Netflix volvió a acertar con un thriller cargado de acción, crimen y venganza. Sin piedad para nadie es una de las últimas producciones surcoreanas que logró escalar rápidamente entre lo más visto de la plataforma. A lo largo de siete intensos episodios, la historia sigue a Nam Gi-Jun, un hombre que había dejado atrás su vida criminal pero que se ve obligado a regresar al mundo del hampa tras el asesinato de su hermano menor, Gi-Seok.
Con la frase “Sin perdón, sin piedad… sólo la venganza espera” como mantra, el protagonista se sumerge en un universo oscuro dominado por dos poderosas bandas, enfrentadas tanto en las calles como en sus propios intereses internos. ¿Logra vengar la muerte de su hermano? ¿Quién está realmente detrás del crimen? A continuación, te explicamos el final de Sin piedad para nadie.
¿Qué pasó en el final de Sin piedad para nadie?
El asesinato de Gi-Seok parecía, al principio, obra de un ajuste de cuentas entre bandas rivales. Sin embargo, la serie da un giro cuando se revela que fue Kanemaya, un sicario buscado por la Interpol, quien ejecutó el crimen. ¿Por encargo de quién? Nada menos que de Lee Geum-Son, un fiscal con una doble vida y sed de poder. Geum-Son no solo era el autor intelectual del asesinato, sino que también ordenó la muerte de su propio padre, Lee Ju-Woon, para quedarse con el liderazgo de las dos organizaciones criminales.
Detrás de estas traiciones se encontraba también Yeong-Do, un oficial corrupto que tejía redes entre ambas bandas y manipulaba la información a su favor. Para protegerse, grabó conversaciones y actos criminales que luego serían piezas claves. Estas pruebas llegan a manos de Gi-Jun, quien se las entrega a Hae-Bom, un amigo fiel de Gi-Seok, para protegerlas.
Gi-Jun, movido por su deseo de justicia, ejecuta a Kanemaya y a Yeong-Do, y más tarde a Seong-Cheol, un aliado de Ju-Woon que intentó frenar el caos sin éxito. La caída de Geum-Son se acelera cuando los medios anuncian que es sospechoso de un crimen y debe dejar su cargo de fiscal, lo que lo deja expuesto como simple criminal. Sin el respaldo legal ni el respeto de los clanes, cae en la desesperación.
Finalmente, Gi-Jun confronta a Geum-Son. El exfiscal intenta justificarse, diciendo que merece el poder, pero Gi-Jun lo enfrenta con una verdad brutal: lo único que inspira es miedo. Antes de que Geum-Son pueda quitarse la vida, Gi-Jun lo detiene y lo obliga a pedir perdón por la muerte de Gi-Seok, antes de asesinarlo con un cuchillo, sellando así su venganza.
Sin embargo, la historia no termina con la muerte del enemigo. Gi-Jun, herido por los enfrentamientos, aparece en la escena final solo frente a una fogata. Aunque la figura de su hermano parece acompañarlo, queda claro que está al borde de la muerte. En un último momento de introspección, se lamenta por haber permitido que Gi-Seok se involucrara en el mundo criminal.