Tras la suba del dólar de la última semana, que avanzó 5,5 por ciento y alcanzó un aumento total de 14 por ciento en el mes, el interrogante ahora es cuál será el traspaso a precios internos. El Gobierno insiste con su falaz teoría de que el apretón monetario, junto a un consumo interno deprimido, bastarán para que la industria de consumo masivo absorban en sus costos la escalada del billete verde. Pero esa misma demanda deprimida ya dejó sin espalda a las empresas para seguir asimilando el aumento de sus costos o compartirlo con la cadena comercial.
Las empresas de consumo masivo tuvieron su peor primer trimestre en materia de ventas desde 2019 y los márgenes operativos (incluyendo intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones) promediaron el -2 por ciento (negativo) sobre ventas en los últimos doce meses. Con estos guarismos, pese al discurso oficial, el traslado al góndola parece inevitable.
De esta manera, el alza del dólar eliminaría una de las “anclas” inflacionarias y sólo queda -en la visión mileísta- el ancla salarial. Por eso, la caída en el consumo ya no servirá de efecto disuasorio para una nueva ola de aumentos: las principales empresas acercaron en las últimas horas listados con incrementos de hasta 9 por ciento en sus precios.
El deterioro en las ventas había traido además una caída histórica en el cociente entre ganancias (antes de impuestos y amortización) y ventas, que se encuentra en el mínimo de los últimos diez años. Así, las principales empresas de consumo masivo no solo venden menos que antes, sino que además comprimieron sus márgenes de rentabilidad.
Todo pum para abajo
La actividad se estancó en el primer semestre de 2025: tras el repunte observado en la segunda mitad del año pasado (1 por ciento promedio mensual desestacionalizado), la economía se desaceleró en el arranque largo de 2025: 0,1 por ciento promedio mensual entre enero y mayo, según el último dato oficial, y no habría mejorado en junio, según los indicadores adelantados en un informe de Estudios Económicos del Banco Provincia (Bapro). En el caso de los salarios, por otra pate, mientras que en la segunda mitad de año pasado del año pasado avanzaron 1,4 por ciento mensual promedio, en lo que va de 2025 acumularon una caída de 1 por ciento entre enero y mayo (-0,2 por ciento mensual).
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Tal como informó El Destape, se mantiene en este escenario macroeconómico una marcada divergencia en la demanda. El consumo de bienes durables persiste en niveles históricamente elevados, sostenido por el crédito y la apreciación cambiaria, lo que podría complicarse por los recientes movimientos del dólar. En cambio, las compras de bienes básicos están en niveles bajos. En los primeros cinco meses del año, las ventas de supermercados fueron 8 por ciento menores que en el mismo período de 2023.
De acuerdo con los balances informados a la Bolsa de Comercio porteña y difundidos por este medio de las principales firmas de consumo masivo, se está lejos de mostrar una recuperación en el arranque de este año. En el primer trimestre de 2025 (última información disponible), las ventas de las principales empresas de consumo masivo estuvieron casi 20 por ciento por debajo de igual período de 2024. En la misma línea, se ubicaron casi 9 por ciento por debajo del promedio 2020-2023.
En los últimos meses las ventas en supermercados parecen haber alcanzado un piso de ventas, pero las empresas de consumo masivo arrojaron en lo que va del año los peores números de la serie. Esto se explica por la apreciación cambiaria que retrajo las exportaciones del sector, acuciado además por la apertura importadora. Los supermercados, en cambio, se recuperan motorizados por productos fabricados en otros países, que dinamizan al sector, pero no la facturación de las manufacturas locales.
Este retroceso en los volúmenes se suma al ajuste de los márgenes de las empresas. La ganancia operativa de las empresas antes de deducir intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones de las firmas se ubicó en promedio de los últimos doce meses en torno del 5 por ciento. Si se incluyen las obligaciones de la firma, el ratio es negativo en 2 por ciento. En 2023, este porcentaje había promediado 9 por ciento y el pico fue de 12 por ciento, en el segundo y tercer trimestre de 2020. “Para dimensionar, entre 2016 y 2023 el piso del ratio fue 7 por ciento, a fines de 2017: otro período de tipo de cambio apreciado y apertura importadora, que reduce la incidencia de las exportaciones en la facturación total, más los efectos nocivos que tiene sobre la competitividad”, agrega el documento del Bapro.
Con la cadena rota
La contabilidad de las empresas no contempla el cobro de las operaciones, en un contexto en que la cadena de pagos comenzó a deteriorarse, para lo cual se requiere conocer también el flujo de efectivo por ventas y por actividades de financiación. Durante los últimos años, las empresas venían generando flujos positivos en sus actividades operativas, del orden del 5 por ciento de las ventas entre 2020-2023- que eran utilizados para financiar inversiones (2,7 por ciento de las ventas en dicho lapso), repagar a sus accionistas (1,7 por ciento de las ventas) y reducir pasivos (0,3 por ciento de las ventas). Sin embargo, a partir de 2024 esta dinámica se invirtió.
“Las compañías comenzaron a registrar déficits en sus flujos operativos, vinculados a la economía real, lo cual las obligó a cubrir esas necesidades de caja a través de un mayor nivel de endeudamiento (supera 5,5 por ciento de las ventas desde el primer trimestre de 2024). En otras palabras, el financiamiento en este sector no se destina a crecer, sino a sostener operaciones corrientes en un contexto de menor rentabilidad y caída de las ventas”, explicó el informe. Este incremento en los niveles de endeudamiento se da en un contexto de bajo apalancamiento histórico.
En el promedio de 2023, la deuda neta de caja representó apenas siete días de ventas. Actualmente, ese ratio se ubica en 26 días de ventas. Por lo tanto, si las ventas y los márgenes no muestran una mejora sostenida, este nuevo ciclo de apalancamiento difícilmente pueda sostenerse en el tiempo. En paralelo, se observa otro fenómeno relevante con implicancias hacia adelante: la acumulación de inventarios. “Esta situación no es sostenible indefinidamente: si no se revierte la dinámica actual, es probable que se profundicen las paradas de planta y se genere un entorno crediticio más restrictivo para el sector”, anticipó el documento del Bapro.