Una frase habitual para expresar el lugar de privilegio que ocupan los chicos en nuestros afanes y preocupaciones de cada día afirma: “Los niños, primero”. Sin embargo, en la Argentina actual hasta esas máximas indiscutibles parecen ignorarse. Es lo que sugiere la situación del Hospital Nacional de Pediatría Pedro Garrahan, un centro público de altísima complejidad y de referencia para toda América Latina, donde se investigan y se ensayan tratamientos de vanguardia, y que atraviesa una crisis cuyas réplicas llegan hasta los más alejados rincones del país, porque a pesar de estar ubicado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), recibe y asesora a distancia a familiares y pediatras de todas las provincias.
Fundado en 1987 a partir de un proyecto liderado por el maestro de la pediatría local Carlos Gianantonio, sus recursos provienen en un 80% de la Nación y en un 20% del gobierno de CABA, pero bajo la premisa de que “No hay plata” se le retacean a tal punto que los profesionales que se forman en sus servicios están buscando otros horizontes: entre 2024 y 2025, el hospital ya perdió 170 profesionales.
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Belén Mansilla es médica residente de pediatría y en septiembre pasaría al tercer año de su especialización. Trabaja 70 horas semanales (ocho horas diarias de lunes a viernes, más seis guardias de 24 horas), pero cobra un sueldo que está por debajo de la línea de pobreza para una familia. Junto con sus colegas, vienen reclamando desde hace un año por una actualización de sus haberes, pero sin respuesta. “[El ministro Mario] Lugones nunca nos recibió –destaca–. Estamos ante un vaciamiento institucional. Mañana al mediodía [jueves 29 de mayo] marchamos al Ministerio de Salud de la Nación”.
Mañana jueves, iba a haber cese de actividades en el hospital, pero a último momento, este miércoles, el Ministerio de Capital Humano que conduce Sandra Pettovello dictó la conciliación obligatoria y suspendió cualquier medida de fuerza por los próximos 15 días.
La importancia del Garrahan
Para tomar dimensión de los servicios que presta el Garrahan basta con mencionar que no solo es uno de los principales centros de excelencia para la formación de pediatras (entrena a más de 250 residentes de pediatría por año), sino que además atiende al 40% de los casos de cáncer en chicos y adolescentes del país y realiza el 50% de los trasplantes pediátricos.
“Para que se haga una idea, desde el lunes ya hicimos tres trasplantes hepáticos y dos renales –detalla Mariano Boglione, jefe de quirófano y jefe de trasplante de pulmón, que fue residente y lleva casi 35 años en el hospital–. Desde que comenzó 2025, ya hicimos 29 trasplantes renales y 30 hepáticos. Somos el principal centro de trasplante pediátrico de órganos sólidos del país”. Boglione y el resto de los médicos y personal de planta del Garrahan se iban a sumar mañana [jueves] al reclamo de los residentes en un cese de actividades. Pero el Gobierno dictó la conciliación obligatoria.
El Garrahan es un centro de derivación nacional. Tiene una planta de unos 5000 trabajadores que manejan equipamiento de última generación y alta complejidad. Forma a más de 200 residentes por año (ofrece unas 60 vacantes anuales que el año pasado no se cubrieron) y a 400 becarios en especialidades como kinesiología, cardiocirugía, instrumentación, farmacia. Con su servicio de telemedicina asiste a pediatras y familiares de todo el territorio. Recibe más de 668.000 consultas ambulatorias por año. Aloja y gestiona el Banco Público de Células Madre de Cordón Umbilical y el Banco de Homoinjertos (válvulas cardíacas, duramadre, piel, pericardio) que proveen a centros tanto públicos como privados. Además, sus laboratorios hacen anualmente más de 2.500.000 determinaciones, algunas de las cuales no se realizan en ninguna otra institución del país.
Para el cirujano cardiovascular también formado en el hospital Ignacio Berra, que desarrolló un sistema en 3D único en América latina para planear cirugías complejas en colaboración con físicos nucleares del Instituto Balseiro, su excelencia se debe al alto nivel de profesionalismo que mantiene. Esta situación, advierte, “pone en riesgo esa formación y las consecuencias más graves se van a ver en los próximos diez años en la gente joven, los residentes…”.
Y subraya: “En Buenos Aires no hay hospitales pediátricos privados. Están el Garrahan, el Gutiérrez, la Casa Cuna… Allí nos formamos todos los médicos, que son los mismos que trabajan en la actividad privada. La formación de los pediatras depende de los hospitales públicos. Ya hay gente brillante que se fue a España, a los Estados Unidos, y no los vamos a recuperar ni mañana ni en cinco años”.
“Recuerdo haber atravesado otras crisis, pero ninguna con tanta pérdida del poder adquisitivo de los sueldos”, finaliza Boglione.