Pesca: flexibilización laboral e importación ponen contra las cuerdas a los trabajadores

El Gobierno habilita a empresas pesqueras a importar langostinos que luego serían exportados, dejando los barcos anclados en las costa y poniendo en riesgo 20.000 empleos.

19 de junio, 2025 | 15.39

El destrato se transformó en maltrato. El ninguneo que denunciaba el sector pesquero a fin del año pasado dio lugar a una política de desregulación laboral y apertura importadora cuyos efectos sacuden con dureza a sus trabajadores. Mientras se mantiene el lockout patronal, tal como informaron fuentes gremiales y reconocieron a El Destape desde el sector empresario, se habilita a empresas pesqueras a importar langostinos que luego serían exportados, dejando los barcos anclados en las costas. La empresa aduce problemas económicos producto de las medidas oficiales pero se ensaña con los trabajadores pidiendo que acepten por estatuto una reducción salarial que se les propuso hasta de un 30 por ciento.

“Argentina importará miles de toneladas de langostino para atenuar la crisis pesquera. La confirmación surge desde el seno de la Fundación Latinoamericana de Sostenibilidad Pesquera (FULASP) tras un encuentro del que participó junto a las cámaras y empresas más importantes del conglomerado pesquero nacional. Ante el conflicto con los gremios que mantiene paralizada a la flota tangonera congeladora, las industrias buscarán cerrar un inminente acuerdo con Ecuador para poder cumplir con los compromisos de exportación programados para fin de mes. La decisión pone en riesgo la continuidad de más de 20.000 puestos de trabajo”, señala el extenso comunicado que desde el sector empresario distribuyeron en las últimas horas y que, desde el gremio, consideran una amenaza más en medio de las negociaciones.

“El langostino vannamei es un langostino criadero que no compite con el salvaje patagónico en muchos sectores de mercado”, explicaron desde el sindicato a El Destape. Alrededor del sector empresario reconocieron a este medio que las empresas, más que importar, se convertirían en traders (triangulando importaciones con exportaciones) para cumplir con los compromisos de comercio exterior, aún cuando el langostino importado no tenga las mismas características que el argentino. Hasta el año pasado, la Argentina se mantenía como uno de los principales exportadores de langostinos en el mundo. La demanda en España, Italia, Japón y Estados Unidos empujaron significativamente, mientras que mercados emergentes como Sudáfrica y Ucrania abrían nuevas oportunidades.

El triángulo del mal

En los próximos días se celebraría una reunión entre las máximas autoridades del sector pesquero nacional y Diana Salazar Méndez, la embajadora de Ecuador en Argentina. En ese marco, se buscará sellar el acuerdo para la importación de unas 80.000 toneladas de langostino vannamei, cultivado mediante la acuicultura intensiva ecuatoriana, con la intención de garantizar las exportaciones comprometidas hacia grandes mercados como España, China, Francia, Portugal e Italia.

Según datos oficiales de la Subsecretaría de Recursos Acuáticos y Pesca de la Nación, nuestro país importó en todo 2024 un total de 20.887 toneladas de productos pesqueros desde Ecuador. De concretarse ese desembarco, estarían cuadruplicándose en una sola operación los volúmenes de langostino importado durante todo un año. “El hecho de que las grandes compañías empiecen a importar productos pesqueros, y la posibilidad de que lo sostengan en el tiempo, sería un verdadero golpe de gracia para la actividad extractiva nacional, condenando al desempleo a más de veinte mil trabajadores vinculados”, explicó Raúl Cereseto, presidente de la FULASP.

La empresa asegura que el costo de la actividad es de 6,50 dólares por kilogramo para venderlo en el mercado internacional en 5,50 dólares. En tanto, el langostino ecuatoriano será comprado a 4 dólares, “invirtiendo la balanza en saldo positivo y recuperando parte de la rentabilidad perdida”, pero destruyendo el empleo local. El principal problema es la apreciación cambiaria, la negativa del Gobierno a rever al menos sus alícuotas de retenciones (porque, según el ministro de Desregulación Federico Sturzenegger, pescar es gratis) y la apertura importadora. En un punto están de acuerdo empresarios y el Gobierno: flexibilizar a los trabajadores.

El eslabón débil

El conflicto entre los gremios y la industria se originó luego de que, semanas atrás, las cámaras pesqueras solicitaran rebajar un 30 por ciento el ítem salarial por producción de los marineros. Las empresas también busca reducir o eliminar del convenio colectivo de trabajo que regula la actividad desde 2005 el bono por productividad anclado en el precio internacional del langostino. Incluso se les planteó utilizar un tipo de cambio diferencial menor para calcular estos ítems salariales. Una especie de devaluación salarial.

Los empresarios piden quita de retenciones, baja de canon de extracción, eliminación de impuestos al combustible, entre otros. “El dólar no acompaña, quedó planchado y los precios se ajustaron por inflación; entonces tenés una brecha mayor al 100 por ciento. Listo, nos dejó fuera de juego”, explicaron a este medio desde el sector empresario. El Gobierno les responde con: “bajen el costo laboral”. En eso hay acompañamiento. Las condiciones a nivel país están dadas.

“Lo que nosotros estamos esperando como gremios es salir a pescar, no otra cosa. el costo no es únicamente el salario y siguen viniendo de la parte empresaria con propuestas que no tienen ningún sentido”, sostuvo un referente del sindicato. “Hoy hay un lockout patronal apañado por el Gobierno nacional para la derogación de los convenios colectivos de trabajo, o al menos de ciertos artículos”, agregó. “Nosotros queremos trabajar; lo que no sale son los barcos a navegar dado que los empresarios no nos convocan, porque no aceptamos que nos quieran bajar los sueldos”, concluye el referente gremial.