Axel Fiks: “Volver a hacer música me dio pulsión de vida”

Axel Fiks vuelve con Abierto toda la noche, un disco visceral y sin filtro que marca su regreso a la escena: el 21 de junio lo presenta en El Xirgu con un show cargado de puesta, invitados y pulsión colectiva.

16 de junio, 2025 | 10.00

El ascensor de las oficinas de Sony Music sube lento. A esta altura del día, Axel Fiks ya dio varias entrevistas, pero en cuanto se sienta con un café y una cookie de pistacho, que mastica entre respuestas, se nota que todavía le queda mucho por decir. La escena es doméstica, íntima, en contraste con el vértigo del lanzamiento: Abierto toda la noche, su nuevo disco, lo vuelve a poner en el centro después de un largo impasse. Y el Axel de ahora no es el mismo que escribió Chica Acuario. Tiene más años, más cicatrices, más tatuajes y una nueva forma de habitar su música.

“Yo creo que para este disco se acumularon todas las frustraciones de 2021 a 2023”, dispara sin rodeos. Durante ese tiempo, dice, no solo dejó de componer: dejó de vivir como artista. “Veía una guitarra y pensaba: ‘Si no vas a hacer un hit, ni la agarres’”.

En esos años, se refugió en la terapia. La psicóloga le dio una consigna sencilla: sentarse 10 o 15 minutos por día a hacer música. “Todo lo que sea más de eso ya es ganancia”, le dijo. En esa lógica mínima, casi infantil, Axel recuperó el juego. Volvió a hacer beats. A imitar bajos de Daft Punk. A escribir sin pensar si eso iba a gustar. “Me di cuenta de que tenía romantizada la idea de que las mejores canciones salían en diez minutos”, reconoce. “Y si no pasaba eso, me frustraba”.

La presión del pasado no lo ayudaba. A los 21 años llenaba Niceto. A los 22, Vorterix. “Después me detuve. Y ahora retomar después de haber estado tan postrado es más difícil. Lo que a mí me parece buenísimo, capaz a la gente no”. Lo dice sin dramatismo, como quien carga con el vértigo de haber llegado temprano. A veces, explica, se pregunta si ya pasó de moda. Pero a la vez, sabe que sus canciones siguen ahí: “El otro día conocí a una chica que me dijo que se emocionaba escuchándome cuando pasó un momento difícil”.

El disco nuevo, que todavía no presentó oficialmente, tiene un registro más íntimo, casi confesional. En Hijo único, por ejemplo, canta:Mentir no tiene calorías o el padre que ignoró mi vida. Dice que le costó escribirla, que sintió pudor. “Me parecía medio goma”, confiesa. Pero entendió que el tema lo pedía, que necesitaba esa catarsis. Y que no alcanzaba con una sola canción: “A tu tiempo también tiene líneas como ‘no más alcohol, no más excesos’. Son guiños a lo que me estaba pasando”.

Hubo una etapa oscura, lo cuenta con franqueza. Vivía solo, consumía, tomaba antidepresivos. “La sertralina me sacaba las ganas de todo. Perdí la ambición. Me alejé mucho del eje de hacer música por el simple hecho de hacerla”. Su firma con Sony Music Argentina, en 2024, fue el punto de quiebre. Volvió a componer, a producir en casa, a reunirse con otros artistas. “Eso me activó”, dice. “Me volví más ambicioso, empecé a escribir todos los días. Me dio pulsión de vida”.

En esta nueva etapa también se volvió más colaborativo. Grabó un tema con Facu de El Zar, otro con Lola Parda de Perotá Chingó, y está armando un dúo “medio Crystal Castles” con BB Asul. “Me re gusta porque me desafía a producir cosas nuevas, más electrónicas, con gente de estilos distintos”. También destaca su único feat del disco, con Catalina Ammaturo, a quien conoció en una jam de Saldías. “Me interesa mucho más la escena under”, dice. “Ahí pasan cosas de verdad”.

La ansiedad escénica, curiosamente, no lo preocupa. El último show en Capital lo dio gratis, el 1° de abril del año pasado, en su cumpleaños, en un espacio al aire libre cerca de Facultad de Derecho. “Soy Aries. Muy Aries. Sol, ascendente, Marte y Saturno... todo en Aries”, se ríe. Para la nueva presentación, que será el 21 de junio en El Xirgú, planea algo más grande. Cambios de vestuario, invitados, dirección de arte. “La idea es que no sea solo Axel Fiks en el escenario. Si pudiera cambiar el nombre y ponerle nombre de banda, lo haría. El proyecto lo llevamos adelante todos”.

El concepto es claro: salir de la solemnidad, entrar en el juego. “Ahora quiero ir a algo más sencillo, más dionisíaco, menos enroscado”. Pero sin perder la poesía, sin traicionar la raíz. “Puedo hacer un beat, una línea de bajo épica, y no pierdo mi esencia”.

Antes de despedirnos, la cookie de pistacho ya es historia. Axel agarra su taza vacía y sonríe. “Lo bueno de todo esto es que volví”, dice. Y suena a declaración de principios. Después de los excesos, la parálisis musical, la presión del pasado, lo que queda es esto: hacer canciones. No por obligación. No por algoritmo. No por hits. Hacer porque sí. Porque la vida, como el disco, todavía está abierta toda la noche.