A menos de un mes de dejar el Congreso, María Eugenia Vidal comenzó a destacarse como una de las figuras clave en la nueva etapa del PRO. Próxima a encontrarse alejada de la función pública, actuó como vocera en la primera fase post-electoral, con una visión clara sobre lo que, para ella, debería hacer el partido a partir de ahora en su relación con el gobierno nacional, así como en su propio proceso de reconstrucción.
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La Fundación Pensar se convertirá en una gran plataforma para la reconstrucción del espacio. Desde este organismo, usina de pensamiento del PRO, no sólo están previstos distintos viajes por provincias de todo el país para federalizar el espacio, sino que también se organizan charlas semanales virtuales con dirigentes y analistas. En esos encuentros, los invitados explican o comentan su opinión sobre temas que pueden ir desde el futuro del partido hasta la estrategia parlamentaria o cuestiones operativas, generando intercambio con los asistentes, quienes pueden anotarse sin restricciones.
Ser la cabeza de la Fundación Pensar posiciona a María Eugenia Vidal como una figura de confianza para Mauricio Macri. De hecho, el miércoles pasado, ella y Fernando De Andreis se desempeñaron como voceros de facto de esta nueva etapa del PRO. Al frente del think tank del partido amarillo, la diputada le dio impulso y movimiento: cada mes se publica un informe que repercute y ofrece una ventana sobre las ideas que se debaten dentro del partido en distintas temáticas.
Parte de la gestión de la Fundación será fortalecer su presencia en todas las provincias para evitar que siga siendo AMBAcéntrica. De esta manera, el espacio se transformará en una estructura federal que facilite la construcción o reconstrucción del PRO, fidelizando el voto que permaneció en el espacio amarillo y generando nuevas figuras para la renovación. En línea con ello, Pensar ya lleva adelante cursos de capacitación junto a la Universidad Torcuato Di Tella y la Universidad San Andrés. Todos estos mecanismos buscan potenciar tanto la marca de la usina de pensamiento como la del partido en sí.
Esta suerte de unidad básica móvil y virtual también se complementa con presencia en territorio. Vidal acompaña a candidatos amarillos que decidieron competir de manera independiente en estas elecciones. Por ejemplo, Juan Martín en Río Negro encabezó una campaña muy marcada contra el oficialismo provincial, el peronismo y La Libertad Avanza, tras fracasar el intento de acuerdo.
Vidal no es la única que genera estos nexos. Mauricio Macri y Guillermo Dietrich —articulador territorial y de fiscales— también lo hicieron, y gobernadores afines participaron para respaldar a dirigentes. Hoy, el armado de Provincias Unidas luce algo difuso, especialmente después de la derrota de octubre, pero uno de los caminos posibles para el PRO es avanzar promoviendo a algunos de sus referentes con responsabilidad de gestión. Las otras dos opciones son competir en solitario o en alianza con el gobierno.
Después de la experiencia reciente y, como explicó Martín Yeza, presidente de la Asamblea partidaria, tras seis años de un proceso autodestructivo, parece que el PRO dejará el rol que tuvo en 2015 para integrarse en algo más amplio. Una posibilidad es reeditar Juntos por el Cambio, aunque con una organización interna distinta. Todo está en estado inicial.
Desde su posición al frente de Pensar y la Fundación Hacemos, Vidal se encargó —antes del acuerdo entre PRO y La Libertad Avanza, y con mayor énfasis tras el 26 de octubre— de expresar públicamente su opinión. Con gestos y acciones, demostró que no hace falta ocupar un cargo público para hacer política o manifestar ideas; la ex gobernadora quiere dejar claro que tiene convicciones y puede trazar un rumbo, desde el área social con Hacemos y desde la pata política con Pensar.
Además de haber lanzado su consultora privada y de responder preguntas en redes sobre la dificultad que enfrentan personas mayores de 45 años para insertarse en el mundo laboral, publicó un newsletter donde plasma sus ideas. En la última edición recordó que tras las elecciones de 2017 Cambiemos también creyó que “lo peor ya pasó”, pero poco después el gobierno comenzó a debilitarse.
Vidal aportó una serie de observaciones y consejos para esta nueva etapa, a la que denominó “segundo tiempo”. En primer lugar, recomendó interpretar bien el mensaje del voto, ya que un 35% no fue a las urnas en octubre, un porcentaje similar optó por la oposición más dura y quienes eligieron al gobierno lo hicieron impulsados por múltiples motivaciones (miedo, resignación y esperanza). Por eso, considera que en esta segunda etapa los argentinos necesitan empezar a ver resultados que mejoren su vida.
Otra lección aprendida, que aconseja aplicar ahora, es no abandonar los cambios a mitad de camino. En este sentido, mencionó la escasa o casi nula privatización de empresas que la Ley Bases autorizó a vender. Allí apuntó a la gestión, ya que con votos en el Congreso no basta; hacen falta decisión y ejecución. En cuanto a la gestión, puso foco en otras reformas clave, como las educativas, además de la modernización en rutas y aeropuertos, así como la obra pública.
Por último, enfatizó la humildad. Para ella, “nadie puede hacer las cosas solo y cuando ganás es cuando más podés equivocarte”. Por eso calificó los próximos meses como los más “críticos”, pues será el momento en que el gobierno tendrá mayor riesgo de “errar” y recomendó estar atentos y escuchar. Valoró la incorporación de Diego Santilli como ministro del Interior, aunque advirtió que eso no basta, siendo necesario que las reuniones se traduzcan “en acuerdos, y la primera prueba será la ley de Presupuesto”.
La discusión sobre el futuro del PRO recién empieza. No hay un camino definido. Por ahora son todas alternativas y los dirigentes que permanecen buscan dar la discusión desde adentro. Hay quienes quieren que el partido sea a La Libertad Avanza lo que la UCR y la Coalición Cívica fueron a Cambiemos. Otros apuestan por competir solos o valorizar una construcción colectiva apoyada en la gestión.
Según adelantó Vidal, el PRO “hará lo correcto sobre lo conveniente”, defendiendo lo que considere acertado del gobierno, pero poniendo límites “cuando se equivoque desde el Congreso”. A la hora de pensar en lo propio, el macrismo se concentrará en “gestionar bien desde los municipios y provincias que gobernamos”.
