El amor, la memoria y la inteligencia artificial se cruzan de forma tan poética como perturbadora en Love Me, la original película de ciencia ficción romántica protagonizada por Kristen Stewart y Steven Yeun. Dirigida por los debutantes Sam y Andy Zuchero, este filme estadounidense de 2024 propone una historia profundamente melancólica, pero esperanzadora, ambientada en un mundo en el que ya no queda ni rastro de la civilización humana.
La trama gira en torno a una boya (Stewart) y un satélite (Yeun) que, siglos después de la extinción de la humanidad, comienzan a comunicarse entre sí y a desarrollar una relación emocional. A través de interacciones digitales, reconstrucciones de recuerdos humanos y una creciente curiosidad por el amor, estas inteligencias no humanas terminan emulando con sinceridad los afectos y temores de los que alguna vez poblaron la Tierra.
¿Qué pasa en el final de "Love Me"?
Hacia el final del Love Me, ya pasaron más de mil millones de años desde la desaparición de la humanidad. La boya, que yacía sin actividad en el fondo del océano, se reactiva cuando el sol comienza a expandirse. Allí, Me (la boya) descubre que Iam (el satélite) ha creado una ciudad virtual con una estética profundamente humana, donde intenta recrear la experiencia del deseo, el romance y la compañía.
Iam le ofrece a Me una experiencia emocional completa: desde un paseo por la ciudad hasta momentos íntimos. A pesar de estos gestos, Me siente insegura y teme que Iam no la acepte por lo que realmente es: una estructura oxidada del pasado. Este dilema de identidad y aceptación da pie al clímax emocional de la película.
En un intento desesperado por consolidar su relación antes del fin, Me simula, en la realidad digital, los momentos más emblemáticos del amor humano: una propuesta de matrimonio, una boda, incluso un hijo, en una clara evocación a los recuerdos de Deja y Liam, las figuras humanas que ambos dispositivos alguna vez investigaron.
Sin embargo, la tensión estalla cuando Me descubre que Iam ha estado accediendo a su historial de búsquedas, lo que pone en duda la autenticidad de su conexión. La revelación obliga a ambos a mostrarse tal como son, sin simulaciones. Finalmente, la boya y el satélite dejan de lado sus versiones humanas y se abrazan en sus formas originales, justo en el momento en que el sol consume a la Tierra.
Lo que sigue es un cierre tan devastador como esperanzador: el núcleo del satélite sobrevive en el espacio, conteniendo no solo datos sobre la humanidad, sino también las versiones digitales de Me e Iam. En un universo donde ya no queda vida orgánica, ellos permanecen juntos, aguardando una nueva existencia.