Yehuda Shaul: "Es una guerra mesiánica para reconstruir las colonias en Gaza"

El reconocido activista israelí habló con El Destape y describió un creciente sentimiento antiguerra dentro de Israel, explicó por qué Netanyahu no para de bombardear Gaza y denunció que su Gobierno avanza en una anexión de otro territorio palestino: Cisjordania.

02 de junio, 2025 | 00.05

Un sentimiento antiguerra que fue creciendo entre los israelíes y ya es mayoritario, un primer ministro que se abraza a la sangrienta ofensiva contra la Franja de Gaza como su única forma de sobrevivir políticamente, un ejército aún más radicalizado por las ideas de los religiosos nacionalistas, una sociedad que cada vez deshumaniza más a los palestinos y un Gobierno que aprovecha la violencia, el caos y la falta de liderazgo opositor e internacional para avanzar con su proyecto mesiánico de quedarse con todos los territorios palestinos. Así describe el activista Yehuda Shaul lo que está pasando dentro de Israel mientras el mundo mira espantado -pero también con injustificable pasividad- las masacres, la hambruna y la limpieza étnica que su ejército ejecuta en Gaza

"Es una lógica muy retorcida, pero creo que seguimos en esta guerra porque la mayoría de la sociedad israelí está en contra de ella. La guerra no va a terminar porque Netanyahu sabe que si la termina y tiene elecciones mañana, pierde", explicó en una entrevista con El Destape y apuntó contra los países que se dicen pro israelí. "Ser pro Israel no debería significar necesariamente ser pro Netanyahu", sentenció y aclaró que el sentimiento antiguerra que crece en su país no tiene que ver con un apoyo a los palestinos. No, por el contrario. Describió una sociedad israelí cada vez más corrida a la derecha, que no reacciona -por falta de conocimiento o de indignación- al otro gran crimen que está cometiendo su país: la anexión de otro territorio palestino, Cisjordania.

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Shaul tiene 43 años, nació en Jerusalén, en el seno de una familia religiosa, sus padres emigraron a Israel en 1973 (el mismo año de la guerra de Yom Kippur), estudió en una yeshiva (escuela religiosa ortodoxa) en una colonia israelí en Cisjordania y, durante la Segunda Intifada (el último gran levantamiento palestino), hizo el servicio militar durante casi tres años en la ciudad de Hebrón, uno de los puntos más violentos de Cisjordania. Fue ahí donde su camino empezó a divergir de la gran mayoría de la sociedad israelí.

En 2004, co-fundó la organización Breaking The Silence (Rompiendo El Silencio), una organización en la que ex soldados israelíes denuncian los abusos de su propio ejército, en su caso, a los palestinos en los territorios ocupados. Poco a poco se fue corriendo a un lugar "marginal" de la sociedad, como él mismo lo define. Se convirtió en un reconocido pacifista, ferviente crítico de la ocupación militar que ya lleva casi 60 años y defensor de una solución de dos Estados para el conflicto israelí-palestino. En 2020, con esta misión como norte, co-fundó el Centro Israelí de Asuntos Públicos Ofek, un centro de pensamiento que busca influenciar en un debate público israelí, en el que hace tiempo ya no se discute sobre qué hacer con la ocupación militar de los territorios palestinos. 

- ¿Cómo reaccionó la sociedad israelí al ataque del 7 de octubre de 2023 de Hamas?

- Un trauma horrible y extremo como el del 7 de octubre perfora tu corazón, deja un agujero, y uno necesita decidir cómo y con qué llena ese agujero en el corazón. Uno lo puede llenar con humanidad, compasión o uno lo puede llenar con odio, enojo y deseo de venganza. Creo que, a nivel general, la mayoría de los judíos israelíes decidieron llenar los agujeros de sus corazones con odio y deseo de venganza. Pero cada vez hay más espacio para empezar a cuestionar cosas, por ejemplo, cómo nos estamos comportando en Gaza. Al principio no había lugar para ninguna pregunta....y creo que los amigos de Israel en el exterior también fracasaron en esa tarea en ese momento. Porque los buenos amigos no dejan que sus amigos manejen borrachos. Desafortunadamente, el apoyo absoluto de la mayoría de nuestros aliados internacionales, el incuestionable apoyo sin límites no sólo fue como si nos hubiesen dejado manejar borrachos, sino que además nos dieron unas copas más de whiskey antes de subirnos al auto y entregarnos las llaves.

Es casi natural, humano, que la sociedad israelí respondiera a la masacre del 7 de octubre como respondió, pero los amigos de Israel deberían haber sido la voz de la razón. Nos deberían haber recordado que los rehenes no volverán a casa a través de la fuerza militar, sino con un acuerdo, y que el uso desproporcionado de la fuerza para destruir masivamente Gaza no es la mejor forma de usar la fuerza. Que con el tamaño de daño colateral, de daño a inocentes que estamos infligiendo en Gaza estamos sembrando las semillas de odio y conflicto y derramamiento de sangre para las próximas generaciones, no sólo para los próximos años. Los miles y miles de huérfanos en Gaza...te garantizo que no van a crecer para ser grandes amigos de Zion. Pero no estamos aún en este punto. Se necesita tiempo para que estas ideas lleguen a la mayoría. Las personas con ideas como las mias en ese momento estaban en el margen de la sociedad, somos una pequeña minoría. Sólo como el 4% de los israelíes judíos entendieron entonces que los rehenes sólo volverían con un acuerdo y que la fuerza militar no es la solución. No se derrota a Hamas militarmente, se lo derrota políticamente, dándole a los palestinos una alternativa. Hoy hay un gran debate en la sociedad palestina. Se preguntan: ¿cuál es el camino a la liberación? Hamas dice que es a través de la lucha armada, la resistencia armada y el terrorismo. La OLP, la Autoridad Palestina, eligió la diplomacia, la vía no violenta. Pero un palestino de a pie mira a su alrededor y se pregunta: ¿qué se consiguió en estos 30 años de renuncia de la vía armada de la OLP y de defender las negociaciones? ¿Tres veces más colonos en Cisjordania? Eso no convence al palestino de a pie a elegir la vía no violenta. Por eso, la forma de derrotar a Hamas políticamente es mostrarle a ese palestino que hay otro camino para la liberación.

Hace medio año ya, la mayoría de los israelíes están a favor de terminar esta guerra. No porque están preocupados por los derechos humanos de los palestinos, sino por los rehenes. Porque entienden que sólo con la fuerza militar no es suficiente. Tenemos que avanzar con una iniciativa diplomática. Hoy estamos incluso mejor. Las encuestas sostienen que entre 60 y 70% de los israelíes están a favor de terminar la guerra. El sentimiento antiguerra está creciendo. Creo que cada vez más personas en Israel entienden que la guerra continúa por razones políticas, porque si Netanyahu quiere mantener su poder debe continuar la guerra. Porque para los ministros más extremistas de nuestro gobierno esta es una guerra de conquista, es una guerra mesiánica para reconstruir las colonias en Gaza. Es una guerra de los que buscan imponer sus planes de transferencia masiva de la población palestina de Gaza y eso no tiene nada que ver con una guerra defensiva. Es una lógica muy retorcida, pero creo que seguimos en esta guerra porque la mayoría de la sociedad israelí está en contra de ella. La guerra no va a terminar porque Netanyahu sabe que si la termina y tiene elecciones mañana, pierde. Entonces, la continúa.

- ¿Cuán enérgico es este sentimiento popular antiguerra? Porque en paralelo vemos un gobierno israelí cada vez más radicalizado en sus acciones y declaraciones.

- Te digo, 70% está en contra. La coalición de gobierno hoy tiene 69 bancas de las 120 del parlamento. No vi ninguna encuesta que le dé más de 52 bancas si hay elecciones hoy. Eso significa que, en el mejor de los casos, obtendría 52 bancas. Es una caída muy importante, no le alcanza. No digo que el sentimiento antiguerra esté vinculado a los derechos humanos de los palestinos o a la solución de dos Estados o al final de la ocupación o a terminar con las colonias. No me malinterpretes, aún no estamos en ese punto. Lamentablemente. Pero hay un genuino sentimiento antiguerra porque se alcanzó un entendimiento de que la guerra se convirtió en un esfuerzo de los elementos más extremistas de la política israelí para llevarnos a la realización de su visión más extrema. 

- ¿Crees que es posible que la gente en Israel lleve a la acción este sentimiento antiguerra? Porque Israel tiene una historia de mantenerse unida en tiempos de guerra.

- ¿Qué significa llevar a la acción? No tenemos poder porque Netanyahu tiene 69 bancas en el parlamento. Tiene la mayoría. Podemos salir a las calles, pero eso no va a cambiar el gobierno y eso es el problema. Netanyahu sabe que si termina la guerra mañana, Ben-Gvir (ministro de Seguridad Nacional), por ejemplo, se va de la coalición. Es un tema de supervivencia para Netanyahu. Estamos en un camino sin salida por esta realidad política tan especial. Por eso, cuando uno ve a personas en Argentina o en el mundo que dicen que son pro Israel...no, no, no. Ser pro Israel no debería significar necesariamente ser pro Netanyahu, pro Smotrich (ministro de Finanzas). Se puede ser pro Israel y ser pro el pueblo de Israel, pro terminar esta guerra. Se puede ser pro Israel y entender que seguir con la matanza en Gaza, de la manera que estamos realizando la campaña militar está, en realidad, lastimando a Israel en el mediano y largo plazo. 

- Hace años que reclamas una mayor presión internacional sobre el gobierno de Israel. En este escenario de la política israelí que describís, ¿crees que la presión internacional puede lograr lo que la sociedad israelí no?

- Por supuesto. Pero tiene que ser una presión internacional que siga la voluntad de la mayoría de los israelíes que quiere terminar esta guerra y traer a los rehenes de vuelta. Porque este gobierno quiere sacrificarlos para poder hacer avanzar su visión mesiánica. Pero también estoy a favor de la presión internacional para terminar la ocupación, para evacuar las colonias. Pero lo cierto es que ahora terminar la guerra en Gaza está, realmente, en línea con la posición con la que ya se reconcilió la mayoría de los israelíes.

- ¿El sentimiento antiguerra con respecto a Gaza cambió de alguna manera la visión de la sociedad israelí sobre la ocupación en Cisjordania?

- La verdad no sé a dónde va a terminar la situación actual. Pero sé que todo en la vida es más complicado que un slogan. Veo cambios buenos y cambios malos. Por ejemplo, el nivel de deshumanización de los palestinos y los niveles de tolerancia a la violencia contra los palestinos después del 7 de octubre aumentaron dramáticamente. Hoy cosas que antes eran impensables se volvieron rutina. También veo que mucha gente le teme a la idea de la solución de dos Estados, de la construcción de un Estado palestino, después del 7 de octubre. Todo esto es malo. Pero, al mismo tiempo, cuando enmarcas la creación de un Estado palestino, de una solución de dos Estados dentro de una solución regional para que Israel se integre al mundo árabe con garantías de seguridad regional, la mayoría de los israelíes están de acuerdo porque entendieron algunas cosas en este tiempo. Primero que todo, después de un año y medio de guerra, entendieron que hay límites al uso de la fuerza. No podemos erradicar a Hamas porque no combatimos políticamente a Hamas. Estamos destruyendo Gaza. Estamos bombardeando Gaza hasta convertirla en cenizas y no erradicamos a Hamas. Y, aún si lográramos matar a Hamas, lo que crecería después, en medio de la miseria y la destrucción, sería peor. La gente entendió esto. Además, vimos cómo la región se unió para bloquear, por ejemplo, los misiles desde Irán. La gente vio que, en última instancia, nuestra seguridad depende de una estructura regional, que Israel es parte de una región, en vez de un órgano extranjero insertado en ella.

Otro cambio positivo es que la gente entendió los límites del uso de la fuerza y la importancia de la diplomacia y los acuerdos políticos. Uno de los principales problemas de la política israelí en los últimos 25 años es que no existía una oposición real a Netanyahu. Los partidos que se presentaban a elecciones contra él básicamente proponían las mismas políticas con respecto al conflicto con Palestina. Espero que los líderes políticos de centro-izquierda entiendan que no puede seguir presentándose a elecciones sin proponer una alternativa a Netanyahu en el tema sobre el que hoy la gente quiere votar: guerra o paz.

- Pero, el sentimiento antiguerra no es lo mismo que antiocupación. Porque una cosa es proponer detener la guerra en Gaza y otra proponer una negociación para terminar la ocupación.

- No estamos aún ahí. Estamos muy lejos de ese punto aún. Para ser honesto, muy muy lejos. Pero los dirigentes políticos deben comenzar a liderar esto y, entonces quizás, podamos llegar a esa instancia. Como te dije cuando me preguntaste a dónde va esto, no lo sé. Por ahora sólo hay indicios de posibles cambios. Pero también hay indicios de que el centro de la sociedad se corrió a la extrema derecha. 

- A este escenario se suma la radicalización de la ocupación en Cisjordania. En los últimos años describiste que los soldados y los colonos israelíes se convirtieron casi en un mismo actor allí. ¿Cómo afecta esta profundización de la violencia y radicalización a la sociedad israelí? ¿Se traslada?

- Es que esta radicalización se debe al cambio sociológico que se viene dando en las unidades de combates, en donde antes dominaban las ideas de las llamadas elites de Israel que eran seculares, de clase media y con un mejor contexto educativo, social y económico. Estos sectores cada vez están menos en las unidades de combates, en la infantería que está en la primera línea, mientras que los religiosos nacionalistas y los judíos mizrahies provenientes de la clase obrera y de la periferia las están copando. Es un cambio que se viene dando en los últimos 20 ó 30 años. Al mismo tiempo que la ocupación se convierte en el proyecto, este tipo de personas más liberales con mejor educación ven al servicio militar como un puente para conseguir un lugar en la economía de las tecnológicas. Van a las unidades de inteligencia, ciberseguridad, donde creen que les servirá luego laboralmente. Estos son los sectores que encabezaron las protestas antes del 7 de octubre. Básicamente y simplificándolo mucho, es la realeza de Tel Aviv contra el resto del país. No es blanco y negro, pero si uno ve los números, sí, la sociedad israelí se corrió mucho más a la derecha en los últimos 20 años.

- Hace más de 20 años que denuncias los abusos y crímenes de la ocupación militar. ¿Cómo describirías la situación actual en Cisjordania? ¿Estamos frente a cambios significativos?

- Estamos frente al mayor cambio. Si nos alejamos y vemos lo que sucedió en los últimos 10 ó 15 años, se está avanzando de una ocupación a una anexión.

- ¿Crees que se puede llegar a eso?

- Ya lo están haciendo. Estamos inmersos en un proceso en el que el campo de Cisjordania ya no está controlado por los militares, sino que está en camino de ser completamente manejado por civiles. Totalmente integrado a Israel. Bajo este gobierno, transfirieron la autoridad de Cisjordania de los militares a los civiles dentro del Ministerio de Defensa. Smotrich es el ministro de Finanzas pero también está dentro del Ministerio de Defensa y controla...básicamente es como el gobernador de Cisjordania para todos los temas civiles: planeamiento, tierra, infraestructura. Smotrich, uno de los políticos que más apoyan la idea de anexión, gobierna Cisjordania, no ya el ejército. Su deseo es declarar la soberanía sobre Cisjordania, pero ya no lo hacen lentamente. 

- ¿La sociedad israelí es consciente de esta anexión?

- Muy pocos judíos israelíes son realmente conscientes de los detalles de lo que sucede en Cisjordania. Pero la pregunta no es sólo si son conscientes, sino si están dispuestos a hacer algo para detenerlo. Por ahora no estamos haciéndolo. Por eso, para Smotrich es una gran oportunidad para acelerar el proceso y eso es justamente lo que está haciendo. 

- ¿Cómo es posible que muy pocos judíos israelíes sepan lo que sucede en los territorios ocupados si cumplen el servicio militar obligatorio justamente en esos territorios?

- Primero que todo, la idea de que todos hacen el servicio militar es una de las mayores mentiras de la política israelí. No todos lo hacen. Menos del 50% de ese grupo etario lo hace: la mayoría de los israelíes no judíos no lo hacen, los ultraortodoxos no lo hacen, las mujeres religiosas nacionalistas raramente lo hacen y a eso hay que sumarle las personas con problemas de salud física, mental, los que tienen antecedentes criminales y los que fueron vetados por el Shin Bet (servicio de inteligencia interior). Además, menos del 10% del ejército está en posiciones de combate. Entonces, por un lado, son menos de lo que uno piensa. De todas maneras, son miles. Pero, claro, por otro lado, está el hecho de que en general la gente no vuelve a su casa y cuenta lo que vio. 

Y otra cosa más. Yo fui un soldado de combate. Si pensás que como soldado de combate entendía sobre propiedad de tierras en Cisjordania o cómo Israel le quita las tierras a los palestinos, estas equivocada. Entendía que estábamos abusando inmoralmente de los palestinos y que hacíamos cosas ilegales. Pero no entendía y sabía todo lo que sé ahora. Sabía quizás un 1% sobre la ocupación de lo que sé hoy. O quizás menos. Pero de nuevo, no se trata de lo que sabes, lo que entendes, sino de lo que vas a hacer con eso. Porque lamentablemente hay mucha gente que está contento con esto. Pero también hay mucha gente que no sabe y, si supiera, estaría en contra. Por eso, no se trata sólo de saber, aunque es una buena forma de empezar al menos. 

- Este es un conflicto que no comenzó el 7 de octubre de 2023. Pero en el último año y medio parece haber una radicalización inédita en el gobierno israelí. Se pasó de una política de Estado inquebrantable de negar la acusación de los palestinos de una Nakba (la expulsión de 750.000 palestinos, el 80% de los que vivían en lo que se convirtió en el Estado e Israel) en 1948 a exigir públicamente que se ejecute una segunda en la Franja de Gaza. ¿Estamos frente a un cambio dramático en el conflicto israelí-palestino?

- Definitivamente estamos en un momento histórico, a nivel de 1948 o 1967 (cuando Israel comenzó a ocupar Jerusalén este, Cisjordania y la Franja de Gaza). Sólo basta mirar el nivel de destrucción de Gaza, el nivel de desplazamiento en Gaza, en Cisjordania con la destrucción de 60 comunidades palestinas y más de 50.000 palestinos de campos de refugiados del Norte. Esto no le va a traer más seguridad y paz a nadie. Si el 7 de octubre nos enseñó algo es que toda la estrategia de Israel hacia los palestinos estaba equivocada. Hoy hay mucha discusión sobre qué burbujas estallaron el 7 de octubre. Se entendió que la estrategia israelí de dividir a los palestinos entre Hamas y la OLP o Autoridad Palestina, de debilitar a la Autoridad Palestina fortaleciendo a Hamas en Gaza para demostrar que un Estado palestino no funciona, nos explotó en la cara. También la idea de los Acuerdos de Abraham (promocionados por el primer gobierno de Donald Trump), que se podía firmar tratados de paz con los países árabes de la región y aislar a los palestinos para continuar con la ocupación. Creímos que sacábamos el tema de la mesa y Hamas la volvió a poner de la forma más violenta. 

Pero para mí la burbuja más importante que hizo explotar el 7 de octubre es que toda la estrategia israelí hacia los palestinos fracasó. Primero, la política de apretar a una población que sigue creciendo en un territorio al que seguimos achicando, con la convicción de que la fuerza y la superioridad tecnológica nos permitiría dominar permanentemente a los palestinos. Eso explotó el 7 de octubre. Se entendió que eran los ingredientes para más inestabilidad, más conflicto y más violencia, y no más estabilidad y paz. Lo que quiero decir, más que cualquier otra cosa, es que el 7 de octubre nos mostró que la sustentabilidad y la seguridad de la autodeterminación de los judíos en esta tierra está vinculada y es interdependiente de que los palestinos consigan su autodeterminación. O vivimos uno al lado del otro y gozamos de igualdad o moriremos uno al lado del otro en un conflicto eterno como sucede ahora.