"¿Dónde están nuestros nietos? ¿Nacieron? ¿Dónde están esos bebés?". Las preguntas todavía resuenan frente a Casa Rosada, 47 años después que cuando Enriqueta Maroni, expresidenta de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora fallecida este martes 5 de agosto, las realizó a la televisión holandesa para denunciar la desaparición de sus dos hijos, y otros tantos, durante la dictadura militar en pleno Mundial 78.
Un año antes, María Beatríz y Juan Patricio, hijos de Enriqueta de 23 y 21 años respectivamente, habían sido secuestrados por un grupo de tareas del Primer Cuerpo del Ejército, lo que llevó a Maroni a iniciar una intensa búsqueda y, casi sin imaginarlo, ser el rostro de denuncia hacia el mundo de las atrocidades perpetradas por el Gobierno de facto en nuestro país, en medio de la Copa del Mundo.
“Han venido a nuestras casas. Las han allanado, han robado cuanto han querido, han destrozado las casas, porque las han destrozado y robado todo lo que tenemos. Y a más, a nuestros hijos nos han robado. Y nunca jamás supimos más nada de ellos. ¡El Ejército lo ha hecho! ¡El ejército lo ha hecho!“, fue otra parte del enunciado de Maroni a la tv neerlandesa, que se abalanzó hacia el periodista con la desesperación lógica de la situación, acompañada de otras madres.
En aquel momento, la Junta Militar presidida por Jorge Rafael Videla mantenía un cerco mediático sobre lo que ocurría en el país y las rondas de protestas que realizaban las Madres de Plaza de Mayo eran apenas escuchadas, pero sí vigiladas por policías e integrantes de inteligencia del Ejército. Sin embargo, la presencia del medio holandés en Casa Rosada aquella tarde, fue el disparador para que el fútbol comenzara a descubrir que el Mundial 78 escondía una violenta dictadura en Argentina.
MÁS INFO
La carta falsa de un jugador holandés y las acciones de dos selecciones en el Mundial 78
"Mamá me contó que los otros días lloraste mucho porque algunos amiguitos te dijeron cosas muy feas que pasaban en la Argentina. Pero no es así. Es una mentirita infantil. Esta no es la Copa del Mundo, sino la Copa de la Paz. Papá está bien. Tiene tu muñeca y un batallón de soldaditos que lo cuidan y que de sus fusiles disparan flores. Diles a tus amiguitos la verdad; Argentina es tierra de amor”. Se lee en una parte de la carta publicada el 13 de junio de 1978 por El Gráfico, bajo el título Carta a mi hija, con la supuesta firma del jugador holandés Rudolf Krol.
Escrita en inglés y con la traducción en castellano, la publicación de la carta enseguida llegó a manos del propio Krol que, al entender la gravedad del hecho, convocó una conferencia de prensa en el lugar donde estaba concentrada la selección de su país y negó de manera rotunda haber sido el autor del manuscrito. la complejidad del asunto escaló a niveles diplomáticos, tanto que el embajador del país de la Naranja Mecánica amenazó con retirar al equipo del Mundial.
Los mensajes de "seguridad" y "tranquilidad" que intentó desplegar la Junta Militar en la prensa internacional para ocultar el plan criminal no tuvieron el efecto ni el impacto deseado. Las incontables denuncias de exiliados y familiares de desaparecidos no pudieron ser escondidas del todo y el Gobierno de facto comenzaría a sentir las consencuencias de las delegaciones que se aproximaban a territorio argentino.
A falta de dos semanas del comienzo de la Copa del Mundo, medios de comunicación de Francia y Alemania señalaron que ambos seleccionados podrían viajar con agentes de seguridad, lo que generó tensión en la Junta Militar debido a que trastocaba sus planes comunicacionales. La decisión del Gobierno de facto fue otro adelanto de la violencia y su torpeza: tras una reunión con los embajadores, publicó una carta pública en la que avisaba que Argentina no permitiría el ingreso de personal armado de otros país.
Con uno de los dos, la relación se fue tensando más de lo que pensaron. A pesar del viaje del embajador en el país galo, Tomás de Anchorena, para mejorar las relaciones de cara al Mundial, Francia continuaba reclamando precisiones por Alice Domon y Leonié Duquet, las monjas francesas que se encontraban desaparecidas en nuestros país.
La aprehensión del periodista del diario Le Monde Jean-Pierre Clerc en el aeropuerto de Ezeiza terminó de resquebrajar el vínculo con Francia, tan así que el país rechazó ser invitado como “huésped oficial” y el ministro de Deporte francés, Jean Pierre Soisson, declinó presenciar el Mundial in situ.
El coletazo de romper relaciones, al menos extraoficiales, no quedó solo allí. El Parlamento Europeo ya estaba al tanto de lo que sucedía en Argentina a días del inicio del Mundial, pero lo que inflamó las venas de los militares fue la declaración del presidente de la federación francesa al diario Buenos Aires Herald, que habló de los “desaparecidos franceses” .
Aunque ya era inocultable hacia el mundo y los corresponsales internacionales enviados daban cuenta de algunas de las desapariciones y denuncias, ningún seleccionado faltó a la Copa del Mundo. En aquellos días, censurar voces y cerrar o suspender medios de comunicación de contenidos, era tan habitual como la detención y desaparición de personas. A pesar del miedo y las atrocidades, la voz de Enriqueta Maroni sirvió para encender una denuncia que recorrió el mundo y que aún resuena en cada lucha para buscar justicia.