La atención del mundo está puesta hace una semana en la guerra entre Israel e Irán y la posibilidad que una mayor escalada -que incluya a Estados Unidos e, incluso, un posible magnicidio contra el máximo líder iraní- desate un desastre político, militar y humanitario en todo Medio Oriente. La amenaza real de que esto suceda está tapando otra realidad más inmediata pero igual de dramática: las fuerzas israelíes están matando todos los días y a plena luz del día a civiles palestinos cuando van a buscar una bolsa de harina o una caja con alimentos básicos. En apenas tres semanas, el saldo total ya ronda los 400, según los cálculos de las autoridades locales. "Las vidas de los palestinos se han devaluado tanto que ahora es rutina disparar y matar a personas desesperadas y hambrientas mientras intentan recoger poca comida de una empresa formada por mercenarios", denunció el titular de la principal agencia de la ONU en Gaza, Philippe Lazzarini.
Bassam Abu Shaar fue testigo de uno de estos ataques el jueves. "Era la una de la madrugada, empezaron a dispararnos. Los disparos se intensificaron con tanques, aviones y bombas lanzadas desde drones", relató a la agencia de noticias AFP y confesó: "No podíamos ayudar a los que estaban ahí, ni siquiera podíamos escapar". Fue uno de los que sobrevivió al tiroteo contra la multitud que esperaba que la empresa estadounidense elegida por Israel entregue comida en uno de los centros de distribución de ayuda en el norte de la Franja de Gaza. En total, 92 civiles palestinos fueron asesinados el jueves mientras esperaban conseguir una bolsa o una caja con alimentos básicos.
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Hace semanas que organizaciones humanitarias y expertos internacionales alertan que cientos de miles de palestinos están al borde de una hambruna: bebés y niños desnutridos, madres y embarazadas que ya saben que no pueden dar el pecho a sus hijos porque no están produciendo leche, y un número creciente de enfermos por la combinación fatal de defensas bajas y condiciones ambientales inhumanas, sin agua potable, combustible, electricidad o medicamentos.
En este contexto dramático, Israel decidió profundizar el uso del hambre como arma en la Franja de Gaza manteniendo el bloqueo a toda la ayuda de la ONU y las organizaciones humanitarias que hace más de tres meses espera en los países vecinos. En cambio, habilitó a una ignota empresa estadounidense con vínculos con el ejército israelí a que distribuya comida entre una población hambrienta y ya completamente desesperada. "Más de tres meses de bloqueo total ha convertido a Gaza en un foco de hambre en el que la gente se quedó sin todos los productos humanitarios más básicos, lo que los obliga a movilizarse a esos centros designados para conseguir bolsas de harina, botellas de agua y cajas de comida que, según expertos nutricionales, contienen un valor nutricional bajo", publicó en las últimas horas el periodista de Al Jazeera en el terreno Tareq Abu Azzoum.
Frente a las cajas y las rejas de estos centros de distribución de comida, los miles de palestinos se desesperan después de horas de esperar y muchas veces se genera un caos, estampidas y empujones, lo que es utilizado por las fuerzas israelíes como una excusa para abrir fuego para "controlar la situación". Siempre pasa lo mismo. Por eso, tanto la ONU como las organizaciones humanitarias en el territorio ya no dudan que es un sistema armado justamente para terminar en más terror y sangre.
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"Cientos de personas han sido asesinadas desde que la 'Fundación para la Humillación de Gaza' (en referencia a la Fundación Humanitaria de Gaza) comenzó operar hace poco más de tres semanas. Un sistema incapaz, medieval y letal que está dañando deliberadamente a la gente bajo el camuflaje de 'ayuda humanitaria' con mentiras, engaño y crueldad", denunció el titular de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos en Medio Oriente, la Unrwa, Lazzarini, y agregó: "Invitar a la muerte a personas hambrientas es un crimen de guerra. Los responsables de este sistema deben rendir cuentas. Es una vergüenza y una mancha en nuestra conciencia colectiva."
Sin embargo, con el paso de los días y la acumulación de más muertos y heridos, nada sucede. De la misma manera que la comunidad internacional demostró que Israel puede atacar hospitales, escuelas y bombardear campos de refugiados y desplazados durante 20 meses sin ninguna sanción o consecuencia grave, ahora el gobierno de Benjamin Netanyahu está aprendiendo que puede matar a hombres, mujeres, jóvenes y niños hambrientos, desesperados, que corren a campo abierto, visiblemente desarmados y sin ninguna posibilidad de vincularlos con una base secreta o un túnel subterráneo de Hamas.