“En los barrios se toma mate cocido y no leche. Estamos rifando nuestras niñeces. El poder económico nos quiere como mano de obra barata para el resto del país. Ya no hay movilidad social en la Argentina”. “La Negra” Albornoz, Claudia, referenta de La Garganta Poderosa, lo vive todos los días en los barrios de la zona oeste de Santa Fe. En los últimos dos años el consumo de leche se derrumbó mientras que las exportaciones crecen por sobre los productos que circulan en un depreciado mercado interno.
Cada vez hay menos tambos –fenómeno que se viene dando desde más de una década-, la producción se concentra en pocas manos y el poder adquisitivo de la clase trabajadora y media se empobrece. La suma de todos estos factores confluye en un escenario propenso para dejar laburantes en la calle, como acaba de ocurrir con La Suipachense – con 140 empleados despedidos - y ARSA, que elaboraba marcas como Shimy, Sancorito, Sublime y Vida, con otros 400 despidos.
Ambas empresas eran gestionadas por el Grupo Maralac, de los hermanos Manuel y Carlos Fernández, empresarios venezolanos quienes en 2002 estuvieron alineados con el golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez.
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La Suipachense dejó un tendal de casi 3000 millones de pesos de deuda, incluidos el no pago de aportes y contribuciones patronales según indicó a El Destape Cristian Hernán Fenoglio, secretario general de la seccional Chivilcoy de ATILRA, el gremio de los trabajadores del sector lácteo.
“No digo que sea algo planificado pero estamos hablando del mismo grupo venezolano con la quiebra de dos empresas. Esta gente prácticamente llevó la empresa a la banca rota total. Hay un contexto económico y social que empuja a todo esto”, explicó Fenoglio.
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Lo que hierve es el contexto social
“Lo que resulta contundente es que las ventas y, por ende, el consumo presenta en los últimos años una tendencia a la baja en general y una primarización con productos más básicos como leches fluidas no refrigeradas, quesos de segundas y terceras marcas y yogures bebibles de litro en detrimento de aquellos productos de mayor valor agregado y por ende económicos. Esta situación, sin duda, se da por un fuerte deterioro de los niveles de ingresos reales, fundamentalmente de los segmentos medios de la pirámide de ingresos”.
El análisis corresponde a uno de los últimos informes del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) con los datos consolidados entre enero y septiembre de este año.
De acuerdo a los análisis del Observatorio, durante el año pasado la caída acumulada en el consumo de productos lácteos dentro del mercado interno había llegado al 12,2% interanual para el período enero – septiembre. Los registros de este año indican un alza del 7,6% en relación al año pasado; por lo tanto, al consumo interno todavía le faltarían recuperar 5 puntos porcentuales para saldar la pérdida registrada durante el primer año de la motosierra de la administración Milei.
Este escenario, que combina una permanente licuación de ingresos de los sectores medios y trabajadores, también modificó hábitos de consumo, tal como sucede en cada época de crisis. El propio Observatorio destaca que, en épocas como la actual, suelen proliferar los canales de ventas informales, que también distorsionan los datos oficiales sobre consumo.
“Escenarios como el actual donde hay un fuerte deterioro de los ingresos reales de la población hacen que proliferen las ventas informales que obviamente ninguna estadística puede registrar y además han crecido fuertemente productos que por precio sustituyen el consumo de lácteos, como rayados, bebidas con lácteos, margarinas y otros similares. En particular los rubros de más lenta recuperación son aquellos de mayor valor agregado y/o unitario. Cabe también agregar que la recuperación en algunos rubros fue básicamente a costo de mayores ofertas de precios”, puede leerse en el informe de septiembre del OCLA.
Por otro lado, las exportaciones que iniciaron el año con valores negativos se fueron recomponiendo hasta alcanzar un alza del 11% durante los primeros nueve meses del año, cuatro puntos porcentuales por encima de lo que se recuperó el mercado interno.
¿Cómo se seguirá de aquí a fin de año? “El consumo de 2023 fue de 190 litros, cayó a los 170 litros en 2024 y se recuperará entorno a los 180 litros para fin de año”, agregaron desde OCLA. La recuperación de la profunda caída registrada el año pasado no será total.
En los barrios
“En los barrios se toma mate cocido y no leche. Estamos rifando nuestras niñeces”, sostuvo Claudia “La Negra” Albornoz, dirigenta de La Poderosa durante la presentación del proyecto sobre reforma tributaria organizado por el Espacio de Trabajo Fiscal para la Equidad (ETFE). Durante los primeros ocho meses de gestión de La Libertad Avanza, un 52% de los hogares del país tuvo que rescindir la compra de algún alimento frente a la crisis de ingresos. Este dato se desprende de los informes periódicos elaborados por Unicef.
La crisis de ingresos no es nueva; en junio de 2023, el 41% de los hogares había tenido que restringir la compra de alimentos, un valor similar al registrado durante mayo de 2021, año en el que se sintió más fuerte el golpe económico de la pandemia. Según Unicef, para agosto de 2025 los hogares que tuvieron que dejar de comprar algún alimento alcanzaron al 29% del total.
“El 84% de los hogares que dejaron de comprar alimentos restringió la compra de carnes, otro 50% hizo recortes de frutas y verduras y un 42% de lácteos. Si bien también se observa una mejora respecto al año anterior, aproximadamente 800 mil niñas y niños deben dejar de hacer una comida diaria por falta de recursos. Este grupo representa la situación de privación más extrema”, puede leerse en el último informe del organismo de la ONU para las infancias.
Esta mejora que es solo aparente viene acompañada de otro indicador, el endeudamiento de las familias. El 31% de los hogares relevados por Unicef estaban endeudados para agosto de este año, cuando en abril de 2024 eran solamente el 24%. Los hogares que utilizaron la tarjeta de crédito para comprar alimentos llegó al 50%, cuando en abril del año pasado era del 45% y en junio de 2023, un 48%. La deuda no es solamente externa. La deuda siempre es un condicionante social y político.
Dos quiebras anunciadas
“La situación económica se sabe que está complicada. Las familias, en vez de un queso duro te compra uno cremoso para una pizza; en vez de un queso para la pizza lleva mozzarella. En este contexto, la gente busca precio. Se nota la baja del consumo. La ciudad se está desangrando totalmente”, enfatizó el dirigente del gremio de los trabajadores lácteos en diálogo con El Destape.
A La Suipachense (ubicada en la localidad bonaerense de Suipacha) no solo la afectó la crisis económica inducida por la administración Milei. También hubo una serie de maniobras opacas que concluyeron en el vaciamiento de dos empresas lácteas.
El Juzgado Civil y Comercial N°7 de Mercedes dispuso el martes pasado la inhabilitación de la compañía, la clausura del establecimiento, la inhibición general de bienes y la incautación de su documentación contable. El pedido de quiebra fue una estrategia del propio gremio de Atilra para quitarle la administración al grupo Maralac, ante el desfalco que estaba ocurriendo dentro de la propia empresa.
La Suipachense era una reconocida cooperativa hasta que en 1996 se convirtió en una Sociedad Anónima de la mano del grupo chileno Watts. Con el paso de los años, este grupo empezó a desprenderse de sus activos a manos del grupo Maralac, integrado por los hermanos Manuel y Carlos Fernández y el administrador Jorge Luis Borges León, recientemente inhabilitado para salir del país a raíz del pedido de quiebra de la empresa.
La familia Fernández ya quebró dos empresas en lo que va del año; la primera fue ARSA, que elaboraba marcas como Shimy, Sancorito, Sublime y Vida, y que dejó a otros 400 empleados sin trabajo.
La mecánica aplicada en ambas quiebras habría seguido el mismo patrón, según señalan desde Atilra: endeudamiento y vaciamiento.
“Prácticamente desde que se hicieron cargo de la empresa, los Fernández no pagaron ni las cargas sociales ni las contribuciones patronales. En este año registran cerca de 1000 cheques rechazadas”, explicó Fenoglio en diálogo con El Destape.
La empresa posee una capacidad de producir hasta 700.000 litros de leche diarios; durante el período en que estuvo bajo la administración del Grupo Watts llegó a producir hasta 500.000 litros diarios. En los últimos meses, apenas alcanzaban los 20.000 litros según lo informado desde Atilra.
Los dueños del grupo Maralac habían expresado tanto en el juzgado donde se llevaba adelante el concurso de la quiebra como en varias reuniones con las autoridades de la provincia de Buenos Aires sus intenciones de levantar la empresa. Pero desde la Gobernación habían detectado algunos movimientos raros, entre ellos el bajo precio al que ofrecían sus productos.
“Por ejemplo, una lecha larga vida de la marca La Serenísima se comercializaba a 2000 pesos, mientras que una marca alternativa lo hacía a 1700. La Suipachense la ofrecía a 1300. La estaban fundiendo”, indicó a El Destape un funcionario provincial que participó en varios encuentros con los representantes del grupo venezolano.
Hace un año, en coincidencia con la crisis autoinfligida por La Libertad Avanza, dejaron de pagarle a proveedores, y a las agencias de recaudación de la provincia (ARBA) y la ex AFIP. La deuda acumulada llegaría a los 3000 millones de pesos.
En alguna de las reuniones organizadas por el área productiva de la provincia para intentar levantar la empresa, el representante de los Fernández, el administrador Jorge Luis Borges León llegó a expresar que la responsabilidad de la crisis empresarial se debía a los “bloqueos” del sindicato. La fecha coincidía con el raid mediático de la dueña de Lácteos Vidal, una sociedad con ramificaciones offshore y financiamiento cruzado entre el narcotraficante Fred Machado y Patricia Bullrich, quien también acusaba a los trabajadores de sus pesares. Los trabajadores de Lácteos Vidal denunciaron vaciamiento de esta empresa.
Con el dictado de la quiebra, ahora los trabajadores de La Suipachense aguardan el milagro de que aparezca un nuevo empresario que pueda hacerse cargo de la operación. No será fácil cubrir los 3000 millones de pesos en deuda. La provincia de Buenos Aires ya había tanteado a inversores chinos pero sin suerte. Desde el gremio sostienen que existen otros interesados aunque no develaron su nombre.
Los dueños de Maralac, Manuel y Carlos Fernández, tuvieron un rol clave durante el intento de golpe de Estado contra Hugo Chávez en 2002. Carlos Fernández era el líder de FedeCámaras –impulsora de bloqueos y desabastecimiento-, arrestado en febrero de 2023 por el intento de golpe.
