El balcón de Cristina: reacción popular y poder en alerta

La condena judicial a Cristina Fernández de Kirchner fue celebrada en silencio por gran parte del poder económico, pero la reacción popular inesperada reavivó su centralidad política. El símbolo del balcón expone el temor del establishment al regreso del peronismo.

17 de junio, 2025 | 21.25

Gran parte de los empresarios más poderosos del país y las principales cámaras empresariales festejaron en silencio la condena a Cristina Fernández de Kirchner. De estos grupos, sólo la Cámara Argentina de Comercio y el principal dueño de Mercado Libre, Marcos Galperin, manifestaron satisfacción en forma pública.

La prudencia festiva fue acertada, teniendo en cuenta los acontecimientos inmediatos al fallo innoble de la Corte Suprema de Justicia. Sin hablar, saliendo al balcón de su departamento, simplemente dando saltitos y saludando a miles de personas que se acercan cada día a su domicilio, Cristina generó un hecho político que, como en ocasiones pasadas, descolocó a quienes desean verla derrotada y humillada.

La condena judicial a CFK es el sueño húmedo del establishment. Es el trofeo que pueden, finalmente, mostrar, incluso con el placer de que tendrá que utilizar una tobillera electrónica. En la práctica será, según el fallo, la “colocación de un dispositivo de vigilancia electrónico” en el domicilio de la expresidenta. 

Sin embargo, el balcón de Cristina es un recordatorio que no les permite el goce pleno. Por eso se lo prohíben sin decirlo abiertamente, al indicar que deberá “abstenerse de adoptar comportamientos que puedan perturbar la tranquilidad del vecindario”, dice el fallo. Pero el balcón de Cristina ya quedó como símbolo. 

El liderazgo político y emocional, sin intermediarios de la superestructura de la política, que tiene sobre una porción importante de la población, que le tributa afecto e incondicionalidad, es un factor determinante que no pueden ignorar, aunque quisieran.

El balcón de Cristina es la expresión genuina de este diálogo directo entre el líder y la inmensa masa de seguidores, que, por ahora, no pudo ser quebrado pese a la prolongada campaña mediática y judicial de persecución y estigmatización. Es un activo político innegable que no le permite al poder económico disfrutar en forma plena del indudable triunfo amañado conseguido en los tribunales.   

El balcón de Cristina es la expresión genuina de este diálogo directo entre el líder y la inmensa masa de seguidores.
   

Qué no quiere ver la derecha política y económica, por ignorancia o por no aprender de la historia

Existe una expresión sociopolítica identificada en varios momentos históricos de disputas políticas y sociales en Argentina: "Los ríos subterráneos de la rebelión popular".

Esta idea se refiere a movimientos y fuerzas sociales que, aunque no siempre visibles, operan de forma constante y profunda, pueden surgir con fuerza en momentos de crisis o conmoción social, como puede ser la condena a la principal líder de la oposición política.

El balcón de Cristina es una de esas expresiones. El miedo del Gobierno a la movilización popular y la amargura de la red de medios de derecha, manifestada abiertamente por sus principales exponentes mediáticos, son dos exponentes de lo poco que han aprendido de la historia de las formas que han adquirido las diversas resistencias políticas argentinas. 

Las fuerzas subterráneas son comparadas con ríos que fluyen bajo tierra, a veces ocultos, pero que finalmente pueden emerger a la superficie, generando transformaciones sociales significativas. En el contexto de la rebelión popular, esta metáfora describe la persistencia y la fuerza de las luchas sociales, incluso cuando no son ampliamente difundidas o reconocidas por los medios o la opinión pública. 

Cristina estaba en el ocaso de su vida política, de acuerdo a la narrativa dominante; sin embargo la condena descubrió el velo de su centralidad política, que sigue vigente. 

Cristina estaba en el ocaso de su vida política, de acuerdo a la narrativa dominante; sin embargo la condena descubrió el velo de su centralidad política, que sigue vigente.

No es una cuestión electoral, sino de interpretación sobre un momento de la historia política local

El balcón de Cristina no significa que ella o un heredero/a, incluso el peronismo en términos generales, gane la próxima elección presidencial. Es de otra trascendencia, que disputa sobre la lectura política e histórica de lo que representa Cristina Fernández de Kirchner.

La decisión de no convocar a CFK a la sede del Tribunal Oral en lo Criminal Federal 2 para notificar la detención domiciliaria, refleja la reacción del dispositivo mediático, político y judicial reaccionario para evitar la exteriorización del masivo respaldo popular, o sea, la visualización de los navegantes de esos ríos subterráneos emergiendo por las calles de la Ciudad de Buenos Aires acompañando a la líder política y emocional.

Estas fuerzas subterráneas incluyen organizaciones sociales y comunitarias, que trabajan en barrios y territorios, generando redes de apoyo y resistencia; movimientos sociales emergentes, que pueden estar en sus primeras etapas, pero que representan nuevas formas de organización y acción colectiva; grupos tradicionales de lucha y resistencia, que transmiten de generación en generación, y que pueden resurgir en momentos de crisis; y experiencias de autoorganización, como fábricas recuperadas o asambleas populares, que demuestran la capacidad de las personas para construir alternativas.

La metáfora de los ríos subterráneos recuerda que las manifestaciones populares no son eventos únicos y puntuales, sino que forman parte de un proceso complejo y continuo, donde fuerzas sociales diversas se mueven y se transforman, a veces de forma invisible, pero siempre con la posibilidad de emerger y generar cambios significativos. 

El balcón de Cristina es una de esas expresiones sociopolíticas, no electorales, de este momento histórico crucial, con desenlace, por ahora, desconocido.