Natalia Villamil, dramaturga y directora -es autora de, por ejemplo, la premiada Rota, unipersonal que narra la historia de dolor de la madre de un femicida- volvió al teatro con Flores muertas, un bellísimo trabajo que homenajea el universo de películas de Pedro Almodóvar, los temas de interés más recurrentes de su obra y su tan característica estética kitsch. La pieza que puede verse en el Teatro Nacional Cervantes cuenta la historia de una familia reunida por un velorio y explora los complejos entresijos de las dinámicas de relaciones entre madres e hijos. En diálogo con El Destape Villamil confiesa su amor por el cineasta manchego y la inspiración que la llevó a crear esta excelente tragicomedia rioplatense.
¿Cuál es tu conexión con las películas de Pedro Almodóvar?
- Soy muy fan de Almodóvar y sobre todo de su película Todo sobre mi madre, porque hay algo en ella -la relación madres e hijos- que vengo trabajando en mis obras anteriores. En un principio llegué a fantasear con encarar la versión teatral de la película pero terminé desistiendo… aún así, Flores muertas tiene muchas referencias a ese universo. Me encanta que cuando la gente la ve piensa que es un homenaje a las películas de Pedro Almodóvar porque esa fue mi primera intención.
¿Le hiciste ver al elenco Todo sobre mi madre?
- Sí, todos se metieron a full en el universo Almodóvar. Cuando empezamos a leer la obra justo se estrenaba La habitación de al lado y pusieron en las plataformas todas sus películas viejas, así que eso nos vino re bien para retomar sus aspectos más clásicas dentro del melodrama, como se abordan las peores cosas del mundo con humor. Son tragedias cómicas.
Pedro Almodóvar es bastante accesible, quizás le puede llegar algún comentario de esta obra…
- Fantaseo con eso y sobre todo con invitar a Cecilia Roth, que la tenemos cerquita y sabemos que tiene una amistad con él. ¡Es una fantasía!
¿Por qué seguís explorando en tus obras temáticas de relación madres e hijos?
- A mí me gusta mucho escribir sobre eso, debe ser porque soy psicóloga y hay algo que me atrapa mucho sobre cómo se relacionan las personas y las maneras de profundizar en ello. Hay algo de eso que me atrapa. En Flores muertas vemos una familia disfuncional, lo que me permite explorar en los modos de relación y llevarlos al imaginario, despegarlos de la realidad y hacerlos ficción.
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"Las madres son un motor que puede dañar y querer al mismo tiempo"
¿Tu mamá está viva?
- Sí. No vio la obra todavía (risas). Tiene 80 años y vive en Lobos.
¿Cómo es la relación con ella?
- Tenemos una muy buena relación, pero hace mucho que no vivimos juntas porque a los 17 años me fui de casa para estudiar y después me vine acá. Entonces tenemos una relación a distancia pero con mucha conexión. Ella es una gran abuela de mis hijos, me ha ayudado muchísimo con mi maternidad. Mi madre es una gran inspiración en mis obras y ese es otro punto que yo investigué mucho para esta obra: la relación de Almodóvar con su madre. En la obra hay frases que él dice sobre su madre y yo las pongo en voz de los personajes. “Me fascinan más tus defectos que tus otras cualidades”, es una de ellas. Las madres son la gran inspiración en Flores muertas porque considero que son un motor que puede dañar y querer al mismo tiempo.
Las madres hacen lo que pueden…
- Exacto. Y ese “hacen lo que pueden” a veces es demasiado aunque a ellas les parezca poco, o al revés. A mí me gusta trabajar con esas creencias y desfasajes del lenguaje de la comunicación.
Flores muertas puede verse de jueves a domingos a las 21 horas en el Teatro Nacional Cervantes (Libertad 815, CABA).