En la última reunión del Consejo Directivo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), sus autoridades dieron a entender que el decreto de desguace elaborado por el ministro de destrucción del Estado, Federico Sturzenegger, estaba al salir. Durante dicho encuentro, realizado el jueves de la semana pasada, las autoridades adelantaron que el Gobierno avanzará con una reducción de 800 plantas transitorias, se echarán a 200 becarios, aproximadamente, sumado al pase a disponibilidad de todos los trabajadores y trabajadoras del Centro de investigación y desarrollo tecnológico para la Agricultura Familiar (CIPAF), con otros 200 despidos. En total, la guadaña de Sturzenegger superaría las 1100 personas.
“Ya dan por hecho el cierre del CIPAF, ahí somos 200 trabajadores y trabajadoras y siguen hablando del cierre de las Agencias de Extensión y su pase a las provincias. Lo dicen como algo muy lineal, es decir, que los investigadores capaciten a los empleados de los municipios en cada una de las provincias y sean las jurisdicciones locales las que lleguen con sus propios recursos a los productores. El sistema de extensión del INTA no es reemplazable”, afirmó, en diálogo con El Destape, la investigadora del CIPAF Andrea Maggio.
El INTA tiene distribuidas por todo el país 258 agencias de extensión que son las encargadas de desarrollar tecnologías, procedimientos, nuevos cultivos y transferirlos a las comunidades de agricultores familiares o a los grandes productores nucleados en las sociedades rurales del país. En su historial cuenta con el desarrollo de más de 970 variedades vegetales en todos los cultivos significativos de la Argentina.
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“El INTA tiene una gobernanza en lo institucional, que es fijar políticas públicas y llevarlas adelante, con una toma de decisiones que bajan a los Centros Regionales y de ahí a las Agencias de Extensión y los productores. La extensión territorial del INTA es clave. En Tierra del Fuego se creó recientemente una agencia experimental donde no había. De esta manera generamos soberanía en la isla. Le pedimos a sus gobernadores y gobernadores que se expresen. El INTA está en riesgo”, sostuvo Mario Romero, secretario general de APINTA –el gremio de los trabajadores del organismo- durante una reunión en la comisión de Ciencia y Tecnología del Senado.
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¿La Mesa de Enlace hace Mú?
La posible desarticulación de los centros de extensión enojó a los integrantes de la Mesa de Enlace – Sociedad Rural Argentina, Confederaciones Rurales Argentina, Federación Agraria y Coninagro-, quienes mantuvieron un encuentro con el secretario de Agricultura, Sergio Iraeta, en el que también se habló del programa de desguace.
“Salimos preocupados de la reunión, por algunas modificaciones que se quieren hacer dentro de la estructura del INTA. Entre ellas, nos fuimos altamente preocupados porque se habla de modificar la autarquía del Instituto, que en 70 años de historia le ha dado un funcionamiento y una gobernanza publico privada que demuestra que argentina está a la vanguardia de la tecnología a nivel mundial”, manifestó Andrea Sarnari, titular de la FAA.
La Mesa de Enlace quiere seguir formando parte del esquema de gobierno del organismo, aunque, por otro lado, no se muestra tan disconforme con el programa de ajuste que piensa llevar adelante Sturnezegger. Toda una línea de conducta. El 28 de marzo de 2019 acompañó al Gobierno del por entonces presidente Mauricio Macri en el ajuste del 25% sobre la estructura nacional del INTA. Ni mú dijeron. Esa decisión había contado con el apoyo de la Sociedad Rural Argentina, Coninagro, CRA y AACREA.
Los más pequeños
El CIPAF es un órgano clave del INTA para el desarrollo de la agricultura familiar, uno de los sujetos agrarios más golpeados por el proceso de concentración económica que se vivió en el sector agropecuario a partir de la década de 1990.
Según los datos Censo Nacional de 2002, la agricultura familiar representaba un 66% de los establecimientos agropecuarios (EAP, con 258.000 unidades) totales y cubrían 23,5 millones de hectáreas. Esto representaba un 13,5% de la superficie total de las EAP. El Censo de 2018 arrojó que el mismo sector llegaba a 158.946 establecimientos (63,7% del total de establecimientos). En el camino se perdieron casi 100.000 establecimientos de la agricultura familiar.
La extensión territorial del INTA es clave. En la provincia de Buenos Aires existen 17.985 establecimientos de la agricultura familiar, que trabajan codo a codo con el INTA. En Córdoba, son 11.240 establecimientos y en Misiones otros 19.292, solo por citar algunos ejemplos. El potencial cierre del CIPAF implicaría desconectar de los avances tecnológicos a cientos de miles de familias. Y, por ende, una afectación a la producción de los alimentos que se consumen en el país.
“El INTA siempre estuvo con la agricultura familiar por su propia presencia territorial. Siempre estuvo al lado de las comunidades sobre todo con la asistencia técnica, la propuesta de modelos productivos, y llevar distintas acciones de política pública a las localidades. Hace dos meses estuve en el Sur del Chaco, en un lugar donde siempre faltaba el agua hasta que, con el INTA, su comunidad pudo instalar bombas y hacer un pozo, algo tan sencillo pero vital como eso”, narró Maggio.
Retiros (no) voluntarios
El recorte presupuestario y el desguace de la planta de trabajadores del INTA arrancó el año pasado. El primer plan de retiros no tan voluntario había sido confeccionado por el ex presidente del organismo, Juan Cruz Molina Hafford. El objetivo era desplazar 900 trabajadores pero solo 300 aceptaron el retiro.
“Como no llegaron a la meta que se propusieron empezaron a vender los campos del organismo. Ahora el plan es deshacerse de 1500 trabajadores”, explicó Fernando Raffo, del INTA Bariloche especializado en teledetección y sistemas de información geográfica. El fue uno de los que aceptó el retiro no tan voluntario.
“Nuestro trabajo era clave para poder planificar la alimentación de la ganadería, cuando te cae una nevada, las pasturas quedan enterradas entonces tenés que armar esquemas para que no se te muera el ganado. Eso hacíamos en el laboratorio del INTA Bariloche”, sostuvo Raffo. Desde el año pasado, el laboratorio se quedó sin trabajadores. Luego de trabajar 20 años en el organismo, tuvo que emigrar hacia los Estados Unidos junto a su compañera.