No fueron 12 millones: la baja en la cantidad de pobres que celebra Milei no existió

Si se toma la cifra de baja de pobreza entre el segundo semestre de 2023 y la del primero de este año, solo 4,8 millones de personas perdieron esa condición. Si se coteja con el primer semestre del 2024, es decir, no se incluye las dramáticas consecuencias de la megadevaluación de diciembre de 2023, alcanzó a 10 millones. 

25 de septiembre, 2025 | 17.53

Las exageraciones numéricas y los excéntricos y caprichosos cálculos del presidente Javier Milei son una constante. “Hemos sacado de la pobreza a 12 millones de argentinos”, aseguró el mandatario anarco-capitalista durante un acto en La Rural y repitió esa cifra como un disco rayado durante toda la campaña. Este jueves, el INDEC dio a conocer los datos de pobreza e indigencia al primer semestre de este año, que echan por tierra las cifras que adelantó el Presidente. De acuerdo con el documento oficial, el porcentaje de hogares por debajo de la línea de pobreza alcanzó el 28,6 por ciento: en ellos vive el 38,1 por ciento de las personas. Dentro de este conjunto, se distingue un 6,4 por ciento de hogares por debajo de la línea de indigencia, que incluyen al 8,2 por ciento de las personas. Con estos cálculos, extrapolados al total de la población (estimada en 47 millones de personas), todavía 14,8 millones de personas son pobres y 3,2 millones son indigentes.

De acuerdo con las cifras que otorga el ente estadístico que conduce Marco Lavagna, los resultados del segundo semestre de 2024 correspondientes al total de aglomerados urbanos implicaron que debajo de la línea de pobreza se encuentran 2.921.811 hogares, que incluyen a 11.337.979 personas; y, dentro de ese conjunto, 649.671 hogares se encuentran por debajo de la línea de indigencia, lo que representa 2.451.657 personas indigentes. “Este dato permite estimar que más de 6,2 millones de personas salieron de la pobreza en un año, gracias a la implementación de políticas económicas que han contribuido a reducir la inflación y estabilizar la economía”, celebró este jueves en un comunicado del Ministerio de Capital Humano, contradiciendo lo que venía anticipando el Presidente. 

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Recalculando a Milei

Para hacer una estimación sobre la baja en pobreza e indigencia se requiere extrapolar (llevar el porcentaje) de los 31 aglomerados relevados al total de la población (estimada en unos 47 millones de habitantes). En el último trimestre de 2023, el INDEC la cantidad de personas por debajo de la línea de pobreza alcanzaba a 19,6 millones (41,7 por ciento) y debajo de la línea de indigencia, a 5,6 millones (11,9 por ciento). Si se compara con las cifras actuales, se registra una baja de 4,8 millones de pobres y de 2,4 millones de indigentes.

Pero como el mileísmo es el arte de forzar los números, el Gobierno insiste en comparar los indicadores con el primer semestre del 2024, sin hacerse cargo del descalabro de ingresos que generó la devaluación del 53 por ciento que aplicó apenas asumió la gestión de La Libertad Avanza, lo que provocó que en diciembre hubiera un salto inflacionario de 25 por ciento mensual

Aun siguiendo el juego de números mileísta, la cantidad de pobres no se redujo en 12 millones de personas como repite Milei. Respecto de su propio pico, alcanzado en el primer semestre del 2024, la baja fue de 10 millones de personas respecto del 52,9 por ciento de la población bajo la línea de pobreza de hace un año, mientras que la baja en la pobreza fue de 5,3 millones (había tocado el 18,1 por ciento de la población).

Encima está mal medida

Los guarismos están en discusión a partir de la falta de actualización de las canastas y la sobreestimación de los ingresos. Según el INDEC, en promedio, aumentó un 64,5 por ciento el ingreso familiar, mientras que las canastas básicas alimentaria (CBA) y total (CBT) aumentaron 22,2 y 26,7 por ciento respectivamente. “Los ingresos en el período estudiado aumentaron a un nivel superior tanto con respecto a la CBT como a la CBA. Así, ambas tasas, pobreza e indigencia, presentan una disminución en el presente semestre, en relación al semestre anterior”, insiste el informe oficial.

Las alzas y bajas bruscas de la tasa de incidencia de la pobreza despiertan las dudas en torno a la metodología de su medición. La medición de pobreza por ingreso establece una canasta de alimentos de una cantidad de calorías que, se supone, son las calorías necesarias de un adulto para sobrevivir con el sesgo de los patrones de consumo, así como la relación entre gasto alimentario y resto de los gastos. Esta canasta se valoriza. Es la línea de indigencia. Luego se cruza con ingresos de un sector particular de la sociedad (cercano a la línea de indigencia) y se establece qué cantidad queda por debajo o por encima, es decir, es indigente o no.

El INDEC establece en su metodología de incidencia de la pobreza que “desde 2016, la medición introdujo la actualización de la línea de indigencia y de pobreza con base en la composición de la CBA resultante de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) 1996/97. Dicha composición fue validada, en términos de la estructura alimentaria, con el patrón de consumo que surge de la ENGHo 2004/05. La relación entre la CBA y la CBT se deriva, a su vez, de esta última (2004/05)”. Si bien ya se tiene en el organismo una canasta actualizada del costo de vida, siguen sin ponerse a disposición para la comparación.

De la encuesta 2004/5, surge que el 38,4 por ciento del gasto se destinaba a alimentos, mientras que el 61,6 por ciento restante se utilizaba para los rubros no alimentarios, subestimando el peso de los servicios (energía y transporte). “A modo ilustrativo, en la última medición del INDEC, la CBA representa el 44,8 por ciento de la CBT: muy por encima de la ENGHo 2004/5 (38,4 por ciento) y aún más por encima de la ENGHo 2016/7 (27 por ciento. La cuestión entonces gira en torno a si resulta o no representativo de los consumos de los hogares argentinos destinar el 44,8 por ciento de los gastos a alimentos y sólo 55,2 por ciento a gastos no alimentarios”, señala un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).

En el otro extremo, se encuentra el problema de la declaración de ingresos en la medición de la pobreza, que se basa en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Este problema se agudiza en contextos de alta inflación y volatilidad macroeconómica, donde la percepción de los ingresos por parte de los individuos puede verse distorsionada.

“Mientras la medición oficial mostró una fuerte caída de la pobreza del primer semestre de 2024 al primer trimestre de 2025, la corrección por subdeclaración móvil revela que esta caída fue menos pronunciada. Esto se debe a que gran parte de la mejora en el indicador oficial se explica por una mejor captación de ingresos en la EPH (un factor metodológico), y no únicamente por una mejora real y sostenida en los ingresos de los hogares en relación con el costo de vida. La pobreza corregida dinámicamente muestra una trayectoria más estable y similar a los niveles de fines de 2022”, sostiene el documento.