Suena Jijiji frente a cientos de personas. No es el Indio Solari y no hay ningún estadio. Es Gabriel Di Meglio, a pocos metros del Museo Histórico Nacional (MHN), institución que dirigió hasta hace unos días. La gente empieza a aplaudir. No hay pogo, pero sí algunos saltan en el lugar y una anciana que está en primera fila, con ayuda de su bastón, se mueve de un lado a otro. Todo queda filmado en el celular del historiador, despedido días atrás e impedido de hacer una última recorrida. Por eso, improvisó una charla sobre historia popular en el Parque Lezama. La convocatoria es un éxito: muchos sienten, como él, que “nuestro patrimonio y nuestra historia están en juego”.
“Todo es muy extraño. Todavía me estoy acostumbrado”, dice desbordado por las muestras de cariño que recibe desde que se anunció su desvinculación como director del MHN. “Soy un funcionario designado. Que me despidan forma parte de las reglas de juego. Me parece que el contexto es complicado y creo que parte de la reacción tiene que ver con eso. Este avance contra la cultura, contra la ciencia, contra la educación y cosas más graves como la salud, con gente que muere por políticas gubernamentales”, dice el profesor, licenciado, doctor en historia por la Universidad de Buenos Aires e investigador del CONICET, quien esta última semana dejó en evidencia que un académico puede tener fanáticos y hasta convertirse en un “rockstar” al que le piden fotos o autografiar apuntes.
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La charla está prevista para las 17, pero una hora antes el público comienza a llegar al museo. Hay historiadores, profesores, estudiantes, amigos y familiares de Di Meglio, y personas dispuestas a defender el patrimonio nacional.
Una pareja en el patio del museo busca el lugar en donde será la charla, parece desorientada. “Era a las 5”, dice él. “A ver, mostrame el anuncio”, responde ella. Pero no lo tiene porque escuchó a Di Meglio en una entrevista. Son varios los que se enteraron de la actividad de esa forma. Otros por los flyers que circularon en redes.
A metros de allí, hay dos mujeres y una de ella intenta sacar una foto a la entrada del museo que da al parque, pero no quiere que salgan los leones que custodian la puerta. “No me interesan”, remarca. “Hoy en día los leones no son lo más agradable”, agrega su acompañante.
La multitud, que comenzó en decenas, con el correr de los minutos se convierte en cientos de personas que rodean a Di Meglio. El historiador y su equipo terminan de armar el sonido para que todos escuchen. Tuvo que acortar la charla. ¿El motivo? Que todos pudieran recorrer el museo que dirigió desde 2020.
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Un museo para entender la historia
La charla comienza con la historia del museo, creado en 1890, por iniciativa de quien fue su primer director, Adolfo Carranza. Pero llegó a su actual ubicación, en el Parque Lezama (sobre la calle Defensa) siete años después. “Es el museo histórico más antiguo del país”, explica. En consecuencia, necesita presupuesto para su constante mantenimiento.
Sin embargo, el dinero se cortó y lo contó en varias entrevistas. Algo que molestó a las autoridades, según le explicaron extraoficialmente cuando le comunicaron su salida.
Luego, expone su objetivo como director: hacer del museo un espacio para comprender la historia argentina. “Más bien un museo para comprender el pasado. Una historia que incorporara perspectiva de género, que es hoy una palabra prohibida para las autoridades de este momento. Hubo museos en los que directamente se ha prohibido decir la palabra género y hay museos que han levantado, sin decirlo, cursos que incluían la palabra género. Esto es un retroceso enorme para Argentina”, denuncia.
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Y de inmediato, hace hincapié en la importancia del trabajo colectivo: “Uno encabeza, pero es un trabajo en equipo y no es un lugar común decirlo. En equipo se llega más lejos que donde llegarías solo. En esta época es algo que tenemos que reivindicar porque funciona”.
Además de la bandera de Macha, que perteneció al ejército de Belgrano en el Alto Perú o el sable corvo de San Martín, el más preciado por los visitantes, el Histórico Nacional en los últimos años sumó objetos para comprender el aporte de los anónimos a la historia de nuestro país. Di Meglio habla en primera persona sobre la colección, pero rápidamente reconoce que ya no forma parte del museo. “Va a costar un poco desvincular”, bromea. “Las grandes figuras son fundamentales para entender la historia, pero no alcanza con ellas. Hay que agregar al resto de la sociedad, a las mayorías para hacer inteligible la historia”, completa.
También se buscó reflejar la importancia de retratar el mundo indígena. El poncho entregado a Lucio V. Mansilla, el que ofrecieron los Pampas a Rosas y el que los Tehuelches dieron a San Martín son una clara muestra de eso. Aunque también provocó que grupos de ultraderecha ataquen las redes sociales de la institución para negar esa parte de la historia argentina.
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“Tergiversan el pasado diciendo que en realidad ese territorio fue argentino desde siempre porque están en los mapas españoles. Eso es un falseamiento. Los españoles nunca ocuparon el sur de La Pampa y la Patagonia, ni del lado argentino ni de lo que después ocupó Chile. Nunca ocuparon el Chaco. No son interpretaciones. Uno puede interpretar de diferentes formas el pasado, lo que no puede es falsear”, enfatiza Di Meglio. El público responde con aplausos. Iguales a los que le dedicaron sus ahora excompañeros en su último día como director del MHN.
Otro de los hitos de su gestión fueron las muestras sobre el siglo XX como “Los 80. El rock en la calle” y “Pasión de multitudes”, en la que se propuso un recorrido por la historia del fútbol argentino. Ambas recibieron muchas visitas y sirvieron para atraer al público que quizás desconocía la existencia del museo o no tenía interés por la historia.
Los museos como refugios contra las mentiras
El historiador también aprovecha para solidarizarse con su colega Camila Perochena, atacada días atrás por el presidente Javier Milei por negar que Argentina haya sido una potencia mundial en 1910. “Es un absurdo, una mentira. Una cosa es decir que Argentina crecía y tenía un PBI alto, ok, pero eso no significa que sea una potencia mundial. No resiste el menor análisis”, remarca.
“Sin embargo, ese tipo de mentiras se están poniendo de moda y es un problema realmente serio. Y los museos, en la medida de lo posible con este contexto, están obligados a discutir contra eso”, añade.
“Un museo vale mucho, yo solo soy un director de museo, pero en todo caso nuestro patrimonio y nuestra historia está en juego. El ataque es total, la idea de que el Estado no tiene que existir”, remarca.
Mientras se promueven discursos eficientistas para justificar recortes, el Gobierno despidió a alguien que, según sus propios parámetros, fue “exitoso”. Con Di Meglio al frente del MHN, además de ampliar las muestras, las visitas crecieron un 142 por ciento: pasaron de 70 mil a 170 mil.
“Todos los museos están desfinanciados. Incluso los lugares que funcionan bien como este. El palabrerío eficientista es pura mentira. Lo que hay es un deseo destructivo, de que no funcionen. Todos los museos históricos tienen edificios así, del siglo XIX, hay que mantenerlos todo el tiempo. Eso es patrimonio fundamental para los argentinos. No se puede dejar que se caigan porque ahí sí te sale un fangote, porque no los arreglaste a tiempo. ¡Cómo va a pasar con las rutas cuando la gente empiece a morir!”, enfatiza.
Las lecciones de la historia
En los últimos minutos de la charla, ya cerca de la media hora, vuelve a agradecer los miles de mensajes de apoyo recibidos tras su despido. Tantos que aún está contestando. Pero también se toma un momento para reflexionar sobre la reacción que generó en la sociedad.
“Este modesto encuentro, verse, organizarse fuera de las redes es algo fundamental”, dice y evoca uno de los versos del Martín Fierro de cara al futuro: “El fuego pa’ calentar debe ir siempre por abajo”.
“La historia sirve para entender el pasado, pero también nos da algunas lecciones. Las luchas vienen de muy lejos, hay personas que han enfrentado cosas peores que estas, tiempos muy oscuros, pero que, finalmente, terminaron. Si nos enseña algo la historia, es que siempre hay esperanza”, concluye. De inmediato, los presentes reversionan el ya clásico “La patria no se vende”: “La historia no se vende, la historia no se vende, la historia no se vende”.
Luego, se intenta hacer una foto grupal, pero claramente muchos quedan por fuera de los límites de la cámara. Otros se acercan a saludar a Gabriel, sacarse una foto y hasta pedirle que firme la fotocopia de uno de los capítulos de su libro “¿'Y el pueblo dónde está'? Contribuciones para una historia popular de la revolución de independencia en el Río de la Plata”.
Y de yapa, una vez más, llenó el Histórico Nacional de visitantes. Pues la gran mayoría de las personas que se acercaron al Parque Lezama para escuchar la charla —fue transmitida por Instagram y ya superó las 40 mil reproducciones— coparon cada una de las salas del museo dándole sentido a la historia que Di Meglio quiso explicar durante su tiempo como director.