En la añeja radio portatil todavía resuena, una y otra vez, "cantame, cantame Walter, cantame un gol...". La voz gruesa de pasión, haciendo palpitar corazones al otro lado de las canchas, es la de Walter Saavedra, "Waltergol", el relator que, a pesar de lo doloroso de su muerte, su capacidad artística para mezclar mundos lo transformó en el "Poeta del fútbol".
Vivir para crear arte, adelante de un micrófono o en una mesa redonda con amigos. La facilidad de Walter para imaginar jugadas arrollaba y desbordaba a su propia timidez, transmitiendo emoción en cada palabra que salía de su boca. "Arriba del escenario o en una cancha, walter se transformaba. El 'Polaco' (Eduardo) Caimi decía que era un 'volcán' cuando estaba en el relato. Era más amante del hecho artístico que del fútbol mismo", recuerda Juan José "El Nene" Panno a El Destape, escritor, periodista y amigo de Saavedra.
Si su personalidad introvertida quedaba atrás una vez que pisaba una cancha, dentro de ella no ponía límites a su imaginación y su pasión. En un partido entre Douglas Haig y Colón de Santa Fe, en el Ascenso de hace 20 años, Walter viajó a Pergamino con la certeza de no tener acreditación ni cabina para la transmisión, sin embargo eludió la problemática: Saavedra se trepó a un poste de luz afuera de la cancha y, como si fuese un equilibrista, relató el partido desde las alturas atando su cuerpo con el cinturón al palo.
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En esas historias que inventaba, nunca se olvidó de las reales, de las historia de su pueblo, esas que duelen pero que sirven para mantener viva la memoria. "Una que siempre trataba de reflejar en las transmisiones, era entre 'la censura' y 'los muchachos', que eran los desaparecidos, los muertos por la dictadura. Era muy emocionante ese relato, que siempre terminaba con un grito de gol de la hinchada cantando “se va a acabar, se va acabar la dictadura militar”, cuenta Panno.
Sus relatos daban la sensación de siempre ser los últimos, por lo grandiosos y emotivos, como si su vida se fuera a desvanecer allí, en el último hilo de su vozarrón, aunque la imaginación también la explotaba fuera de los relatos. El periodista y escritor Julián Scher reveló, de forma implacable, cómo Saavedra era capaz de llegar a los corazones: en un cumpleaños de su adolscencia. El "Poeta del fútbol" le regaló un CD y, en el mismo, sonaba un relato que finalizaba con la marca a fuego de Saavedra: "Patatín, patatán, miren qué gol que hizo Julián".
Sus casi 40 años de radio, entre Radio Belgrano, Rivadavia y tantas otras, siempre lo tuvieron cerca de Boca, equipo del que era hincha. A pesar de su amor por el "Xeneize", su valoración por la sensibilidad y la ternura era más fuerte. Cuando River descendió al Nacional B, en 2011, Walter se sentó a ver el partido, pero lejos de ponerse contento por el resultado, terminó llorando de dolor: su hijo, Facundo, es fanático de River. Nunca le reveló esa tristeza a nadie por su timidez, pero para su hijo y su esposa fue un momento que refleja cómo vivía Saavedra.
"Walter era uno de los últimos 'Mohicanos' de la radio, amaba el contacto con la gente. Él decía que relatar un partido por televisión, desde un estudio de radio, era como hacer un karaoke a las 3 de la mañana: parece que cantas, pero en realidad no cantas. Él esperaba que lo llamaran para relatar en la cancha y este mundo de hoy ya no está para eso", expresó "El Nene" Panno, quien compartió durante años transmisiones radiales y, que, además, conoció a su pareja en la casa de Saavedra.
Recordar a Walter Saavedra debería ser informado a través de un DNU para la memoria. En tiempos en los que se quiere borrar la historia, la mejor manera de reconocer a "El Poeta" es evocar a la radio añeja portatil, esa que todavía expande su voz grave. A pesar de que esos gritos armónicos se hayan apagado y que la tristeza haga un hueco por no escucharlo, su garganta y su mundo imaginario continúan dando la misma vida que cuando estaba en una cancha de fútbol. O en una ronda con amigos.