El ícono de la música romántica argentina, Sandro, dejó una huella imborrable en la historia cultural del país. Las fotos de Sandro en sus primeros años permiten redescubrir el carisma y el estilo que lo convirtieron en un fenómeno de masas. Desde sus inicios hasta su consagración, la figura de Sandro de joven muestra una combinación única de talento, rebeldía y magnetismo escénico.
Los primeros pasos de Sandro en la música
Nacido como Roberto Sánchez el 19 de agosto de 1945, Sandro creció en un entorno humilde y desarrolló diversos oficios antes de dedicarse de lleno a la música. Fue empleado metalúrgico, aprendiz de joyero y vendedor de damajuanas junto a su padre. Sin embargo, su verdadera pasión surgió al imitar a su ídolo, Elvis Presley, en un acto escolar del 9 de julio de 1957, donde recibió una ovación que marcó el inicio de su vocación artística.
Durante la década del 60, adoptó el nombre artístico que sus padres habían querido darle al nacer. Este cambio coincidió con sus primeras apariciones en la escena musical, caracterizadas por un estilo que fusionaba rock and roll y canción melódica, ganándose rápidamente un lugar en la industria.
El apodo de “gitano” y la construcción de un ídolo
El sobrenombre de “gitano” acompañó a Sandro de joven durante gran parte de su carrera. Aunque su ascendencia gitana no está confirmada, la herencia húngara de su abuelo paterno y su personalidad libre y apasionada reforzaron esta identidad artística.
En 1966, dio un paso importante en su trayectoria al debutar en cine con la película Tacuara y Chamorro, pichones de hombre, filmada en localidades de Santa Fe. Este trabajo marcó el inicio de su faceta como actor, que se sumó a su creciente éxito musical.
Las fotos de Sandro en esos años reflejan a un artista seguro, con una estética cuidada y una presencia escénica arrolladora que lo diferenciaba de otros cantantes de la época.
El fenómeno de “mis nenas” y la devoción de sus fans
Durante los años 70, el vínculo entre Sandro y su público femenino alcanzó dimensiones únicas. Sus seguidoras, conocidas como “las nenas”, lo acompañaban en cada presentación y lo esperaban en su casa de Banfield para celebrar su cumpleaños el 19 de agosto, en reuniones que llamaban “batallas del 19”.
Este fenómeno de fidelidad y cercanía con los fans es parte fundamental de su legado. Las imágenes de aquellos encuentros muestran a Sandro de joven interactuando con sus admiradoras, consolidando una relación que se mantuvo incluso con el paso de las décadas.
El legado de un artista eterno
A partir de 2001, Sandro comenzó a enfrentar problemas de salud que lo llevaron a suspender presentaciones y someterse a tratamientos médicos. Pese a ello, continuó cantando y mantuvo viva su conexión con el público.
El 4 de enero de 2010, falleció a los 64 años tras un doble trasplante de pulmón y corazón. Su despedida en el Congreso Nacional convocó a una multitud, reafirmando su estatus como leyenda de la música y el espectáculo.
Las fotos de Sandro en su juventud siguen siendo un testimonio visual del magnetismo y la energía que lo convirtieron en una figura irrepetible. Su imagen y su voz permanecen como símbolos de una época en la que la pasión y el arte iban de la mano.