O planificamos o nos planifican

Recuperar una épica de la planificación es recuperar el autoestima, sostienen los autores del libro “Planificación o dependencia” al advertir que se requiere imaginación técnica-popular para que la acción decante en propuestas y en la construcción de una alternativa.

17 de noviembre, 2025 | 17.24

Llegó el momento de utilizar todos los valiosos diagnósticos que se generaron en estos dos años de gobierno de Javier Milei para transformarlos en algo productivo. El riesgo de convertirnos en “derechólogos” permanentes se rompe con audacia, si discutimos entre todos y tenemos un plan. El plan es un enfoque conceptual, es el qué, el cómo y el para qué juntos. Y no apunta sólo a lo técnico o lo económico, sino que también interpela valores, sentimientos y creencias. El próximo Presidente no va a ser un administrador de consorcio o un director técnico. De la política queremos mucho más.

Nos merecemos planificar. Como hacen las grandes potencias, como lo hace el capital, que siempre planifican. Nos venden el “si sucede conviene”, que nos entreguemos a la incertidumbre, que abracemos lo incierto, pero ellos planifican. El banco JP Morgan planifica, el multimillonario Bill Gates también y Elon Musk planifica hasta lo extraterrestre. El Club de París, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional planifican. Y nunca planifican disociados del Estado. 

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Quieren el Estado para condonarse deudas a ellos mismos, para hacer negocios y endeudarse a 100 años. Vaya si planifican y lo hacen a largo plazo. La mano invisible es una mano planificadora. Porque no existe la idea del Estado ausente, es en todo caso lo que la filósofa Wendy Brown llama “Estado liberal”, que planifica en pos de los poderes económicos multinacionales. Porque hay países que hasta planifican para que otros no planifiquen. Del Plan Cóndor al Plan de Convertibilidad. Del colonialismo y a la colonialidad.    

Como sostenemos en en el libro de reciente publicación “Planificación o Dependencia”, la planificación popular que necesitamos es lo contrario a la planificación liberal que nos intentan imponer. Es el pueblo haciéndose cargo de su destino, de su tiempo. No es consigna, es concreción simple. Son los vecinos de un barrio debatiendo propuestas, definiendo presupuestos y prioridades. Es el saber popular combinado con el saber técnico y académico. Hay herramientas posibles para convertir esta democracia meramente representativa en una democracia participativa y expresiva.​​​​​​​  

Son las más de 20.000 cartas que le llegaron a Perón cuando le pidió al pueblo que lo ayude a pensar su segundo Plan Quinquenal. La planificación popular también propone apoyarse en las instituciones intermedias, las mediaciones, lo que justamente en el peronismo se llamaba comunidad organizada, las organizaciones libres del pueblo. Son los clubes, las iglesias, las cámaras empresariales, las federaciones, los partidos políticos. Como decía nuestro sociólogo y politólogo Marcelo Leiras: “a Argentina le sobra sociedad y le falta Estado”.

Argentina planificó su independencia con San Martín y Belgrano. Pero todavía la planifica. Argentina tuvo planes importados, pero planes al fin, tuvo a Roca, a Sarmiento y a Pinedo. Argentina tuvo sus planes quinquenales y sus décadas planeadas, pero también sufrió los planes de otros. 

¿Cómo salir de la melancolía? Una épica de la planificación no responde a tabúes. Un espacio nacional, popular, progresista, peronista, o como quieran llamarlo, no puede darse el lujo de que lo limiten con supuestas malas palabras. Eficiencia, productividad, transformación productividad, reforma laboral. 

¿Cómo no vamos a querer proponer una reforma laboral cuando el mundo del trabajo y la tecnología cambiaron muchísimo y algunas leyes laborales en en el país tienen 100 años? No es verdad que la única manera de conseguir más rentabilidad y, sobre todo, más productividad, es sacándole derechos a los que trabajan. En España, México, Colombia o Chile, por nombrar algunos países que hicieron reformas laborales antiliberales, como subir salarios mínimos, incorporar trabajadores de plataformas o reducir jornadas laborales, no se dañó la productividad ni la rentabilidad. 

¿Cómo no vamos a luchar por una reforma laboral que incluya a todos? Para que si un repartidor de plataformas se lastima mientras trabaja o mientras descansa y es el sostén de su familia tenga un seguro que no sólo le cubra un tratamiento sino que pueda tener un ingreso mientras se recupera. Para que los trabajadores y las unidades productivas que no están formalizadas puedan estarlo para ser sujetos de crédito bancario y no bancario y no tengan que endeudarse a tasas prohibitivas. 

Y planificar el perfil productivo del país también hay que hacerlo desde el punto de vista del trabajo. No somos industrialistas por capricho, somos industrialistas porque la industria paga 42% mejores salarios que la media, explica el 50% de las exportaciones si contamos la agroindustria y el 60% de las inversiones de las empresas en investigación, desarrollo e innovación. Y planificar la industria del futuro también tiene que despojarse de los tabúes para poder hablar de la transformación productiva que necesitamos. Trabajar sobre los sectores estratégicos y también sobre los que sean determinados “no estratégicos”, porque nuestra industria genera más de 3 millones de puestos de trabajo y esa reconversión productiva tiene que tomarse con responsabilidad, previsibilidad, plazos coherentes y, sobre todo, y, como en todos los países desarrollados del mundo, con política industrial. 

Vamos a tener que pensar con osadía cómo hacemos con las empresas de insumos difundidos y capital - intensivas que son por definición monopólicas u oligopólicas. Estar orgullosos de que en nuestro país se produzca acero, chapa, aluminio o placa no quita que tengamos que hacer que esos recursos sean aprovechados por las pymes nacionales que los necesitan como insumos para producir y se conviertan en el motor del desarrollo. 

Recuperar una épica de la planificación es recuperar el autoestima. Que vuelva la Argentina ambiciosa de los grandes proyectos es un trabajo que tenemos que empezar ahora. Con imaginación técnica-popular, la acción va a decantar en propuestas y en construcción de una alternativa.

 

 

*Especialista en desarrollo productivo, director de la Consultora Marca PyME y ex Subsecretario PyME de la Nación. 

**Abogado y sociólogo, director de la diplomatura “Transformaciones entre el Estado y  la Sociedad de la FSOC-UBA y responsable de área de investigaciones de la Fundación Participar.