El cierre de alianzas para las legislativas del 26 de octubre trazó un paisaje electoral con novedades. En apenas doce meses, Karina Milei ejecutó una operación de pinzas que convirtió al PRO en un satélite del mileísmo en los principales distritos del país. En paralelo, la oposición pan peronista demostró que, más allá de las tensiones, los automatismos de la unidad siguen funcionando cuando la supervivencia de la representación parlamentaria está en juego.
La digestión del macrismo
Como presidenta de La Libertad Avanza, la secretaria general de la Presidencia completó una operación de alcance nacional que sometió al macrismo en doce jurisdicciones, incluyendo los tres distritos electoralmente más decisivos: Provincia de Buenos Aires, CABA y Córdoba. El despliegue territorial abarcó desde La Pampa hasta Tierra del Fuego, pasando por Entre Ríos, Río Negro, San Luis, Tucumán, Chaco, La Rioja y Misiones.
El patrón se repitió en cada distrito: dominio absoluto del violeta libertario por sobre el amarillo macrista, centralidad de la figura presidencial como único referente y control de los primeros lugares en las boletas, reservando para LLA las posiciones con mayor probabilidad de acceder al Congreso. Lo que pretendió presentarse como una "absorción amigable" fue, en realidad, una rendición con honores.
El caso paradigmático se dio en la Ciudad de Buenos Aires, donde la subordinación del macrismo al proyecto libertario se consumó tras las negociaciones que la Casa Rosada condujo a través de Pilar Ramírez. El resultado: ambas postulaciones senatoriales y los cuatro primeros puestos de la lista de diputados quedaron en manos del oficialismo nacional.
En la provincia de Buenos Aires, el operativo se completó con una puesta en escena cargada de símbolos. La jornada arrancó con el Presidente posando en La Matanza junto a los aspirantes territoriales y dirigentes de ambas fuerzas, para cerrar con la firma del pacto entre Sebastián Pareja y Cristian Ritondo, máximos responsables partidarios. La imagen de la firma del acuerdo incluyó un pasacalle con la leyenda "Kirchnerismo Nunca Más", apropiándose de la tipografía del informe de la Conadep en una provocación que exhibió más debilidad que fortaleza: el devenir de la crisis económica horadó la base electoral de Milei en los barrios populares, donde las preocupaciones económicas están por encima de la agenda segurista y la “batalla cultural” que ofrece como narrativa de campaña el oficialismo nacional.
Un fenómeno particular se observó en las provincias donde gobernadores no peronistas decidieron alinearse con el oficialismo nacional. El caso más emblemático es el de Rogelio Frigerio en Entre Ríos, quien tejió un acuerdo con La Libertad Avanza que incluyó al PRO, la UCR, el Movimiento Social Entrerriano, el Partido FE y el Partido Libertario. La intención: que el peronismo no tenga chances de recuperarse con una buena elección que lo potencie para 2027, cuando intentará retornar a la Casa Gris provincial.
El peronismo: unidad con fisuras calculadas
Del otro lado del Río Bravo la oposición pan peronista demostró que, frente al riesgo de perder peso relativo en la escena política, se activan los reflejos de unidad, aún con matices. El PJ competirá en las legislativas con la flamante denominación “Fuerza Patria” en 14 provincias, mientras que en los otros 10 distritos se presentará con marcas provinciales.
En la provincia de Buenos Aires, la unidad se ratificó bajo la nominación renovada que hará su estreno formal en la provincial del 7 de septiembre, aunque con una variante de nota: Juan Grabois optó por mantenerse al margen del acuerdo y preservar la posibilidad de competir de manera independiente. El referente de la economía popular llevó la negociación hasta el límite y rechazó incorporar Patria Grande al frente peronista, con diferencias sobre la conformación de la lista de diputados nacionales, que recién se definirán el 17 de agosto. De ese modo Grabois se reservó la posibilidad de estirar las negociaciones -que incluye su propia postulación- hasta el cierre de listas.
El dirigente repitió estrategia en territorio porteño, donde el justicialismo cerró un frente bajo Fuerza Patria que integró a todas las tribus que habían competido por afuera en las elecciones de mayo, incluidos los espacios de Juan Manuel Abal Medina y Guillermo Moreno. En Salta, la unidad recuperó para el PJ a Juan Manuel Urtubey, tentado por una candidatura al Senado, mientras que en Santa Fe el peronismo oficializó un frente común.
La foto se complica provincias como Entre Ríos, donde el peronismo llegó fragmentado: por un lado, el PJ oficial presentó Fuerza Entre Ríos con Adán Bahl encabezando la lista para el Senado y Guillermo Michel para Diputados; por otro, se inscribió Ahora La Patria, con la cristinista Carolina Gaillard como postulante a senadora. En Tierra del Fuego, la división se consumó por la pelea entre dos intendentes camporistas: Walter Vuoto y Martín Pérez, que competirán por separado en una provincia donde el peronismo arriesga dos bancas senatoriales.
Centro congestionado
Con los polos consolidados, el centro abrió una constelación de kioscos electorales con intenciones diversas: desde ejercer como colectoras a funcionar como aspiradoras de votos para restar a los espacios centrales. En Buenos Aires, Emilio Monzó y Margarita Stolbizer anotaron un frente propio, por fuera de Somos Buenos Aires, para competir juntos en la elección de octubre, configurando lo que pretende presentarse como una "cuarta vía".
Más ambiciosa resultó la propuesta de Provincias Unidas, el armado de gobernadores que busca recrear la lucrativa "ancha avenida del medio", de baja electorabilidad, pero alto poder recaudatorio para los gastos de campaña. El diputado Facundo Manes sería el candidato para la cámara alta por este espacio, mientras que el senador Martín Lousteau se postularía para Diputados en la Ciudad de Buenos Aires, materializando un enroque que, de dar un batacazo, les permitiría mantener representación parlamentaria.
La configuración electoral que emerge del cierre de alianzas prefigura un escenario de alta polarización. La Libertad Avanza construyó una coalición que trasciende su estructura original, incorporando no solo al PRO sino también sectores del radicalismo y dirigentes territoriales con peso propio.
El peronismo se sobrepuso a los duelos internos para sostener la unidad, priorizando la contención del espacio antes que la competencia interna, que de todos modos seguirá activa hasta que en diez días se configuren las listas y quede servido el menú electoral.