante la pandemia, dado que el capitalismo enloqueció cuando vio que la mayoría de los trabajadores y trabajadoras no salía a trabajar. Ahí buscó representación en políticos homólogos a Milei que quebraran el aislamiento en nombre de la libertad. Entonces, si no entendemos cómo funciona la racionalidad del capitalismo vamos a vincular siempre el fascismo a la paupérrima experiencia italiana, que además no fue la única experiencia fascista del siglo XX. También lo hubo en Alemania, en España, en China, en India, en África. Y esa dificultad que se da en Argentina de entender al libertarianismo en su politicidad fascista es problemática. Porque una mala caracterización del antagonista político implica también una mala caracterización de lucha del campo de la política.
En ese sentido fue interesante la gran marcha que se dio el 1F en Parque Lezama que se organizó alrededor de una consigna de lo más interesante: disidencia, diversidad y  antifascismo. Ahí hubo un reconocimiento de algo que está pasando y que supera los límites del neoliberalismo. De hecho, podríamos decir que Milei es un neoliberal, que de hecho arrastra el apellido Menem en su Gobierno, pero que también es algo más. El poder fascista es un recrudecimiento de la lucha de clases, del capital en contra de los elementos vitales más mínimos de la clase trabajadora. 

El autor de Ultra, Rocco Carbone

- En el libro decís que ya no se da más la lógica del capital versus el trabajo, sino que ahora es el capital versus la vida

- La contradicción principal del capitalismo en el siglo XX era capital versus trabajo. El propósito del capitalismo era apropiarse de la riqueza creada por la clase trabajadora. Pero hoy el capitalismo está en una fase tan zombie y delirante que se quiere apropiar de la vida de los trabajadores y Milei posibilita eso. Permite que monopolios corporativos y globales se apropien de la fuerza de trabajo nacional, o por ejemplo de los bienes naturales comunes. Es lo que sucede con los que trabajan en las aplicaciones como Rappi. 

- Se habla mucho de la imposibilidad de imaginar un futuro distinto, ¿Qué pensás?

- Que para salir del cerco, efectivamente hay que imaginar alguna otra cosa; otras imágenes de lo posible; un sueño es una imagen, una representación artística es una imagen, en diálogo filosófico es una imagen, una novela también. Entonces me parece que hay que organizar otro tipo de imaginación posible y construir mayoría que no quiere decir construir aritméticamente un 50 + 1. Quiere decir, desde mi punto de vista, al menos, construir una fuerza disidente y luego una herramienta política que pueda conducir esa fuerza.

- Y recuperar la alegría

- Sí, porque estamos atravesando por emociones tristes. El elemento tanatológico inherente al fascismo, son las pasiones tristes. Que las personas sufran, se sientan mal, y haya angustia permanente. En la Retórica, Aristóteles habla de la ira y del odio, y dice que la ira tiene un techo, que en algún momento se interrumpe y lo vincula a la índole individual. En cambio el odio, dice, es una patología que no termina nunca. Sólo frena cuando el antagonista está desaparecido o muerto. 

- ¿Por eso el amor no vence al odio?

- Esa es una gran consigna porque el amor es un lazo social, al igual que la política. Siempre lo pensé así: los grandes símbolos emancipatorios, el peronismo por ejemplo, usa los dedos en V. O sea, dos. Para hacer política, te tenés que descentrar de vos mismo y religarte a otro. El trotskismo y el comunismo, usan los cinco dedos cerrados sobre sí mismos que forman una fuerza mayor. En cambio, el símbolo inexistente del fascismo, del libertarianismo, es la ruptura del lazo social, es la soledad. Es la reconcentración sobre uno mismo.