Escenas de euforia y desamparo en el país satélite de Trump

El trumpismo impuso su lógica proteccionista en el pacto con Milei. La guerra de los laboratorios por las ganancias y la contradicción en el cuerpo de Rocca. Ola de despidos y suspensiones postelecciones. Massa y su tercer intento.

16 de noviembre, 2025 | 00.05

“El acuerdo logra todo lo que Estados Unidos estaba pidiendo”. La frase, que pronuncia un funcionario de La Libertad Avanza, da cuenta de la relación asimétrica entre Donald Trump y Javier Milei. Pero no es antojadiza.El entendimiento que difundieron los dos gobiernos el jueves 13 cumple sin fisuras con el pliego de condiciones que la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR) hizo público en abril pasado y entrega a cambio bastante menos. Lo  más importante, no está en el acuerdo sino que surgió hace tres semanas, cuando el gobierno de Trump admitió que ampliaría el cupo para la importación de carne argentina de 20 mil a 80 mil toneladas por año. Por eso, los farmers maldicen al amigo republicano de Jeffrey Epstein. 
Aunque las cláusulas de confidencialidad y el proceso de revisión legal que se abre ahora proyectan un mínimo de 40 días para conocer la letra chica de lo que se firmó, el espíritu del convenio impone la línea del proteccionismo trumpista sobre el libre comercio mileista.  El diseño estuvo a cargo del titular de la USTR, Jamieson Greer, un abogado mormón que durante el primer gobierno de Trump se entrenó en la misma dependencia como jefe de gabinete de Robert Lighthizer. La filosofía del trumpismo está en un libro que Lighthizer publicó en 2023 y para horror libertario se titula “Ningún comercio es libre: cambiar el rumbo, enfrentarse a China y ayudar a los trabajadores estadounidenses”. El antiguo jefe de Greer es un verdadero halcón del proteccionismo, que trabajó con Reagan, fue abogado de compañías siderúrgicas y tensó con China como funcionario de Trump entre 2017 y 2021. Bajo esa lógica, su discípulo Greer apuró a los funcionarios de Milei desde mucho antes de que Scott Bessent lanzara su salvataje extorsivo con una muletilla: “Muestrenme hechos, no promesas”, les decía. 

El debutante Pablo Quirno se llevó la marca, pero la contraparte del acuerdo que festejan los paleolibertarios estuvo a cargo de Luis Kreckler, el jefe negociador que sobrevivió a Gerardo Werthein y reporta a Karina Milei. Kreckler reparte sus horas desde hace meses entre Buenos Aires, Washington y San Pablo: sigue cobrando como cónsul en Brasil, el cargo que asumió durante el gobierno del Frente de Todos, cuando Daniel Scioli lo rescató de la jubilación para sumarlo a su gestión como embajador. Kreckler fue diplomático de todos los gobiernos desde 2012, cuando Cristina lo designó en Brasil.
El anuncio tomó por sorpresa incluso a los interesados directos, que no tenían información ni precisiones. Los dueños de los laboratorios nacionales que hablan con Mario Lugones tuvieron que esperar al regreso del secretario Pablo Lavigne. Los ceos del agronegocio, al retorno de Agustin Tejeda, el subsecretario de Mercados Agroalimentarios que viajó a Washington. Egresado de la UCEMA, Tejeda es consultor de organismos de crédito internacionales y fue gerente de estudios económicos de la Bolsa de Cereales.  
El framework que dio a conocer la administración Trump es un prototipo que se difundió al mismo tiempo en El Salvador, Ecuador y Guatemala, otros tres países atados a Estados Unidos. Pero nadie iguala la vocación de satélite que muestra Milei ni depende del presidente de Estados Unidos tanto como él. Por eso, Trump le puede exigir mucho más. Si algo no se justifica en el acuerdo sobre comercio e inversión es la categoría de “recíproco”: una larga lista de concesiones frente a ítems generales.    
Aunque los comunicados de los dos gobiernos dicen cosas distintas, el acuerdo potenció al máximo el triunfalismo de LLA y sus aliados. Después del 26 de octubre, el presidente está eufórico de optimismo. 
A la mañana siguiente del anuncio del acuerdo con Trump, en el Hotel Hilton de Puerto Madero, tuvo lugar la Conferencia de Intercambio Económico y Comercial entre la Argentina y la provincia china Shandong. El director ejecutivo del Consejo Argentino-Chino, Ernesto Fernández Taboada, abrió el encuentro como si nada y aludió a los compromisos que rigen entre el gobierno de Milei y el de Xi Jinping. Entre los asistentes se mezclaron el vicegobernador de Shandong, Zhang Haibo, directivos de laboratorios argentinos como Bagó y representantes de las cerealeras y el agronegocio. Con 102 millones de habitantes, Shandong es la segunda provincia más grande de China y tiene una larga lista de proyectos en Argentina. 
Desde 2017, su nombre está asociado a Barrick Shandong Gold, la multinacional minera que cambió de nombre cuando Shandong Gold Group le compró a Barrick Gold el 50% del proyecto Veladero en San Juan. Líder en minería subterránea, la socia de Barrick ganó hace dos semanas la adjudicación de las áreas Del Carmen y Jaguelito en el San Juan de Marcelo Orrego, un aliado clave de Milei que quiere detonar la ley de Glaciares. La empresa china se presentó sola y se impuso en una competencia en la que había otras 11 compañías.


A la misma hora que se daba el encuentro chino argentino en Puerto Madero, Milei y Luis Caputo recibían en Casa Rosada a Miguel Galuccio, el CEO de Vista Energy, que acaba de anunciar un inversión de 4500 millones de dólares para los próximos tres años en Vaca Muerta. Vista es la segunda productora de petróleo de la Argentina y la mayor exportadora de crudo del país. Galuccio fue el CEO que Cristina eligió para comandar la YPF de mayoría estatal tras la expropiación de 2012, en medio de la agonía de dólares que marcaba el agotamiento del modelo kirchnerista. Cuando el empresario que visitó a Milei se hizo cargo de YPF, el ahora presidente era ejecutivo de riesgos de Eduardo Eurnekian y Argentina tenía un déficit energético de 7 mil millones de dólares por año. Este año, Milei va a tener 7 mil millones de dólares, pero de superávit, una bendición que el peronismo pensaba disfrutar en el poder.
El establishment local aplaude el rumbo de Milei. Unos días después de la visita de Jose Luis Manzano al presidente en Miami, Bettina Bulgheroni reapareció para elogiar al hermano de su amiga Karina en uno de sus habituales diálogos con Eduardo Feinmann. Pero decir que hay un poder económico homogéneo en Argentina sería forzado porque la mayoría se limita a defender sus intereses y se desentiende de pensar un proyecto de país que incluya al continente en expansión de perdedores que deja el modelo. La mayoría se concentra en sectores de alta rentabilidad, que no son mano de obra intensivos.
La contradicción más aguda se da en el cuerpo de Paolo Rocca, superavitario en su hemisferio petrolero y llorando como un mandril en su hemisferio siderúrgico. El Ceo de Techint cometió la herejía de pedirle una política industrial al  topo que vino a destruir el Estado desde adentro. En su disertación en la Conferencia Industrial, Rocca dijo que hoy China combina el 34 por ciento de la manufactura global y una agresiva expansión militar con una audaz política tecnológica, en un nuevo ciclo en un mundo inestable. No sé sabe si estaba al tanto de que el acuerdo que se anunciaría esa misma tarde iba a dejar de lado el reclamo por el acero y el aluminio argentinos, que le pagan a Trump aranceles del 50%.
Sobreseído en forma escandalosa por Julian Ercolini en la causa Cuadernos, Rocca advirtió que no alcanza con el agronegocio, la energía, la minería y el litio. Ni a él le cierra el consenso de los commodities, como lo denominó la revista Crisis en julio de 2011, cuando CFK iba camino a su 54%. El magnate italo-argentino remarcó un dato que podría ser encuadrado como parte de una política criminal contra la industria. “El año pasado, íbamos importando 5000 lavarropas por mes y en los 9 meses de 2025 el nivel de importación mensual es de 87.000. En heladeras, se pasó de 10.000 a 80.000. ¿Produzco y doy valor agregado o cierro y uso la cadena de valor para distribuir material importado?”, se preguntó. Rocca no lo mencionó pero solo en noviembre, hubo 600 trabajadores suspendidos en dos grandes fábricas de electrodomésticos: 400 en Electrolux de Rosario y 200 en Mabe de Córdoba. 
En las últimas tres semanas, hubo una ola de despidos en industrias de todo el país. La chilena Cencosud dejó en la calle a 200 operarios de Easy y Vea, la petroquímica estadounidense Sealed Air a 89 personas en Quilmes, Newsam a 150 en Tierra del Fuego y Metalnor a 50 en Salta. A eso se suman 140 despidos por la quiebra de La Suipachense, 220 despidos de la familia Blaquier en Ledesma, 41 despidos en Alcalis de la Patagonia y 175 suspensiones en Mauro Sergio de Mar del Plata. En reclamos de sueldos atrasados, además, hubo paros en el Frigorifico Euro de Gobernador Galvez y de los choferes de 10 líneas de colectivo del conurbano sur que trabajan para las empresas MOQSA, El Nuevo Halcón y San Juan Bautista. La conflictividad tiende a escalar, en medio del derrumbe del consumo, la caída del poder adquisitivo y la segunda recesión libertaria.  
En ese contexto nada propicio, el CEO de Techint aprovechó para reclamar por la reforma laboral, apuntó contra la ultraactividad de los convenios -que garantiza derechos adquiridos- y asoció “flexibilidad” con “productividad”. En el Centro de Convenciones de Buenos Aires, lo escuchaba Cristian Jeronimo, el triunviro que expresa las acciones de Gerardo Martinez y sus aliados dentro de la CGT. 


Rocca acaba de pasar a retiro a su histórico comandante en jefe Martín Berardi, que después de 21 años dejó de ser el CEO de Ternium. En su lugar, designó a Renato Catallini, que viene de 12 años como CEO de Tenaris Brasil y será presentado en sociedad este lunes en el encuentro anual de Ternium en la Rural de Palermo. 
El dueño de la multinacional siderurgica mastica bronca cuando mira al gobrenrador de Río Negro, Alberto Weretilneck. El martes 18 de noviembre, un buque con 10 mil toneladas de caños de acero llegará al puerto de San Antonio Este desde Shanghái para terminar el gasoducto Argentina FLNG, un proyecto del consorcio que integran Pan American Energy y la noruega Golar. Los caños chinos van a transportar el gas de Vaca Muerta hasta la futura planta flotante de licuefacción, desde donde se comenzará a exportar gas licuado.
El acuerdo de Trump con Milei preocupa sobre todo a la industria farmacéutica nucleada en CILFA, que vive un revival de la pelea que hace tres décadas protagonizó Domingo Cavallo. Desde los laboratorios nacionales, sostienen que Argentina tiene una ley de patentes que respeta los lineamientos internacionales encuadrados para entrar a la OCDE. “Hay que patentar inventos y no inventar patentes”, dice un dueño de laboratorio y recita una definición para ponerle freno a la ofensiva trumpista: “productos directrices definidos como verdaderas innovaciones con altura inventiva y aplicación industrial”. Solo por los medicamentos que entran en esa categoría, la industria argentina está dispuesta a pagar patentes.
Desde CILFA se declaran en combate contra tres enemigos, Patent Thickets, Evergreening y Product Hopping, las prácticas de las grandes farmacéuticas para extender la duración de las patentes, con protecciones adicionales. Esto, remarcan, les permite a los estadounidenses mantener una posición dominante con precios altos y frenar la competencia de genéricos.
Las familias Roemmers, Sigman, Sielecki y Bagó tendrán que lograr el apoyo del ministro Lugones, en trágico conflicto entre dos lealtades. El mensaje de los laboratorios con sede en Estados Unidos a los negociadores argentinos eludió los eufemismos: “Es imposible invertir en Argentina porque te roban todo”, le dijo un directivo a un funcionario de Milei. Hacía énfasis en los ensayos clínicos, donde según dicen la industria nucleada en CILFA lanza genéricos basados en los resultados que obtuvieron multinacionales como Pfizer, Merck & Co, Bayer o Roche. Milei, que tiene a un heredero de la familia Sielecki como embajador, ¿es capaz de defender a la industria local como hace Trump?
La euforia oficialista contrasta con el desamparo que gobierna a gran parte de la oposición. Diego Santilli es el encargado de reflotar el colaboracionismo, algo que Mauricio Macri agrega a su lista de imperdonables. Al lado del ex presidente recuerdan que, hace exactamente dos años, el Colo especuló hasta el último momento con el desenlace del balotaje. Llegó con Cristian Ritdono a la reunión en la que se firmó el denominado pacto de Acassuso con los  hermanos Milei pero, cuando salió de las oficinas de Macri, fue el único que no se pronunció por LLA. El nuevo ministro del Interior tiene aliados y rivales dentro de su nuevo gobierno. La tensión con Santiago Caputo existe pero puede tener atenuantes. Gracias a los oficios del polirubro Bruno Screnci, hoy director del Banco Provincia, Santilli conoce a Rodrigo Lugones desde hace más de 10 años.  
Mientras Comodoro Py descarga una nueva ofensiva contra ex funcionarios del kirchnerismo como Julio De Vido y le niega la prisión domiciliaria pese a que tiene 75 años y es diabetico, el peronismo reedita sus tensiones. Cristina se mantiene activa, pero las diferencias entre Axel Kicillof y Maximo Kirchner tienden a elevar a Sergio Maassa como árbitro por encima de todos. El ex superministro activó sus oficinas de Libertador y promete que el gobernador bonaerense va a tener todas las leyes que necesita entre el 25 y el 27 de noviembre. 
Massa está convencido de que tarde o temprano el tiempo de Milei se va a acabar y, una vez más, cree que es el único capaz de perforar el techo del voto kirchnerista. Entre los varios escenarios que maneja hacia adelante, está el de volver a pelear por la presidencia o -el escenario más negado y menos deseado- ir por la provincia de Buenos Aires en un acuerdo con Kicillof.  
Después del enésimo fracaso de la tercera vía, Massa tiene más cerca a Emilio Monzó como aliado para lo que viene. El 26 de octubre a la noche, el ex presidente de la Cámara de Diputados durante el gobierno de Macri se despidió de todos los náufragos de la moderación con una frase: “Lo más triste es que nos jubiló una pastelera”, les dijo. Pero los que lo conocen saben que no se retira y ve en Massa al único con condiciones de encolumnar detrás suyo a distintos actores del poder. Monzó es uno de los que le recomienda a Massa que tome distancia de Cristina y ensaye una nueva convergencia generacional, está vez más cerca de Axel que de La Cámpora.